Capítulo 41

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Capítulo dedicado a @soygrier

Multimedia: lugares de París que aparecerán en los capítulo

Narra Nash

—Buenos días —murmuré en su oído, pasando mi mano por su cintura.

—Mhm —se movió entre mis brazos y escondió su cabeza en mi cuello.

—Despiértate linda —besé su cabello y subí un poco la playera que traía, queriendo acariciar más de su piel.

—¿Qué hora es?

—8:30am.

Se alejó unos centímetros y me observó, sonrió mientras jugaba con mi cabello, comenzó a dejar un camino de pequeños besos por mi mandíbula.

—Te haré el desayuno —sonrió para luego ponerse de pie, besó mi mejilla y desapareció por la puerta.

Sonreí inevitablemente, tan solo con despertar a su lado yo ya era feliz. Me levanté de la cama, me puse un pantalón e hice lo que todas las mañanas, me acerqué al balcón y abrí las cortinas, la luz del sol golpeó mi rostro, era un hermoso día.

Bajé las escaleras para ir hasta la cocina, me acerqué a ______ y la abracé por detrás, acorralándola contra la encimera.

—Ya casi está listo y podremos comer.

—Yo quiero comerte a ti —susurré mientras le daba la vuelta, y, asegurándome que no hubiera nada sobre la mesada, la ayudé a subirse, abrí sus piernas y me coloqué en el medio.

—¿Qué haces? —murmuró tan cerca de mis labios que creí que perdería el control en cualquier momento.

Rozó su boca con la mía unos segundos, aumentando las ganas que teníamos de besarnos, no aguanté más y pasé mi mano por su nuca, atrayéndola a mí, sus brazos se cruzaron detrás de mi cuello, acariciándolo.

Me atrajo más a su cuerpo y sonrió, acaricié su mejilla y jugué con su cabello.

—Tenemos muchos lugares para ir —dije sin dejar de mirarla.

—Lo sé, por eso sería mejor que desayunáramos ahora.

Di un rápido beso en sus labios y me alejé. Nos sentamos en la mesa de la cocina, que era bastante grande para dos personas.

—Tienes algo... —dijo tocando su boca, fruncí el seño con un claro fin.

Se inclinó hasta estar cerca de mi rostro y pasó su lengua por mis labios, removiendo cualquier resto de comida, me sonrió tiernamente y no pude evitar observarla.

—¿Qué tanto me miras?

—Es que eres hermosa.

Ella rió como si yo hubiera dicho algo realmente gracioso.

—¿Por qué ríes?

—Es que somos esas típicas parejas que te empalagan con tan solo verlas.

—Verdad ¿Pero hay algo de malo?

—Claro que no, porque es contigo.

—Genial, porque no puedo evitar ser un romántico.

—Y un egocéntrico —rió.

—Ah vamos, que te encanta que sea así, te encanta que te diga que eres hermosa, que me haces feliz, que eres todo lo que necesito, mi amor.

—¿Cómo? —murmuró con sorpresa, sus mejillas levemente coloradas.

—Que te gusta mi forma de ser —Sabía que no se refería a eso.

—No, eso no —frunció el seño.

Campamento Militar || Nash Grier (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora