33) PERSECUCION

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Pasaban y pasaban los días.  Mis malestares cada vez eran peor, no sabía que me pasaba hasta esa tarde cuando me miré al espejo y ví mi vientre bastante abultado.  El corazón me dio un vuelco pensando en lo tonta y necia que abía sido al no prestarle atención a mi cuerpo. 

-Dios mio, -dije tocando mi panza.

-Que te pasa?, -dijo alguien a mis espaldas.

Lo miré curiosa y rei sin saber como.

-Has notado mi cuerpo diferente?, -dije mirando su reacción.

-Porque preguntas niña?, tan ingenua y necia eres?, -dijo el acercándose.

-Lo sabías tu, y ahora dime que vas aser conmigo?  -dije nerviosa

Lo vi tragar en seco y pasando su mano por la barbilla, se acercó.

-Que esperas tu que yo haga contigo?, -dijo devolviéndome la pregunta.

Lo miré nerviosa y sin bajarle la mirada me llené de valor.

-Me gustaria que formaramos una familia, que te olvides de tu sed de venganza y que lo dejes todo atrás antes de que las cosas se salgan de control.

Su mirada cambió a una de sorpresa y como si le hubiera hecho alguna gracia empezó a reir a carcajadas.
Su sarcasmo me fastidio.

-Eres odioso y repugnante, eres el ser mas despreciable que he conocido.  La vida quiere darte una oportunidad y no la aprovechas maldito arrogante.  Ni siquiera un hijo te importaaaaaa?, -le grité

-Yo no pedi un hijo, yo no queria esto, no estaba en mis planes.  Todavía no he llevado mi plan a cabo, cuando tu te empeñas en jodermelo quedando embarazada.

-Maldito infeliz, no me embaraze sola, tu sabías lo que hacias,  -dije furiosa dándole golpes en el pecho.

-Ese hijo no debe nacer, y si nace no estará a tu lado.  Lo llevaremos a cualquier casa adoptiva, ya me basta contigo maldita mocosa ingenua. -me gritó furioso sosteniéndo mis manos.

-Te vas a arrepentir de esto, te lo juro Moncada, yo misma voy a verte cuando le supliques piedad a mi padre, a Cayetano, te odio maldito traidor y sueltáme las manos, que me sueltes, -dije forcejeando.

-No me hables de Cayetano, te prohibi que lo hicieras,  -decia furioso empujándome hacia la pared.

-Quita tus manos y dejame ir, sueltame, sueltame, -seguia en el forcejeo con el.

-No quiero golpearte Oneca, no me provoques, ya basta, basta, -dijo tirándome a la cama.

Empezé a llorar al verlo salir furioso por la puerta tirándola con todas las ganas.

****************

Seguian pasando los días, las semanas, ya mi vientre abía crecido tanto que ni siquiera tenía ropa para ponerme.  Ese día llevaba un camison de Moncada, me miraba al espejo y veía lo mucho que abía cambiado.

-Que serás bebe?, una niña?, un varoncito?,  -decia acariciandome el vientre.

-Oneca, -dijo Moncada entrando de golpe al cuarto.

Lo miré sobresaltada.

-Iré a la ciudad, me urgen unas cosas, te lo advierto, no te pases de lista.  Cuando vuelva no quiero sorpresas, me entendistes.  -dijo serio sin apartar su mirada

No le contesté nada y seguí mirándome al espejo.

-Oye niña te estoy hablando, -dijo jalándome el brazo.

-Llévame contigo Moncada, -dije en un ruego.

-Eres tan complicada, no puedo llevarte, lo sabes Oneca.

EL GUARDAESPALDASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora