32) ASECHO

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-Que ocurre? -pregunté al verlo tan pensativo.  Parecía preocupado.

-Nada, nada, no he dormido bien anoche.

-Si ya me di cuenta Moncada.  Estabas parado en medio de la puerta a las tres de la mañana. -dije con una sonrisa a medias.

-Son pesadillas que tengo a menudo.  Sueño cosas raras.

-Como qué?, -dije acercándome

-Me asechan, me persiguen, -dijo el con la mirada ida hacia la pared.

-Tal vez sea la conciencia avisándote cosas Moncada.

Me sostuvo fuerte del antebrazo jalándome hacia el.

-No empieces a fastidiarme.  Me importa un bledo mi conciencia Oneca. -dijo molesto soltándome.

-Tranquilo, pero no fumes tanto por favor.  No es bueno para la salud. -dije viendo como encendía un cigarro.

-Voy a salir a correr un rato -dijo saliendo por la puerta.

*******************

El cielo estaba lleno de nubes negras y media hora más tarde empezaron a caer las primeras gotas.  Moncada volvió cubierto de sudor pero tan guapo como siempre, con una camisilla y pantalón corto. 

-Quieres un café?, -dije viéndolo llegar

-Si, -dijo secándose el sudor de la cara. -luego volvió a hablar.
-Oneca, acaban de enviar una alerta....se acerca tormenta.

-Tormenta?

-Tenemos que cerrar todo muy bien, estamos en plena orilla y es bastante peligroso.

-Que estás diciendo?, -dije asustada

-En serio, ven conmigo niña

Horas mas tarde ya todas las ventanas estaban clausuradas y la luz se había cortado.  Se había desatado una fuerte tormenta con rayos y truenos que hacían retumbar aquella casa.  Se escuchaban las olas azotando lado a lado y los nervios se apoderaban mas de mi.  Estabamos sentados en el suelo, justo en el pasillo de la casa.

-Tengo mucho miedo, -dije temblando

-Está empeorando, -dijo el alumbrando a todos lados.

Sentí un escalofrió y lo miré.

-Tu has tenido miedo alguna vez?, -dije mirando sus facciones.

-Si, -contestó él, -Cuando murió mi papá.

Desee no haber hecho aquella pregunta pero ya era tarde para eso.  Tragué con dificultad y quise apaciguar la cosa.

-Hace frio, estoy asustada, -dije  nerviosa.

-Ven chiquilla, -me empujó contra su pecho.

Pasé mis manos sobre su cintura y puse mi cabeza sobre su pecho, cerrando los ojos.  Por un momento me empecé a sentir segura a su lado y pude jurar que estaba sintiendo bastante mas por el de lo que ya temía.

-Todavía tienes frio?, -dijo el con su voz en un susurro.

-No, todo lo contrario, -reí levantándo la mirada.

Por un momento nos miramos los dos en silencio.  El fue el primero en hablar. 

-Será mejor que me levante del suelo. -dijo con una sonrisa sincera.

-Quédate, -murmuré con nerviosismo

-No debería Oneca

-Por favor, quédate -volví a decir.

EL GUARDAESPALDASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora