Creo que fueron tres días, tal vez dos o cuatro, no lo sé. La cacería continuó, hasta el final. Bórenas mataba por el día y por la noche. Dejamos de cavar tumbas. Nos valía con apartar los cuerpos, o dejarlos guardados en el cobertizo de la casa de Doylan, que se convirtió en un mausoleo. Por la noche, el hijo del panadero invadía una casa. Cortaba un alma, como siempre. Una sola, sigo sin saber por qué. Por el día se las apañaba para ahorcar a un inocente. Algunas veces le valía con su propia palabrería. Otras le ayudaba yo. Dos bocas hacen más que una, y el pueblo apenas tenía fuerzas para retorcerse contra nosotros.
La alcaldesa murió y le pasó el cargo a su marido. Este murió y recayó sobre su hijo mayor. Fueron cayendo, uno tras otro. Nadie les lloró. Las muertes pierden valor cuando llevas días observándolas. ¿Cuánto vale una muerte? La primera valdrá mucho más que la última. Da pena que los nombres queden reducidos a tan poco.
Durante todo este tiempo, no escribí en el diario. Me había dado cuenta de que, ya que no iba a morir, había perdido todo propósito. ¿Quién iba a querer ahora esta información? ¿Quién, si los asesinos a los que intenté descubrir ya han muerto? He sobrevivido a todos ellos.
Esto lo escribo después de seis meses. Hoy, día 28, el último del mes de Llena. Todo este tiempo he estado pensando qué pasará ahora con el diario. Incluso puede que tú, en el momento en el que lo sostengas entre las manos, convivas en el mismo tiempo que yo. Recuerdo que el primer día dije que si estabas en posesión de este objeto maldito, era porque yo estaría muerta, y te estaría pidiendo a gritos desde la tumba que matases a mi asesino. Pero puede que esté viva, después de todo, como una traidora. He sobrevivido a todos mis amigos, y ninguno se merecía la vida menos que yo.
Pero prometí a Dex vivir hasta el final para llenar las páginas del diario.
Una noche, Bórenas irrumpió en mi casa. Encendí la luz tranquilamente, y el fuego de la mecha iluminó toda la sangre que lo cubría. Respiraba pesadamente, como si acabase de correr varias vueltas al pueblo. Tenía el pelo mojado de sudor, o de agua de lluvia, no estaba muy claro.
—Ya está —fue lo único que me dijo, suficiente—. Ya ha acabado.
Así fue como me anunció que la última persona de Castronegro había caído. El pueblo era finalmente nuestro, y solo nos quedaba disfrutar de la tranquilidad de una vida sin esconderse. Nunca más. Por fin éramos libres.
Elegimos la casa del cazador para empezar de cero. Una casita modesta pero bien cuidada. Comencé un huerto. Me gustaba pensar que no dependíamos de nada para alimentarnos. Yo cultivaba las verduras, y Bórenas cazaba en el bosque bajo la forma de Hombre Lobo. Nunca puse un espantapájaros, porque me gustaba ver cómo los cuervos rondaban cerca de las calabazas. Me recordaban a Dex, como si velase por mi bienestar desde sus ojitos brillantes.
Gracias a eso recordé más detalles. Planté tulipanes, en todas partes. En el borde del camino, en las macetas de las ventanas... Porque sí, porque a él le gustaban. Así fue como Dex acertó con todas y cada una de sus palabras. Vivimos felices, en una casita modesta, con huerto y tulipanes. Y por delante, un futuro brillante de paz y merecido descanso.
Y ya está. Se acaba aquí. Es raro escribir un final para esta historia. Dex dijo que sería feliz pero... no es justo decirlo después de todo lo que ha pasado. Ya no habrá más muertes, pero ser los últimos nos ha hecho presenciar todo lo demás. Estaremos solos por fin, ¿a qué precio? Podremos vivir felices. ¿En serio? ¿Podremos vivir felices después de lo que sabemos, de lo que hemos hecho para conseguirlo? Supongo que así es como acaban las historias de la gente corriente. Ni bueno, ni malo. Simplemente son.
Y aunque he depositado en este diario tantas emociones, la duda, el miedo, el amor... Estoy deseando librarme de él. Hace dos meses, cuando empezó la estación fría, Bórenas encendió la chimenea por primera vez. Estuve a punto de arrojar el diario al fuego, con la carta de Dex pegada en una de sus páginas. Pero es por él precisamente por lo que decidí no hacerlo. Le prometí hasta la última de las páginas.
De cualquier forma, siempre podrá ser útil en un futuro, para todos aquellos que descubran lobos en su aldea. La maldición de los Hombres Lobo sigue, y con ella, mi diario. Así pues, tomo este párrafo como una última despedida. Yo, Anesh Breathnach, que comparte nombre con la Diosa Encapuchada, te doy las gracias a ti, anónimo desconocido, por encontrar mi diario perdido entre la maleza y leerlo hasta el final. Por interesarte por mi historia y haberme convertido en inmortal. Porque gracias a la información que ahora posees, estás un paso más cerca de luchar contra la sombra de los lobos. Gracias por no dejar que mis páginas muriesen en el olvido. Como último favor a una ladrona enamorada, te pido que arrojes el diario al bosque más oscuro y desolado una vez ya no lo necesites, para que así, el siguiente que caiga en la desgracia de encontrarlo, sepa por fin de los horrores de Castronegro.
Gracias. De verdad.
...
(Anotación anterior)
"Hasta la última de ellas, Anesh. Llénalas todas.
Dex."
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La saga Pueblo Duerme
Детектив / ТриллерTodas las mañanas aparece en Castronegro el cuerpo sin vida de uno de sus habitantes. Detrás de cada muerte hay un grupo de Hombres Lobo obrando cautelosamente, moviendo los hilos para manipular a las personas. Eso es algo que sabe todo el mundo. Pe...