Capítulo 8: Última oportunidad

12.5K 772 33
                                    

—Siéntense —nos dijo el director, señalando las dos sillas que se encontraban frente al escritorio.

Las paredes de la sala estaban decoradas por retratos de hombres con barba y algunas medallas y diplomas. No me gustaba este lugar.

Nos observó en silencio durante algunas segundos, con el ceño fruncido y una mirada reprobatoria que realmente estaba lejos de hacerme sentir mal.

—¿Nos va a decir algo o nos podemos ir?

—Por favor, señorita Collins, no es conveniente para usted que me hable de esa manera —Suspiró—. ¿Qué creen que hacían?

—Divirtiéndonos, nada malo —contestó Nash con calma, me miró de reojo.

—¿Nada malo? Deben comportarse, han causado un desorden allá fuera.

—Se puede limpiar, solo habrá que fregarlo...

—También vi lo otro. Si no fuera porque yo llegué se hubieran besado. ¿Creen que eso es correcto? ¿Les parece una actitud de personas civilizadas?

—Nos trata como si fuéramos animales, cuando solo somos simples adolescentes, usted dice saber mucho sobre disciplina, pero no tiene idea de cómo aplicarlo con nosotros —comenté con seguridad, estaba haciendo un esfuerzo por no sonar grosera, solo decía lo que pensaba.

—Además, era solo un beso, ¿acaso usted nunca ha besado a alguien que le atrae? —Nash y sus palabras que no tenían demasiado sentido.

—No tiene permiso para juzgar mi trabajo, Collins, eso solo demuestra lo mal educada que es —respondió con molestia—. Y lo que dice usted Grier no viene al caso. Lo que hicieron está mal, fin del asunto.

Gruñí dispuesta a contestar, pero luego me di cuenta que eso solo sería perder el tiempo, siempre saldría perdiendo frente a este tipo.

—Como sea, ¿qué se supone que hagamos ahora?

—Les daré una oportunidad más —movió su dedo índice frente a nosotros—. Cualquier otra cosa que hagan, serán castigados. Y claro, tendrán que limpiar el desastre de la sala.

—¿Qué acaso estar aquí ya no es suficiente castigo? —me susurró Nash.

—¡Me cansaron! Vayan cada uno a su habitación, por hoy no harán más nada.

—¿Y ese es su castigo? ¿Obligarnos a estar en la habitación en vez de hacer las actividades? —reí con diversión—. Usted sí que sabe sobre disciplina.

Probablemente debería haberme tragado mis palabras, pero nunca fui buena en callar lo que pensaba, aunque trajera malas consecuencias.

—¡Solo márchense! Y se los advierto, algo más que se les ocurra hacer y tendrán un gran castigo.

—Sí, Señor Henderson —dijimos los dos al unísono, riendo y saliendo de allí.

Caminamos en silencio hacia el pasillo para ir a las habitaciones. Comenzaba a sentirme algo incómoda junto a Nash luego de lo sucedido, aunque realmente no había sido nada.

—¿No quieres terminar lo de hoy? —preguntó con una sonrisa pícara.

—¿De qué hablas?

—Del beso.

—No —dije dispuesta a marcharme.

—Espera —tomó mi brazo rápidamente.

—No quiero un castigo, Nash.

—¿Ahora eres una chica aplicada?

—Idiota —intenté nuevamente, pero su agarre se hizo más fuerte.

—Nadie nos verá, todos están ocupados pintando. Me aburriré solo en esa habitación horrenda. Ven conmigo, podemos mirar alguna película o charlar —sonrió de manera convincente.

Lo pensé unos segundos, si me iba entonces también me aburriría, porque hasta mirar el techo del cuarto me hacía sentir mal, era un edificio muy deprimente. El gris de las paredes comenzaba a asfixiarme.

—Si crees que aceptaré porque ya capté el doble sentido de tu "podemos mirar alguna película", estás equivocado —bromeé.

—Para ser sincero, no lo había dicho por eso —rió—, pero si lo deseas...

—Dios, no, ya quisieras tú.

Entre risas entramos a su habitación que era exactamente igual a la mía, solo que las camas se encontraban distribuidas de otra manera.

Nos sentamos en el sillón y él colocó una película que quién sabe de dónde la había sacado, tenía una calidad bastante mala. Le dio inicio para así mirarla en la pequeña televisión que había sobre un mueble, al igual que en todas las habitaciones.

—¿Qué miraremos?

— No tengo ni idea, la película es de Matt, el empaque no dice nada —murmuró mirando la caja.

A los minutos ambos bostezamos, era horrenda, dudaba de que algún día pudiera existir la apocalipsis de los gnomos, seres tan pequeños y sobre todo inexistentes no podrían acabar con el mundo, ¿verdad?

—¿Quién gastaría diez dólares en una película así? Es muy mala.

—Estoy de acuerdo.

—Hablamos de algo. Cuéntame algo sobre ti, pareces interesante Collins.

—Qué halago —reí—. Pero lamento decepcionarte, no lo soy.

—¿Pero sabes lo que sí eres? —lo miré esperando que siguiera—. Eres muy linda.

No fui consciente de cuando se había acercado tanto a mí, pero podía sentir su respiración.

—Esas palabras no funcionarán conmigo —susurré.

—¿Segura?

Y antes de que pudiera contestar, la puerta hizo un estruendoso ruido al ser abierta con tanta fuerza que golpeó la pared.

—¡Hemos llegado, Nash! Ya nos enteramos de lo que sucedió, fue muy gracioso —rieron Matt y Derek caminando hacia nosotros.

—¿Interrumpimos algo?

—No, claro que no, yo ya me iba —me apresuré a levantarme del sillón.

—Ya veo... —Matt me observó con cautela, comencé a sentirme incómoda—. ¿Qué hacían mirando mi película? ¡Me hubieran esperado!

—Es una película de mierda, Matt —dijo Nash.

—¡¿Cómo te atreves?! Es genial, solo que tú no la entiendes.

—Es básica, la trama es una porquería, al igual que la calidad.

—Ni siquiera sé por qué la tomaste.

Aproveché que ambos estaban discutiendo animadamente y en silencio caminé hacia la puerta. Derek me vio pero solo sonrió sin decir nada.

Suspiré en cuanto estuve en el pasillo. ¿Y si los chicos hubieran llegado tan solo unos minutos más tarde? ¿Entonces quizá Nash y yo nos hubiéramos besado? Nunca lo sabría. Sentí alivio en cuanto caminaba hacia mi habitación, pero este se esfumó en cuanto vi a Mika y Frida que abrieron sus ojos con sorpresa al verme salir del cuarto de Nash.

Sabía que no me creerían, pero les diría la verdad, entre él y yo no había sucedido nada, y dudaba de que alguna vez sucediera.

Campamento Militar || Nash Grier (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora