Capítulo 24

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Feliz sábado, zorritos!

No les puedo describir mi entusiasmo al lograr retomar la escritura el día de hoy y escribir no uno, sino dos capítulos de una. En serio lo extrañaba. Y la increíble weirdowithluv ha hecho una nueva portada para Nina. ¡Yeay! No duden en pasarse por su instagram para darle amor y corazones, porque se ha pasado. 

Also, he recibido un montón de mensajes en redes y recomendaciones estos días y nunca podré agradecerles del todo por tanto. Espero este año poder llenarlos de sorpresas a la altura por acompañarme durante tanto tiempo.

Como siempre, no se olviden de votar y comentar al final si el cap les gustó!

Y mi pregunta hoy es: ¿Quién es el mayor mentiroso en esta historia?

Xoxo,

Sofi

***

Anton siguió caminando sin bajar la guardia. Era horrible. Podía sentir la tensión en su espalda, junto con la tonta necesidad de poner sus brazos en alto. Apenas se contenía de hacerlo. Eso no evitaba que su sangre se helara cada vez que escuchaba el chasquido del arma a sus espaldas cuando sus manos no estaban visibles.

Lo entendía, nada en los bolsillo.

No estaba seguro de qué le inquietaba más, si el brujo detrás con su eterna amenaza, o las dos niñas delante luciendo tan macabras como personajes de las películas de terror de Pip. O la tranquilidad que Dune guardaba caminando a su lado. Quizás lo último. De pronto tratar con Nix y su pésimo humor no resultaba para nada tan aterrador como de costumbre.

—¿Te gusta tu segundo nombre? —preguntó Dune repentinamente en inglés.

—¿Qué?

—No me gusta el mío, lo escogió mi padre —Dune arrugó su rostro—. Nos abandonó tan pronto como vio mis ojos. Supersticiones. ¿Qué hay de ti?

—¡Ashasard! —ordenó Iron detrás.

Mejor abandonado, que odiado. Tal vez entonces hubiera tenido una madre, y esta lo hubiera amado y protegido. O quizás no, y lo hubiera repudiado por su naturaleza tal como el rey había hecho. No le era difícil imaginar la historia de Dune, supuso sería la de muchos de su tipo. Una bruja asegurando que no era culpable, y un brujo acusándola de infidelidad, todo por una tonta superstición. ¿Habría sido otro engaño más de aquellos besados por la luz para condenarlos a la miseria por ser inmunes a sus poderes?

—Solo estamos hablando de nuestras trágicas infancias —Dune echó la cabeza hacia atrás, sonriéndole al brujo al responder en ashasard—. Si arreglo este mundo, entonces ya ningún umbrus tendrá que sufrir porque los demás nos consideren seres crueles y malditos.

—No funciona así —Anton suspiró al oírle—. Nunca es tan simple.

—No necesito mejorar este mundo para todos los nuestros en un intento —respondió Dune—. Tan solo necesito hacer mejor la vida de un umbrus, uno a la vez.

Increíblemente, estaba de acuerdo con Nix por una vez. El optimismo de Dune llegaba a ser molesto. La vida no cambiaría de la noche a la mañana, sin importar lo que hicieran. Eran seres malditos y condenados frente a los ojos de los demás. No había cambiado desde el principio de la historia, no lo harían ahora.

—Las cosas no funcionan así —repitió Anton.

—Deberías creer más en nuestra causa —cualquier entusiasmo desapareció del rostro de Dune—. Visité a esos umbrus. Uno por uno. Nacidos entre humanos o habiendo huido allí hace años, despreciados por su tipo de magia y abandonados por sus familias, cargando a diario con acusaciones y prejuicios sin fundamentos. Y les prometí, uno por uno, que encontraría un mejor futuro, si tan solo creían en mí.

El ladrón de mundos (trilogía ladrones #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora