44.Renacimiento

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Fue su voz, el simple hecho de escuchar su nombre en sus labios hizo que Sana se levantara de su asiento y se dirigiera al baño sintiendo como todo le daba vueltas, todo iba demasiado rápido y apenas podía controla su respiración.

No entendía que le pasaba, pero podía escuchar a Hirai al teléfono.

—Sana —volvió a hablar.

—Momo —repitió —Momo —continuaba diciendo su nombre para caer en rodillas en el cubículo del baño.

La mayor se limitó a escuchar el llanto de la japonesa que parecía no cesar.

—Déjamelo esta vez a mí, ya has cargado con suficiente.

—No has hecho—

—Por favor. Confía en mi una última vez, por favor.

A pesar de que no dijo nada, Sana conocía ese tipo de silencio, el cual podía entender perfectamente como un "sí, confiaré en ti"

—Disfruta del verano —fue lo último que dijo Minatozaki para colgar.

Sin si quiera darle tiempo a Momo de formular una respuesta, pues no podía afrontarlo aún. Ni sabía que hacer o por dónde empezar.

Todo le parecía un sin sentido. Tanto que no podía ni respirar.

Se sentía tan inútil que para cuando quiso dar cuenta, todo se había vuelto borroso y de golpe su vista se había apagado.







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Sana se removió incómoda en lo que fuera que estuviera apoyada, fue cuando abrió los ojos confusa al notar que no era su cama sino un sofá de una oficina.

Nada más abrir los ojos, pudo ver a Minju lanzándose a sus brazos preocupada.

—¡Ha despertado! —chilló emocionada.

—Menos mal, pensé que teníamos que pagar el entierro —bromeó Jisoo.

—Lo pagaba yo —resoplaba Jennie.

Minju rápidamente la tomó por el rostro para observar y comenzar a mirarla de arriba a abajo, examinándola sin ninguna vergüenza.

Aunque a Sana le pareció raro no se resistió.

—¿Desayunaste? —preguntaba obligándola a abrir la boca.

—No tenía mucha hambre, encima llegaba tarde.

—Comer es uno de los placeres de la vida —gruñó Jisoo —y dentro de esos placeres entra el pollo.

—Nadie desayuna pollo —le saco la lengua Minatozaki.

Minju la tomó por los hombros con fuerza para después comenzar a regañarla por no haber desayunado, seguramente esa habría sido la razón.

—¡Sana! Ay no sabes cuanto lo sentimos —se asomaba la anciana junto a un grupo de señoras de su misma edad.

—¡No, no estoy bien! —se levantó haciendo varias reverencias avergonzada.

—Puedes venir a desayunar con Minju, te prepare lo que quieras —insistió la mujer mayor.

Jennie que miraba divertida la escena, le pareció raro que le vinieran a pedir perdón.

Si solo había visto a Sana cuando comenzó la función de piano. Pensaba que se había quedado dormida o solo había asistido a esa parte.

Pues Jennie estaba ocupándose de la colocación de las mesas y sillas, además de asegurarse de que Jisoo no se comiera nada.

—¿Qué ha pasado? —preguntó Jennie a la menor.

Sana's harem | +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora