Capítulo 4: Vecinos de habitación

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Salimos del edificio y abrimos la gran puerta de cristal que daba hacia el patio el cual compartíamos todos; estaba lleno de chicos y chicas, adolescentes de variables edades, al final, se encontraba un pequeño escenario con un micrófono y un parlante.

Miré la hora en mi reloj: 6:30 pm.
Un hombre de traje se subió al escenario, junto a él había otro hombre y dos jóvenes, uno era castaño y aunque me encontraba a varios metros, aún así lograba ver sus ojos azules, el otro tenía el cabello castaño claro y ojos marrones. El hombre mayor tocó un silbato ordenando que nos pusieramos en dos filas, una de chicas y otra de chicos.

—Bien —empezó a decir con dureza en su tono—. Soy Richard Henderson, pero ustedes me dirán Sr. Henderson, soy el director de esta institución, él es Gustav, el supervisor y coordinador —dijo señalando al hombre a su derecha —, es un gusto tenerlos a todos aquí este año para así poder corregir sus actitudes ya que por eso estan aquí. Eso es todo lo que necesitarán saber. Ahora vayan y cámbiense los que aún no lo han hecho —elevó un poco su voz—. Y luego van al comedor.

Nosotras nos dirigimos directamente hacia donde debíamos ya que teníamos nuestros uniformes puestos.

El comedor era enorme, tenía muchas mesas grises con ocho sillas cada una, y al final del lugar se encontraban tres mujeres esperando a servir la comida.
Al entrar pude notar que aún no había nadie allí, solo aquellos dos chicos que habían estado arriba del escenario. Los observé, conversaban animadamente cerca de las bandejas de comida. A mi derecha pude ver un dispensador de agua, por lo que tras tomar un vaso, me acerqué.

—¡No! —gritó uno de los chicos, el de ojos marrones.

—¿Qué sucede? —lo miré confundida.

—No te sirvas agua —dijo ahora acercándose a nosotras.

—¿Por qué no?

—El director aún no ha hablado sobre la comida.

—¿Y no puedo tomar agua? Tengo sed —Me encogí de hombros mientras dejaba el vaso de plástico en su lugar.

—Yo que tú no lo haría —contestó riendo—. Vengan, vamos a sentarnos.

Mika asintió y seguimos sus pasos hasta sentarnos en una mesa cerca de la ventana, a los pocos segundos el lugar comenzó a llenarse, un chico y una chica, ambos rubios, se sentaron a nuestro lado en las sillas sobrantes. Pero antes de que pudiéramos siquiera decir algo, Richard entró.

—¡Silencio! —ordenó, a lo que los susurros y cuchicheos se fueron desvaneciendo—. Este es el comedor, aquí venimos a desayunar, almorzar y cenar.

Wow, ¡Qué buen dato!

>> Cada uno pasara por aquí —señaló el lugar donde servían la comida—, agarrarán una bandeja y estas señoras les servirán, luego si sobra tiran los residuos en la basura, y sobre todo, no se les ocurra hacer una guerra de comida —frunció el seño y los dos chicos que estaban con nosotras se miraron y sonrieron— porque, claramente, serán castigados. Ahora coman que ya es tarde, luego se van a dormir, mañana será un largo dia.

Este señor ya me estaba cayendo mal.

Hicimos la fila, esperando que nos sirvieran y así sentarnos de nuevo. La comida tenía un aspecto para nada delicioso, y en ese momento me pregunté qué estaba comiendo, ¿Sopa, puré o vómito?

—¿Cómo se llaman? —cuestionó el chico de ojos azules mientras comía lo que se encontraba en su plato como si estuviera acostumbrado.

—Mika.

—Kendall —sonreí, a lo que él me respondió de la misma manera.

—Derek —dijo el chico que se había sentado después.

—Yo Frida —dijo la chica que había venido con Derek.

Los observé, tenían un parecido que me llevaba a pensar que eran hermanos, pero no estaba segura.

—Bueno el es Matthew Espinosa —señaló al de ojos marrones—, y yo Nash Grier.

Tras unos segundos de silencio me atreví a preguntar.

—Solo por curiosidad... ¿Por qué estaban arriba del escenario hoy?

—Ya hemos estado aquí el año pasado —elevó sus hombros, restándole importancia—. Nuestros padres creen que aún tenemos que estar aquí, el director dijo que necesita nuestra ayuda por si sucede algo entre todos nosotros, "Unos ojos entre los jóvenes" —imitó su voz—, y nos eligió porque ya nos conoce.

—¿Son como sus informantes?

—Algo así.

Terminamos de cenar y luego cada uno se fue camino hacia su respectiva habitación.

—¿Te acompaño a tu cuarto? —me preguntó Nash, mirando de reojo al suelo y rascando su nuca.

¿Estaba nervioso?

—Si quieres —Intenté que mi tono no fuera demasiado entusiasta pero tampoco antipático.

Íbamos hablando mientras yo lo seguía, no recordaba con claridad el camino hacia mi habitación. Él hizo un par de bromas hasta que se detuvo en el pasillo.

—¿Vamos a la tuya o a la mía?

—¿Eh? —dije confundida.

—En este pasillo está mi habitación —Sonrió apuntando
hacia la puerta.

—Tambien la mía.

—Así que nuestras habitaciones están bastante cerca.

—Eso parece.

Estaba comenzando a sentirme incómoda.

—Bueno, adiós, que duermas bien —murmuró antes de sonreír y luego desaparecer tras la puerta.

—Adiós —le contesté antes de que la cerrara por completo.

Di la vuelta y al entrar vi a Mika y a dos chicas en las camas sobrantes. Supuse que eran con las que compartiríamos habitación ya que estas eran de cuatro personas.

—¿Chocolate de The 1975? —hablé mirando a Frida, quien se encontraba acostada y con sus audífonos puestos.

No sé por qué había dicho eso, yo detestaba que me hablaran cuando estaba escuchando música.

—Siento si le ha molestado el ruido —se disculpó mientras bajaba un poco el volumen.

—No te disculpes, esa banda es de mis favoritas. Soy Kendall —Duh, ella ya lo sabía—... por si no lo recuerdas.

—Lo hago, yo soy Frida.

—Yo soy Taylor —habló un chica de cabello negro que se encontraba acostada en la cama contra la pared—. Y realmente es tarde y debemos dormir, podrán continuar con su patética charla mañana.

—Qué humor —susurré, no tenía ánimos de discutir.

—¿Disculpa?

—No estoy aquí para aguantar a una niña mal criada como tú, así que si no quieres hablarnos, bien, no lo hagas.

—¿Sabes quién soy yo? —dijo poniéndose de pie y acercándose a mí.

—Uhm, no, no escuché cuando hablabas.

—Soy Taylor Morrison.

—Me alegro, yo soy Kendall Collins.

—Eres una tonta —gruñó a lo que solo reí.

—Igualmente.

Los siguientes minutos se basaron en ella gritándome cosas sin sentido, explicándome quién era su padre, de dónde provenía ella y sobre que no tenía que tratarla de esa manera.

Mi primer dolor de cabeza sería esta chica.

La ignoré hasta que logré dormirme.

Campamento Militar || Nash Grier (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora