Capítulo 44

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Narra Nash

Y estas tres últimas semanas habían sido las peores semanas de mi vida, no exageraba al decir que prefería que me apuñalaran a tener que ver a ______ a diario, y aún peor, corriendo de mí o ignorándome como si yo fuera una piedra sin importancia en su camino.

La verdad era que ella no se veía demasiado afectada, a simple vista, no es que yo quisiera que sufriera, pero debía admitir, de una manera bastante egoísta, que cuando su amiga Emily me comentó que ______ apenas hablaba y derramaba algunas lágrimas de vez en cuando, fue cuando me volví realmente consciente de que no podía quedarme parado sin hacer nada.

La había estado llamado, e incluso había ido a su casa tres veces cuando sabía que sus padres no se encontrarían allí, aunque me había rogado que no la contactara de ninguna manera, no podía conmigo cuando me detenía en silencio a estar un rato conmigo mismo, y siempre terminaba con el corazón en la garganta al pensar en ella.

¿Se puede olvidar a alguien a quien se ama en pocos días solo porque es algo imposible? La respuesta era no, un rotundo y enorme no, por más que pusiera todas mis fuerzas en no hundirme en sus recuerdos, siempre terminaba en el mismo sitio.

Finalizaba la tercera semana más desasotrosa de mi existencia, y pensaba obligar a ______ a hablarme, si así debía serlo, necesitaba saber qué estaba sucediendo, cuáles eran sus planes y su futuro, aunque doliera.

Realmente no creí que algo variaría si no fuera por mi intervención, sin embargo, Cameron caminó hacia mí por entre medio de toda la población estudiantil a paso apresurado, con una expresión extraña y preocupada en su rostro.

-¿Qué tan sensible te encuentras hoy? -cuestionó al llegar a mí, a lo que fruncí el seño.

-No me gusta esa cara tuya -no pude evitar entrecerrar mis ojos.

-Gracias amigo, tú tampoco eres muy lindo -. Era peor de lo que esperaba. Él reía sin gracia, quizá intentando amortiguar el golpe que me daría su noticia.

-Si te han castigado de nuevo, planeo no saberlo, no tengo ánimos de ayudarte a escapar -dije sin pensar, Cameron era un exagerado a veces, y esperaba que esta fuera una de esas veces, y que la preocupación en sus ojos solo estuviera mal ubicada ahí.

Me miró con pena, como si yo fuera un pequeño al que estaban a punto de robarle su dulce, a diferencia de que metafóricamente, mi dulce ya había sido robado de mi lado.

Extendió su mano con pesar e inseguridad, me miró a los ojos e hizo una mueca mientras yo tomaba el sobre entre mis manos.

-No lo rompas, es mío -advirtió-. Y no sé si esto sea lo correcto, pero aquí vamos, sólo promete no enloquecer del todo.

¿Enloquecer? ¿Así, como al pensar que el amor de mi vida está comprometida con otro hombre? No había nada que pudiera hacerme enloquecer más que eso.

Asentí y observé el sobre. Blanco. Sin gracia. Y aún así era la razón de mi corazón latiendo a mil.

-Vamos.

Cameron me guió a uno de los patios del instituto en el que no había nadie; todos entraron a sus salones diez segundos antes.

No esperé más y lo abrí. Mis ojos dolieron, al igual que el resto de mí. Oficialmente estaba acabado, o al menos así me sentía. ______ se casaría mañana, el sábado era su boda, y luego de eso, no habría vuelta atrás. Arrojé todo al suelo, mis manos se apretaron en puños y quise golpear algo cuando mi vista se nubló, la había perdido, había perdido a la única persona que necesitaba para ser yo, para estar bien. Me odiaba. Odiaba que mi felicidad dependiera de ella, pero no podía culparla, yo era el idiota que no hizo nada para recuperarla hace tres semanas atrás. Debí haberla seguido en aquel momento en el que se marchó de casa, debí haber corrido tras sus pasos, abrazarla tan fuerte que jamás quisiera escapar, pero en vez de eso, sólo la vi alejarse.

Campamento Militar || Nash Grier (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora