Sana's harem | +18

20.Victoria (I)

Sentía que se iba a morir, había sido una mala idea el dejarle su chaqueta a Dahyun el día anterior para que no pasara frío después de sus clases de piano. Se le había olvidado pedírsela.

No sabía si era porque últimamente estaba fumando como una chimenea o porque de verdad estaba congestionada.

El caso era que de había quedado dormida y su madre no se había ni molestado en despertarla o decirle algo. Ya se había marchado.

Soltó otra tos seca y se removió en el sofá observando a su hermano menor a su lado, quien tampoco había asistido pues le dolía la cabeza. Supuestamente.

No se había molestado ni en hacerle el desayuno tenía una pereza enorme y su hermano de siete años no parecía morirse de hambre.

Dongpyo parecía estar cómodo viendo esos canales de YouTube así que lo dejaría en paz. No tenía ni fuerzas para molestarlo o burlarse de él.

El timbre sonó sorprendiendo a ambos hermanos que se miraron asustados.

—¿Crees que sea mamá? —preguntó el pequeño.

Lo dudaba, seguro su hermana menor, (preadolescente) también quería quedarse en casa y había vuelto solo a vaguear.

—Igual es Chaewon que también se ha hecho la enferma —sonrió Minatozaki levantándose para abrir.

Sana abrió la puerta y al verla la cerró al instante.

Era Momo.

—¡No me cierres la puerta en la cara! —saltó Hirai desde fuera.—Sana...por favor.

La japonesa dudo al escuchar su nombre en los labios de Momo. Su corazón temblaba al oírla así y prácticamente no podía dejarla afuera tirada.

Estaba decepcionada y enfadada, pero sabía que si hubiera sido al revés Momo la hubiera escuchado.

Porque Momo siempre la escuchaba.

—Tienes diez segundos —abrió de nuevo la puerta.

Momo levantó la bolsa mostrándole que había comprado algunos productos y Sana alzó ambas cejas.

—Has faltado habiendo exámenes, te habías comprometido con Jihyo a finalizar lo del torneo para mañana y —Momo estaba contando los diez segundos con su mano.

La japonesa menor soltó una risita inevitablemente, Hirai se había tomando enserio lo de los diez segundos.

—Has supuesto que estoy enferma.

—¡Siii! Como me han dado la opción de faltar hoy para estar fresca para la final de mañana puedo hacerte compañía.

—¿Compañía? Pero si tienes que practicar...

—Cállate, ahora déjame entrar para preparar una buena sopa —le hizo un puchero consiguiendo pasar.

Esas caras que le ponía eran la debilidad de Sana. No la había perdonado del todo, pero ya no estaba tan molesta. No quería pensar en el tema ahora.

Momo pasó y dejo las cosas en la cocina, no tuvo ni tiempo de avisarle de que también estaba su hermano pues el niño había corrido a los brazos de su mejor amiga.

Momo prácticamente era otra hermana más para el pequeño.

—¡Por qué no has vuelto! Sana nunca juega conmigo...

—Lo siento he estado ocupada, ya le voy a dar una buena charla a Sana por vaga.

—¡Pégale! —apoyó el hermano menor.