Capítulo 5: La vidente

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El joven corría por el bosque, bajando la ladera en busca del resguardo de su vista. Aisak sabía que había sido una mala idea levantarse aquella noche, más ahora que Marcus conocía su secreto. Ahora le tenía pisándole los talones.

Se iba arañando con las ramas de los pinos. Notaba cómo le escocían los arañazos, pero nada era más aterrador que escuchar el aliento intensificado de su compañero transformado en lobo. De vez en cuando lanzaba un aullido breve, y después continuaba con su jadeo desesperado, hambriento. Hambriento de la sangre de Aisak. El chico tropezó con una roca saliente, y terminó su carrera rodando, hasta que aterrizó en un claro. No le dio tiempo a ponerse en pie, Marcus ya había saltado sobre él. Antes de que cerrase la mandíbula alrededor de su cuello, Marcus volvió a transformarse en humano. Hincó una rodilla sobre el pecho de Aisak, para que no pudiese moverse.

     —Quiero que veas cómo sonrío mientras te mato.

Le envolvió la garganta con ambas manos, como un collar, y comenzó a apretar.


Aisak se incorporó de golpe sobre su cama, tomando bocanadas como si no hubiese suficiente aire para él en aquella habitación. Había sido una pesadilla horrible, pero aún así se sentía estúpido por haberse asustado tanto por un mal sueño. Marcus, a su lado, tenía una mano colgando al borde de la cama, dormido en una de sus muchas posturas extrañas. Aisak se quedó un rato así, sentado, contemplando cómo su amigo respiraba de forma lenta y regular. Quería comprobar si el chico se iba a levantar en algún momento para intentar estrangularlo mientras dormía. Llegó a plantearse hacerlo él mismo, antes de que lo hiciese Marcus en algún futuro, pero a Aisak no le gustó la imagen de verse ahogando al joven que le había dado medio bocadillo en primaria, cuando se había dejado el suyo en casa. "¿Cómo hemos llegado hasta aquí, Marcus?"

Finalmente, se puso en pie con cansancio. Quería comprobar una cosa con El Cuervo.

En una de las cartas, escribió una acusación contra Anders. ¿Cómo de fuerte podía ser la influencia de su nuevo alter ego? Si lograba reunir votos para culpar al rubio, que era la persona más escuchada de todo el campamento, significaba que podía acusar a cualquiera. Ni siquiera estaba totalmente seguro de que Anders fuese un lobo, tan solo era una muestra de su poder. Pero lo más difícil no era escribir "No te hagas amigo de tus presas, Anders" en una carta, sino colarse a escondidas en el otro ala de habitaciones, y colocar el mensaje donde el joven pudiese encontrarlo.

Avanzó como un gato en el pasillo a oscuras, asomándose a las puertas y rezando por reconocer al chico rubio cuanto antes. Apenas podía ver nada, y no quería arriesgarse tanto. Decidió entonces volver a dejarla en el comedor. Cuando estaba a punto de salir, escuchó susurros de personas que se acercaban hacia él desde el exterior. ¿Lobos, tal vez? Saltó al interior de la primera habitación que vio, intentando silenciar su respiración excitada para no despertar a nadie. En algún momento se le resbaló la carta de las manos del puro nerviosismo, y no se atrevió a agacharse para tantear en la oscuridad, porque ya se veían las sombras de los portadores de las voces, recortadas en la pared de gotelé. 

Era muy difícil entenderles, pero Aisak juraría que eran dos chicas. Una hablaba muy bajo, y no distinguía lo que decía, pero la otra estaba más agitada y ponía menos cuidado en su tono.

     —¿Qué vamos a hacer ahora? Han matado a Lucas. Sus amigos ni siquiera han intentado hacer nada. No creo que mis amigas puedan protegerme, y menos a ti.

     —...

     —Estamos jodidas.

     —...

     —¿Julie? ¿Quién es esa?

     —...

En ese momento, llegaron a la altura del joven, que las observaba a través de la rendija. Pudo ver la coleta larga y castaña de la chica que hablaba, pero la otra no llegó a entrar al pasillo de habitaciones.

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