Capítulo 6: Dylan, o mejor dicho; tonto

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Cuando mis ojos se abrieron y tras apretar un botón de mi móvil divisé que era más temprano de lo normal quise darme la cabeza contra el respaldo de la cama para así volver a dormir. Mis compañeras dormían, hoy nos habían dejado despertar un poco más tarde, pero para mi suerte, yo tenía un reloj interno que me hacía abrir los ojos a la misma hora la mayoría de los días.

El techo no era una vista entretenida, por lo que agarré mi celular y me coloqué los auriculares dispuesta a salir y caminar hasta llegar a algún lugar que fuera de mi agrado para sentarme un rato.

Caminaba mientras miraba mi teléfono escogiendo una canción, hasta que me choqué con alguien.

—Mierda —murmuré, agachándome a levantar mi celular que se me había caído y al agarrarlo noto que la pantalla se encontraba partida en una de las esquinas.

Levanté mi vista, dispuesta a gritarle al causante del altercado, y mi mirada se conectó con la de un chico alto de cabello castaño con ojos grandes y marrones, tenía un rostro agradable de ver, pero la sonrisa burlona que se esbozaba en sus labios me llevaba a querer escupirlo.

—Sí, claro, te perdono —dije sarcásticamente cuando pasaron unos segundos y él no se dignaba a hablar.

—Fue tu culpa —Elevó sus hombros, restándole importancia.

—No, no es mi culpa que hayan tontos parados en el medio del pasillo. ¡Y mira, lo rompiste! —exclamé, mostrándole el aparato.

—Yo no fui quien iba distraído.

—¿Sabes qué? Adiós, no discuto con idiotas.

—Sí, adiós, yo no discuto con locas.

—¿Disculpa?

Debía admitir que era una discusión sin mucho sentido, pero estaba de mal humor, y él fue el afortunado en tener que aguantarme.

—¿Acaso estoy errado? Apenas te conozco y me di cuenta que tienes un carácter horrible. Eso no le agrada a los chicos...

—¿Y piensas que me importa? No me interesa si te gusta o no mi carácter, solo vete —dije fastidiada.

—Vete tú.

—Si, eso voy a hacer.

Y en cuanto me di la vuelta sentí su mano tomando mi antebrazo.

—Dime tu nombre.

—No —Fruncí el ceño e intenté zafarme.

—Vamos, no es como que podré hacer algo malo con solo saber tu nombre.

—Ni tampoco algo bueno, no es de tu interés.

—Tienes cara de... —Llevó su otra mano a su barbilla de manera pensativa— ¿Jade? ¿Brooklyn?

—Eres muy malo para adivinar —reí.

—Dímelo.

—Su nombre es No Te Importa —Escuché la voz de Nash y entonces lo vi parado a espaldas del chico que tomaba mi brazo.

—¿Quién eres? —preguntó, al fin, soltándome.

—Su novio —dijo con seguridad y yo solo le lancé una mirada confundida.

—Ah, lo siento —sonrió, el tono en su voz no sonaba a disculpas.

—Sí, sí, puedes largarte.

Dylan asintió lentamente y tras lanzarme un beso en el aire desapareció por el pasillo. Nash seguía con su cara de pocos amigos. No había notado cuando se acercó tanto a mí y tomó mi mano.

—Ya puedes soltarme.

Él me miró serio y se apartó lentamente.

—Sabes, no necesitaba que vinieras.

—¿Así que no me dirás gracias por librarte de ese tonto?

—Podría haberlo hecho sola.

—Como digas.

—Quizá no lo hice antes porque en realidad no quería librarme de él —bromeé solo con la intención de ver la expresión fastidiada de Nash.

—Claro —Su mirada divagó, intentando ignorar lo que había dicho—. ¿Qué haces despierta a esta hora?

—Es una muy buena pregunta.

—¿Y a dónde ibas?

—Al patio, así que si me disculpas...—dije caminando hacia la salida.

—¿Puedo acompañarte?

—No.

—Solo quise ser cortés aunque sabía cual sería tu respuesta, iré contigo de todos modos.

—No me será fácil librarme de ti, ¿verdad?

Él negó con diversión.

—O me das un beso o te acompaño, tu eliges.

—Eso es chantaje.

Rápidamente me di la vuelta y seguí mi camino hacia el patio, dejándolo solo en el pasillo.

—¿Qué hace aquí? —preguntó Gustav, que se encontraba sentado en uno de los sillones cerca de la puerta, bebiendo café.

—Voy al patio.

—¿A qué?

—A sentarme y escuchar música.

—¿Cómo que va al patio para escuchar música? Esto no es un lugar de vacaciones para hacer lo que quiera.

—Solo quiero ir a sentarme...—No pude terminar de hablar porque el hombre me interrumpió antes.

—No, nada, ahora váyase a su cuarto que en un rato es el desayuno, y le recomiendo dejar de contestarme, es de mala educación, aunque por eso estas aquí, porque eres una malcriada.

Si este tipo no se callaba y dejaba de ser tan fastidioso entonces no aguantaría mucho más en soltarle algunas cosas que tenía para decirle. ¿Acaso ahora éramos prisioneros que no podíamos salir fuera?

—Sí, sí —dije sarcásticamente dándome la vuelta.

—Esa no son maneras de contestar. 'Sí, señor' debe decir.

¿Me estaba jodiendo, verdad ? ¿Sí, señor?

—Sí, señor —murmuré, juntando toda mi paciencia interior.

—Así está bien, ahora vaya.

Me alejé un poco por el pasillo hasta que pude escuchar algo de lo que aquel hombre dijo que me hizo querer volverme y golpearlo.

—Estos chicos de hoy cada vez son más mal educados.

Solo suspiré y caminé hasta encontrarme con Mika y Frida saliendo de la habitación, nos saludamos y fuimos a la cafetería.

Campamento Militar || Nash Grier (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora