Capítulo 35

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—N-Nash —estaba muy sorprendida—. ¿Qué haces aquí? —pregunté de mala gana, sólo porque había venido hasta mi casa con un ramo de flores no significaba que debía perdonarlo, ¿no?

—¿Puedo pasar?

—No creo —me negué algo insegura, por más que odiara admitirlo, mi corazón se ablandó cuando bajó la mirada, notablemente ¿herido? ¿desepcionado? No lo sabía, pero no lucía feliz. Quería dejarlo entrar, ¿por qué mentir? Yo no era de piedra, y realmente me encantaba el echo de tenerlo así en la puerta de mi casa.

—Son para ti, espero que te gusten —habló entregándome las flores, mientras me miraba fijamente. Observé el ramo de rosas luego de agarrarlo, y por un impulso lleno de curiosidad las palabras salieron de mi boca.

—Pasa —me hice a un lado, él me miró sorprendido para luego avanzar. Me dirigí hacia el living y le dije que se sentara, puse las flores en un jarrón y luego me senté también pero en el sillón de en frente, evitando estar demasiado cerca de él.

—______ —me llamó ya que yo me encontraba jugando con mis dedos, esta situación era malditamente incómoda, y yo me estaba comportando como una niña, de nuevo—. Lo siento.

—¿Para eso viniste? ¿Eso es todo? —. Esperaba algo más, algo más largo y sentimental, no un simple lo siento acompañado por unos ojos tristes.

—No, no es todo —palmeó el espacio libre a su lado, indicandome que me sentara, me miró suplicante, por lo que accedí—. Lo siento, en verdad, fui un tonto, tienes razón, no soy nadie para decirte con quién estar, ni siquiera soy tu amigo, porque no, no podemos ser amigos. No fue mi intención ofenderte, tú saliste gritando esas cosas —rió levemente—, pero yo jamás pensé algo así de ti. Si quieres salir con Dylan, hazlo, no puedo hacer nada para hacerte cambiar de opinión.

—Nash, yo... —negó y me interrumpió.

—No terminé —tomó mi mano y me observó directo a los ojos, sentí perderme en el brillo y en color de estos—. Te quiero, te quiero mucho, más de lo que me gustaría, me tienes loco, estoy a tus pies, porque eres hermosa, por dentro y por fuera, me encanta todo de ti.

—¿Qué te gusta de mí? —pregunté en un impulso cuando la curiosidad me invadió.

—Tus ojos cafés, tu cabello, y las pocas pecas que tienes en la cara, los lunares en tus brazos, eres hermosa, ______, y una histérica, pero también me gusta eso, tu locura, tu cinísmo, tu rebeldía, y como eres cuando dejas de hacerte la loca, eres cariñosa cuando quieres. Eres perfecta —suspiró y me miró, luego bajó la mirada, notándose algo apenado, quizá pensaba que yo no sentía nada por él, pero a quién quería engañar, ya no podía.

—¿Que hay de Sarah? —me vi obligada a preguntar, necesitaba estar totalmente segura, no quería que nada saliera mal.

—Nunca fue mi novia, ni siquiera tuvimos algo, no pude, quise olvidarte y no lo logré, ella no significó nada. Tú eres la única que me importa.

—Nash —me observó espectante—. Bésame.

No lo dudó ni un segundo y unió sus dulces labios con los míos, haciendo desaparecer el poco espacio que había entre nosotros, me tomó de la cintura y me acercó aún más, mis manos subieron hasta su cuello, acaricié su cabello y el acarició mi cintura. Nos separamos apenas unos centímetros para respirar, mordí su labio inferior a lo que el beso comenzó a subir un poco, su lengua se entrelazó con la mía y me estremecí bajo su tacto.

Lentamente nos recostamos sobre el sillón, quedando yo debajo de él. Me miró fijamente, a lo que yo me acerqué y rocé mis labios con los suyos.

Campamento Militar || Nash Grier (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora