¿Quién más había podido ir a la casa de Sury buscando lo mismo que yo? ¿Alguien más me había oído hablar del tema? ¿Bórenas me había seguido sin que yo me hubiese dado cuenta? ¿Había puesto a Sury y a sus hermanos en peligro al acercarme allí?
A cada paso que subía por la escalera, los peldaños me devolvían un crujido y una pregunta aún más inquietante que la anterior. Uno de los mellizos, el que me había abierto la puerta, me guiaba unos peldaños por delante. No sabía su nombre, todavía no se había presentado.
¿Y si aquel que me esperaba estaba allí para incriminarme? ¿Y si un Hombre Lobo se había enterado de todos los contactos que manejaba?
Llegamos hasta arriba y el revoltijo de preguntas inquietantes que había formado mi mente dio paso a un silencio en el que se me aceleraba el pulso. El hermano llamó a una puerta cerrada casi al final del pasillo.
—¿Sí? —le preguntó alguien desde el otro lado.
—Soy yo Trobel, soy Aekran. Ha venido la amiga de Sury, también quiere hacernos preguntas.
Se abrió una rendija y un rostro prácticamente idéntico al de el chico asomó de forma cautelosa. Nos repasó a los dos con la mirada, y después abrió completamente.
Dex.
Claro que era Dex. ¿Quién más podía haber ido allí? Era la mejor persona con la que me había podido encontrar, y tal vez por eso fue lo peor que me podía haber pasado.
—¿Qué haces tú aquí? —me dijo.
Su mirada dijo mucho en aquel momento. Creo que es algo que nunca olvidaré, esa mezcla de emociones contenidas en el iris de sus ojos. Lo más fácil habría sido decir que Dex seguía enfadado conmigo, pero detrás había mucho más. Había miedo, el miedo puro que todo el mundo muestra a la luz de la luna. Había seriedad, una seriedad que le sumaba años, y que hacía tartamudear a los más firmes. Pero lo que más me revolvió, fue su desconfianza. Dex desconfiaba de mí, y era como si todas las preguntas que me había hecho hacía unos instantes, él las hiciera al verme.
Pero tenía razones para desconfiar. Si alguien hubiese querido hacerle daño a Sury, hubiese acudido primero a sus hermanos para asegurarse de cuánto estaban implicados. Y por el hecho de que Dex no se fiaba de mí, supe que yo sí me fiaba de él.
Es difícil de explicar. Desconfiar de la persona más lógica es lo que haría cualquier humano, y tal vez por eso yo supe que él no era un Hombre Lobo. Me hubiese gustado demostrarle que se equivocaba, pero tal vez mostrarme demasiado defensiva, o dar demasiadas pruebas de mi inocencia, me marcarían claramente como a un Hombre Lobo. Decidí dejar que Dex se diese cuenta de mi inocencia por él mismo. Era listo, acabaría sabiéndolo.
—Al parecer, lo mismo que tú —le respondí con cautela de no revelar demasiado.
—Sabemos por qué estáis aquí —se apresuró a añadir uno de los hermanos, para romper la tensión.
Dex y yo le miramos con sorpresa.
—Queréis saber si sabemos lo de Sury —dijo otro—. Si sabemos que todas las noches sale a espiar a los lobos.
—Veo que ya estáis bastante enterados —respondí—.
—¿Y no se lo impedisteis? —preguntó Dex—. ¿Dejasteis que saliera ella sola? ¡Tiene ocho años!
—Sabemos cuantos años tiene —respondió el que me había guiado por la escalera—. La gente la juzga muchas veces por lo pequeña que es, pero tiene muchos recursos. Os ha encontrado a vosotros. —Agaché la cabeza cuando lo dijo. Cada palabra que había pronunciado había dado en el clavo— Además, si la acompañáramos, seríamos demasiado visibles.
ESTÁS LEYENDO
La saga Pueblo Duerme
Mystery / ThrillerTodas las mañanas aparece en Castronegro el cuerpo sin vida de uno de sus habitantes. Detrás de cada muerte hay un grupo de Hombres Lobo obrando cautelosamente, moviendo los hilos para manipular a las personas. Eso es algo que sabe todo el mundo. Pe...