18) LA CASA

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La casa era preciosa.  El abrio la puerta dejándome entrar y tardé en reaccionar.  Mis ojos rápidamente se fueron lado a lado observando todo lo que pudiera en aquel instante.  Era todo un lujo. 

-Es, es preciosa, -dije asombrada mirando cuanto detalle.

-Nada diferente a lo que ya estas acostumbrada. -dijo sarcástico.

Su comentario me molesto pero opté por quedarme callada.  Seguia mirando todo a mi alrededor hasta que algo captó mi mirada.  Era una foto familiar. Caminé hasta la mesa y la sostuve en mis manos. 

-Eres tu y tu papa?, -dije mirando el hermoso niño junto a un hombre que no dejaba de ser bastante guapo.

-Si, quien mas podria ser, dame eso, no te he dicho que toques nada. -dijo malhumorado quitándome la foto poniéndola donde segundos antes estaba.

-Pensé que vivias en la ciudad, por lo visto estamos lejos de casa, -dije mirándolo mientras el ponía el bolso en el suelo.

-No pienses tanto Oneca, -dijo sacando las cosas del saco.

-Porque trajistes eso?, dije curiosa mirando lo que sacaba.

-Bueno, aqui tienes un cuadro, una sábana, una libreta, -decia riendo mientras seguia sacando cosas, -una camisa, un lápiz,  -decia sarcástico.

Me acerque furiosa quitándole el bolso y entrando lo que el habia sacado.

-Dame mis cosas, no se porque las trajistes, -dije furiosa.

-Para que no extrañes tanto tu entorno Aurora, -dijo riendo.

-Maldito infeliz, -dije caminando hacia la puerta para irme.

Lo escuché reir y al mirar atras pude observar que seguia en el mismo lugar.

-Adelante, sal, -vamos a ver si encuentras quien te ayude -dijo riendo señalando la puerta.

-Porque lo dices?, Que lugar es este?, Por eso me traistes en el baúl para que no mirara el camino no?, -dije frunciendo las cejas.

-Eres tan ingenua chiquilla, -dijo acercándose.

Lo mire nerviosa tragando saliva con dificultad al verlo detenerse frente a mi cuerpo.  Levante la mano para quitar un mechon de cabello que me rozaba la cara y al hacerlo el sostuvo mi mano.

-Dejame ayudarte, -dijo echando el mechon hacia el lado.

-No, no me toques, -dije nerviosa.

Estaba muy serio.  Solo me miraba detenidamente, pude jurar que observaba cada detalle de mi rostro.

-Oneca, Oneca Aurora, la hijita del riquitillo, la consentida de su padre, -dijo sarcástico.

-Que quieres de mi?, ya dejastes ir a mi padre, eso dijistes no?, entonces porque no haces lo mismo conmigo? -dije mirándole sus verdes ojos.

-Te dije que no pienses tanto, no preguntes. -dijo cerrando la puerta que yo minutos antes habia abierto para irme.

-Y Cayetano?, donde esta el?

-Ven camina, quiero llevarte a tu cuarto. -dijo esquivando mi pregunta.

-Que le hicieron a Cayetano?, quiero verlo, saber como está.

Lo vi caminar hasta el fondo de la sala y segui detrás de el con mi interrogatorio.

-Te estoy hablando traidor, dime donde está el.

-Se que te gustará tu cuarto, puedes escojer otro si quieres.

-Que no quiero nadaaaaa  -grite furiosa tirándole con una figura que encontré a mi alcanze.

-Mira Oneca ya me estas hartando la paciencia, te juro que estoy tratando de ser bueno contigo, pero tengo un limite y tu lo estás sobrepasando, -dijo furioso cojiéndome por un brazo llevándome hasta el interior de un cuarto.

-Este será tu cuarto, aqui te quedas.  Yo estaré abajo por si me necesitas. -dijo  cerrando la puerta con llave del otro lado.

-Moncada, Moncadaaaa, abre la puerta, ábrelaaaaa.  No puedes tenerme aqui.  Ábreeeee, -decia dándole patadas a la puerta.

*****************

3:00 A.M.

Estaba sentado frente a mi, mirándome sin decir nada.  De pronto se levantó acercándose sin yo poder defenderme y con su mano hecha un puño me lo propino en la cara.

-Esto es por mi padre, -dijo golpeándome sin piedad.

La vista se me empaño y empezé a marearme.

-Sabes Cayetano, deberia matarte.

-Moncada dijistes que todavía no, ibas a torturarlo. -dijo Simón quitándole el arma con la que me apuntaba.

Por un momento senti alivio.  Me costaba respirar.  Bajé la cabeza cerrando los ojos y pensé en Oneca.  Donde estaría?

-Aveces quisiera eso tio, pero el corage es tanto que quiero terminar con esto ya de una vez. -dijo Moncada levantando mi cabeza para que lo mirara.

Me ardían los ojos, tenía mareos y la garganta seca.  Lo miré implorándole que le pusiera fin a todo, pero el queria otra cosa.

-Voy a preguntarte algo Cayetano, -dijo quitándome la venda que tenía yo amarrada a la boca. -Dime que sentistes cuando matastes a mi padre? -dijo furioso

-Oneca, la chica?, la chica?, donde está porfavor?  -dije desesperado

Miro a su tio y empezó a reir incrédulo.

-Esa no era la pregunta Cayetano. -dijo levantando mi cabeza otra vez.

-No senti nada, nada -dije escupiendo su ropa.

Me miró con furia y volvió a propinarme un golpe mucho mas fuerte en la cara.

-Voy a hacerte mierda, te lo juro, -dijo dándome un tercer golpe que nublo todo mi ser.

Los escuchaba reir mientras los golpes seguían y seguían intensificándose. 

-Vas a implorme piedad, -fue lo último que escuché seguido de un golpe mucho mas fuerte.

****************

Abrí la puerta sin hacer mucho ruido, y allí estaba ella.  Durmiendo acurrucada sobre aquellas sábanas blancas.  Por un momento sentí compasión y me acerqué. 

-Eres tan frágil, -dije en un susurro.

La ví moverse y caminé unos pasos hacia atrás.  Miré el relog y ya casi amanecía.  Me abía pasado toda la madrugada torturando a Cayetano.  Volví a mirar a Oneca y pensé en Corrado.

-Vas a saber que es lo que se siente perder a alguien, viejo desgraciado. -dije saliendo del cuarto, cerrándolo del otro lado.






EL GUARDAESPALDASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora