La niña extendió las manos y le hizo coger un anillo de hierro oxidado.
—Dame un abrazo —pidió ella dejando su peluche de lado.
Él hizo lo que le pedía, notando el peso de la niña muy real, a pesar de ser un sueño. Cuando se apartó, sin embargo, sostenía entre sus brazos el cuerpo ensangrentado de esa chiquilla, solo que con la cara de Liliette.
Todo desapareció cuando Aisak abrió los ojos, respirando pesadamente. A su lado, las mantas estaban desparramadas por el suelo, desvelando que Olive se había levantado hacía rato. Se incorporó frotándose la cara con pesadez, intentando desvelarse del todo. Se pasó la mano por la barbilla. Llevaba tiempo sin afeitarse. Olive nunca lo decía en alto, pero odiaba cuando Aisak empezaba a descuidarse el aspecto de esa manera.
La risita de un niño le hizo girar la cabeza hacia la puerta entreabierta.
—Hablas en sueños —constató—. ¿Quién es Mery?
La cara que puso Aisak hizo que el niño se riese más.
—Marcus, deja a tu padre en paz. —Olive acababa de aparecer detrás suya.
El niño chilló del susto y se fue riendo mientras su madre lo perseguía, intentando hacerle cosquillas. Aisak se levantó de la cama y se puso la camisa arrugada que había sobre la silla. Olive apareció poco después, esta vez sola y con el gesto más serio. Repasó a Aisak con esa mirada suya tan serena, parándose sobre todo en la barba y arrugando el gesto. Después lanzó a su marido un gesto de preocupación.
—Has vuelto a soñar con eso, ¿verdad?
—Hacía tiempo que no lo soñaba tan vívidamente —dijo Aisak, también preocupado.
Olive se acercó a él y le acarició los hombros con ternura.
—¿Y si vuelve a pasar, Liv? ¿Y si llega el día en el que nuestro hijo tenga que pasar lo que pasamos nosotros?
La mujer se sentó en el borde de la cama. Su mirada se enturbió mientras rebuscaba en su memoria lo que pasó aquel fatídico día en el que pasó una noche en los límites de Castronegro.
—Yo tenía diecinueve —murmuró ella.
—No tienes por qué hablarme de eso, Liv. —Él le acarició las mejillas para secarle una lágrima tímida que casi cae al suelo.
Ella continuó de todas formas.
—Era el 87 o el 88, el cumpleaños de mi amiga. Fuimos unos cuantos de la universidad a pasar la noche en una cabaña, pero no teníamos mucho dinero. Quién nos iba a decir que la mejor que pudimos alquilar... estaba en este sitio maldito. —Se sorbió la nariz y dejó que su marido la envolviese con los brazos—. A la mañana siguiente, Matt había desaparecido. Encontramos su cuerpo de lobo en el río. Se había ahogado intentando huir. Nosotros también intentamos huir, pero no había nadie, nada. Un día después, despertamos y encontramos el pueblo, lleno hasta los topes de otra gente que no cuadraba. Tú llevabas tres años intentando adaptarte a la vida de aquí, ¿lo recuerdas? Y sin embargo, llegaste a Castronegro mucho después que yo.
—Fuiste muy valiente —intentó consolarla el otro.
—Háblame de lo que viste tú, por favor. Nunca lo haces.
—Hice cosas horribles, Liv. Enterré a muchos de mis amigos en ese sitio.
—No me importa, necesito saber más que lo que me resumes cada vez que te pregunto por ello. Eras más joven, ¿verdad? Y era otro tiempo.
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La saga Pueblo Duerme
Mystery / ThrillerTodas las mañanas aparece en Castronegro el cuerpo sin vida de uno de sus habitantes. Detrás de cada muerte hay un grupo de Hombres Lobo obrando cautelosamente, moviendo los hilos para manipular a las personas. Eso es algo que sabe todo el mundo. Pe...