39) QUIERO SER TUYA

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El estaba sirviendo dos tazas de café, aparentemente tranquilo. Tenía un vaquero ajustado y estaba sin camisa. Estaba totalmente concentrada mirándolo y ya mis ganas no podían mas.

-Tomá Kate!  -sonrió ofreciéndome una taza.

Lo miré incómoda, intentando ordenar mis pensamientos, pero ya no había nada que pensar. Había decidido decirle algo, y tenía que hacerlo.

-Quiero acostarme contigo.

A él se le cayó la taza de las manos. Literalmente. Se quedó tan sorprendido que la taza resbaló al suelo, manchando de café la pata del pantalón.

-Qué has dicho?

-Que quiero acostarme contigo.

-Pensaba que no abía oido bien,,,,
-dijo sonrojándose.

-Quiero, quiero sentirte, quiero ser tuya Moncada.

-Ahora sí que no entiendo, -dijo cojiéndo la taza del suelo

-Necesito aclarar esto que me pasa contigo, me estoy volviendo loca,,,, no puedo dejar de pensar en otra cosa que no sea esto.

-Que pena -sonrió él algo nervioso

-Es que no lo entiendes?, no dejo de pensar en tí!

-Y crees que acostándote conmigo, lo harás?, -rió sin tener ganas

-Si lo hiciera, quizás me olvidaría despúes de ti, y tu de mí, estoy segura.

-Qué? -dijo confuso

-Qué te olvidarías de mi.

Llevaba días soñando con aquello, imaginándomelo dentro de mi. Mis pensamientos me sacaban de control y queria ponerlos en acto.

-Yo no quiero olvidarme de tí Moncada, me gustas demasiado, -dije en voz baja muy cerca de él.

Me miró solo unos segundos que para mí parecieron toda una eternidad y se dio la vuelta sin decir nada. Me quedé haciendo un esfuerzo por no salir corriendo tras él, ya que los nervios me consumían por dentro.

-Maldita sea! -dije tragando con dificultad.

Me sentía el corazón helado, paralizado. Tenía un nudo en la garganta y mis ojos se llenaban de lágrimas.

-Mala idea,,, -dije en voz baja dejando escapar una lágrima

Me sentía humillada, despreciada, le había ofrecido un postre que quizás el no quería en aquel momento. Que tonta había sido.

****************

Seguían pasando los días sin acontecimiento alguno. El se veía distante y pensativo, a decir verdad me preocupaba su actitud. Daba la impresión que tramaba alguna cosa. No se había ido a buscar a su Oneca porque yo lo había impedido. Las cosas no estaban en la ciudad del todo bien. Se escuchaban noticias y rumores de que el seguía fugitivo y esa tarde fue que al final supe el porqué.

-Porque nunca me dijistes que tu mujer es la hija del famoso Empresario de la Ciudad?, -dije molesta alcanzándolo a la orilla del muelle

-Porque no tenía caso, vamos a ver, que diferencia tiene.

-Mucha Señor Moncada, tiene muchísima diferencia. Ya veo porque no lo hablastes entonces, tienes miedo, lo tienes porque sabes lo que te espera.

Me miró enarcando las cejas y se acercó molesto.

-Miedo?, por favor, si fuera el caso nunca la hubiera secuestrado.

-Ahora entiendo perfectamente, te casastes con ella para que quede impune tu secuestro, no es asi?, -le grite furiosa

EL GUARDAESPALDASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora