De nuevo las miradas extrañas. Fui a la cocina por un café y traté de ser lo mas normal posible.
-No estás acostumbrado a hacer nada? -dijo ella empezando sus sarcasmos.
-Es algo malo? -dije poniendo un terrón de azúcar a la taza.
-Trabajar es tu vida. Se nota tu dedicación. -dijo despacio y al ver que yo fruncia el ceño, añadió -Por tu forma física, parecieras de menos edad.
-Sorprendida? -dije mirándola serio
-Te hará sentir mejor saber que ahora estoy sufriendo yo las consecuencias?
Por un instante me sentí perdido en la insinuación de sus palabras. Me sentí culpable.
-No puedes estar así todo el tiempo, estudia, lee, dedícate a algo mas. -dije caminando hacia la salida.
-Cualquier cosa que relaje es buena para el cuerpo, o la mente. Pero hay cosas que no sabemos controlar. -dijo algo afligida.
La tensión se incrementó, pero enseguida volví a recuperar el control.
-Voy a rondar Señorita Luca. Que tengas lindo día. -dije saliendo por la puerta.
Pude haber jurado que rabiaba a mis espaldas, pero no me importó. Miré el cielo nublado y decidí limitar el paseo sólo cinco minutos.
-Has llamado a Corrado?, -dijo Moncada acercándose.
-Importa eso? -dije de mal humor.
Su semblante cambió.
-Si, si importa.
-No, -dije secamente, -lo que importa es que todo está en orden, por el momento.
-Bueno, buscaré mas leña Cayetano, amenaza la lluvia. -dijo alejándose.
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7:00 P.M
La lluvia caía sin cesar. El frio era inmenso. Miré a Oneca que estaba frente a la chimenea buscando calor y por un momento sentí cierta ternura.
-Quieres chocolate caliente? -dijo Moncada irrumpiendo mis pensamientos.
-Si, gracias.
-Corrado habló conmigo Cayetano, al parecer todo está en orden. La vieja deuda ya quedó salda, así que estoy seguro que pronto te llamará para darte nuevas directrices. -Moncada hablaba muy bajo para que Oneca no escuchara.
-Has buscado bien esos informes Moncada, estás seguro?
-Si, si lo hice.
-Bueno, son buenas noticias no? -dije algo tranquilo.
-Claro que sí. -dijo el echando mas chocolate en mi taza.
Me quedé pensativo. Al parecer al viejo lo amenazaban con secuestrar a su hija si no pagaba una deuda vieja. Pero al parecer la deuda estaba salda. Serian ciertas las palabras de Moncada? No quise darle mas vueltas al asunto. Miré a Oneca y sentí lástima por ella. No tenía culpa de nada. De mi parte solo estaba protegerla, cuidarla. Así lo haria, habia sido mi contrato.
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NARRA ONECA
La indiferencia de Cayetano me mataba lentamente. Sabía que habia sido muy rápido pensar en que estaba enamorada, pero si de algo estaba segura era de que nada mas mi padre me lo había presentado me había atraido enormemente. La edad no me importaba, pero al parecer a el si. Tenia mucho corage con el y mucho corage conmigo misma por habérmele entregado a un hombre que no le habia importado para nada mi virginidad. Cayetano no podía hacerme esto, no se burlaría de mi como si nada hubiera pasado. Sentia corage, sentía frustración, sentía despecho. Estaba dispuesta a lo que fuera, con tal de que Cayetano me correspondiera.
Faltaba solo un día para que Moncada se fuera, asi que me dispuse a mortificar a Cayetano, queria ver reacción de el.
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EL GUARDAESPALDAS
RomanceOneca Aurora, una chica de dieciocho años, engreída, caprichosa, arriesgada, hija única del empresario millonario, Corrado Luca. Al morir su madre en un accidente de tráfico, su padre la empezó a concentir en todo. Cayetano Ruiz, trabajador fiel...