29) MALVADO

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Al abrir los ojos no tardé en darme cuenta que había estado inconciente.  Por cuánto tiempo?, no sabía.

-Al fin despiertas niña, ya me estabas preocupando, -rio con sarcasmo.

Lo miré aturdida, estaba frente a mi cama sentado en una silla y fumaba sin dejar de observarme.

Lo miré aturdida, estaba frente a mi cama sentado en una silla y fumaba sin dejar de observarme

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Fue entonces cuando recordé lo que había pasado.  Me había llevado hasta el cuarto tirándome sobre la cama y sin decir palabras se me fue encima a los golpes.  Fueron tan salvajes sus cachetadas que logró partirme el labio inferior y morarme un ojo, dejándome inconciente.  Fui a levantarme asustada de la cama con miedo de que se repitiera aquella salvaje escena y el me lo impidió.

-A donde crees que vas?, -dijo ejerciendo fuerza con la mano.

-Abusador, eres malvado, -dije llorando, -mira como me has pegado. -grité limpiando la sangre de mi boca.

-Mira como me has provocado, no juegues con mi paciencia Aurora. -dijo dándome una palmada sobre la mejilla.
-Ahora mira como estás para la boda. -dijo pasando un dedo por mi labio partido.

Me bajó una lagrima mojándo su mano y el la secó.

-No vuelvas a enojarme, -dijo levantándose de la silla.

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(Corrado)

-Ya todo está bajo control Cayetano.  Por lo pronto no quiero que salgas de esta casa.  Ya no confió en nadie. -dijo el viajo mirándome serio

-Señor, por favor. -dije caminando tras de el.

-Basta Cayetano, la confianza se ha perdido.  Mira donde está mi hija ahora. -dijo llamando por su celular.

Iba a seguir convenciéndolo pero el viejo estaba reaccio.  No confiaba ya en mi y eso me calcomia por dentro.

-Maldito seas Moncada, -dije haciendo mi mano un puño.

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Después de ducharme esa noche empecé a sentirme un poquito mejor.  Aún adolorida, pero estaba limpia y fresca.  Me dirigía a la cocina a comer algo y al pasar por el pasillo ví una luz encendida.  Me llevé la mano al corazón y la escena me dejo atónita.  Moncada estaba justo frente a la nevera y vestía solo con una toalla blanca sobre su cintura.  Su cabello recien cortado estaba mojado y se veía tan varonil y sexy que olvidé completamente la paliza que me había dado.  Me quedé helada.  Era un hombre alto, atlético, sus ojos verdes brillaron.

-No sabía que estuvieras despierta -dijo dejando una botella de whisky en la encimera.

-Venía por algo de comer, pero ya se me ha quitado el hambre. -dije virando para irme.

-Oyeeee, espera, -dijo firmemente.

Lo miré mientras se acercaba.

-Porque no celebramos y nos relajamos un momento?, -dijo mirándome raro.

EL GUARDAESPALDASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora