Aisak soñó que estaba dentro del diario. A su alrededor se erguía Castronegro tal y como era antes, con las descripciones del diario de Anesh. Estaba la fuente de las lavanderas, la panadería y la botica, y sus habitantes charlaban como cualquier día normal.
Sin embargo, de un momento a otro se hizo de noche y la gente desapareció, dejando a Aisak solo en una imagen onírica y confusa. Al final de la calle escuchó a una niña llorando, y se acercó allí a pesar de que él no quería. Sus piernas no le obedecían en aquel sitio.
Cuando se agachó a su lado, descubrió que era Sury, la de la historia, quien estaba abrazada a su osito de peluche y se había perdido.
—¿Estás bien? —preguntó él. Su propia voz le sonó rara.
La niña extendió las manos y le hizo coger un anillo de hierro oxidado.
—Dame un abrazo —pidió ella dejando su peluche de lado.
Él hizo lo que le pedía, notando el peso de la niña muy real, a pesar de ser un sueño. Cuando se apartó, sin embargo, sostenía entre sus brazos el cuerpo ensangrentado de esa chiquilla, solo que con la cara de Liliette.
Aisak despertó de golpe. Todavía tenía los dedos crispados sobre el borde de la manta. Notaba el corazón martilleándole en el pecho y tardó bastante en conseguir que su respiración dejase de sonar en medio de la noche.
La última vez que el joven había tenido una pesadilla tan vívida había sido justo antes de descubrir que Marcus era lobo. Había soñado que su amigo lo perseguía con su forma animal hasta darlo caza. Este sueño también parecía avisarle de algo. ¿Es que Lily iba a morir aquella noche?
El día anterior, las advertencias se habían ido acumulando ante los ojos de Aisak, y él no había hecho más que ignorarlas. Primero la muerte de Viktor, que había dejado a dos chicos de la otra clase como los nuevos verdugos. Después la amenaza de Rodak y, por último, Lily expuesta. Si Aisak fuese supersticioso, ya estaría temiéndose lo peor.
Pero no había que dejarse engañar. En aquel sitio, todo el mundo recibía amenazas, y todo el mundo estaba a punto de morir. Había que saber diferenciar las más urgentes.
Aisak se abrochó la chaqueta hasta arriba y salió de la habitación en el más absoluto de los silencios. Lo cierto era que el chico no tenía pensado acusar a nadie en concreto, sino más bien dejar una advertencia: "Matar lobos no forma parte de ningún golpe de suerte, debemos pensar bien sobre quién centrar nuestras fuerzas". De todas formas, Aisak no esperaba que ese mensaje fuese a calar en un pueblo cada vez más cínico y rencoroso.
A lo que iba a colocar su carta, se encontró de frente con el mensaje de cenizas del Pirómano en la fachada de los baños, quien al parecer, había salido antes que Aisak. "ANDERS ES LOBO".
—Qué cabrón —murmuró el joven.
Se tiró de la manga de la chaqueta hasta que ésta le cubrió la mano y comenzó a frotar el mensaje, creando un borrón negro sobre la pintura color crema del edificio.
—...es mejor así. —Se oían voces que venían hacia los baños. Ni siquiera se esforzaban en bajar su tono de voz—. Hemos sido muy buenos con Anders, ya era hora de reclamar lo que es nuestro.
Aisak se caló la capucha y salió corriendo para ocultarse tras la pared del baño, cuya esquina ofrecía una sombra bastante oportuna. Con el pulso acelerado de nuevo, machacando sus oídos, Aisak se perdió un par de frases entre medias.
—Tienes cinco minutos —volvió a escuchar cuando logró calmarse—. La verdad, no sé para qué quieres quitarte la sangre, Negro.
Unos pasitos se perdieron en el interior del baño de chicas.
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La saga Pueblo Duerme
Mystère / ThrillerTodas las mañanas aparece en Castronegro el cuerpo sin vida de uno de sus habitantes. Detrás de cada muerte hay un grupo de Hombres Lobo obrando cautelosamente, moviendo los hilos para manipular a las personas. Eso es algo que sabe todo el mundo. Pe...