Después de un buen tiempo de esperar en silencio sobre la cama, Aisak no escuchó a Marcus ponerse en marcha en ningún momento. ¿Cómo hacía para salir de cacería, si estaba profundamente dormido? Incluso roncaba levemente, gracias a que la nariz se le estaba aplastando contra la almohada.
—¿Marcus? —susurró de todas formas para asegurarse.
Al no obtener respuesta, se levantó con cuidado de la litera. El chico se quedó mirando a sus amigas un rato, hipnotizado por sus rostros tranquilos y el subir y bajar de su pecho al respirar. Aisak todavía no sabía cómo conseguían dormir tan bien. Había un lobo en esa misma habitación y ni siquiera lo sabían.
Se giró para quedarse mirando a Marcus. ¿Y si colocaba una carta con su nombre? Nadie garantizaba a Aisak que su amigo no lo fuese a traicionar, ¿por qué él no lo hacía antes?. Marcus decía odiar a los otros lobos, y por eso se había aliado con su compañero, para acabar con ellos. Pero en cualquier momento, Marcus podía matarlo mientras dormía. Y Aisak podía votarlo perfectamente.
El joven se imaginó lanzando a Marcus a la piscina, con las manos atadas y una bolsa de piedras enganchada al cuello. Se imaginó a sí mismo con la misma cara que había puesto Viktor cuando mató a Cristán a base de puñetazos.
"Tu amigo el lobo tiene razón", dijo Nikolash. "Tú eres el verdadero monstruo al que matar".
Aisak se giró alarmado. Había escuchado su voz tan nítidamente, que por un momento pensó que su hermano estaba en la habitación. Apretó la mandíbula y se escabulló al pasillo, dispuesto a olvidarlo todo.
Justo cuando iba a salir por la puerta que conducía al exterior, distinguió movimiento cerca de las mesas de piedra y saltó para esconderse tras la esquina. Como todo estaba en silencio, Aisak se arriesgó a sacar la cabeza. Alguien acababa de entrar al comedor.
El chico trató de seguir a la silueta en un sigilo absoluto, posando sus pies con cuidado para no hacer crujir la tierra. Cuando estuvo en el comedor, empezó a escuchar los susurros de una conversación clandestina, en la cocina. Aisak se agachó para quedar oculto por las mesas, aunque no se atrevió a asomarse por la puerta abierta de la cocina, por si lo veían.
—No puedo seguir con esto. —Era esa chica otra vez, la de la coleta larga, Gaby—. Todas las chicas de mi habitación han sido atacadas. ¿Y si empiezan a sospechar de mí?
A parte de que hablaba entre murmullos, tenía un hilo de voz que hacía que todas sus palabras temblasen.
—No pueden sospechar de ti si están ocupados con otra persona —respondió la otra.
Era la misma chica que la de la última vez, la chica misteriosa, no había duda. Escuchar su voz causó una gran impresión en Aisak, porque hasta ahora solo había podido imaginársela. Seguía hablando bajito y con voz ronca, pero al menos esta vez Aisak estaba lo suficientemente cerca como para distinguir sus palabras, aunque no supiese quién era la dueña.
Y sonaba casi... furiosa. A diferencia de Gaby, que estaba a punto de echarse a llorar, esta chica parecía como si fuese a echarse sobre su amiga en cualquier momento.
—Ya no sé si quiero acusar a Anders... —dijo Gaby, con la duda y el miedo presionándole cada exhalación.
—No tienes por qué acusarlo directamente. Convence a los de tu clase para que lo hagan.
—¿Y por qué tengo que acusar a alguien de mi clase? —Alzó la voz un poco más de lo esperado y se corrigió enseguida—. Desde que lanzaron una piedra al niño ese de tu clase estás distinta. ¿Eso es lo que te dicen los de tu curso cuando os reunís en secreto, que tenéis que proteger al Aisak ese?
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La saga Pueblo Duerme
Mystery / ThrillerTodas las mañanas aparece en Castronegro el cuerpo sin vida de uno de sus habitantes. Detrás de cada muerte hay un grupo de Hombres Lobo obrando cautelosamente, moviendo los hilos para manipular a las personas. Eso es algo que sabe todo el mundo. Pe...