El estaba sirviendo dos tazas de café, aparentemente tranquilo. Tenía un vaquero ajustado y estaba sin camisa. Estaba totalmente concentrada mirándolo y ya mis ganas no podían mas.
-Tomá Kate! -sonrió ofreciéndome una taza.
Lo miré incómoda, intentando ordenar mis pensamientos, pero ya no había nada que pensar. Había decidido decirle algo, y tenía que hacerlo.
-Quiero acostarme contigo.
A él se le cayó la taza de las manos. Literalmente. Se quedó tan sorprendido que la taza resbaló al suelo, manchando de café la pata del pantalón.
-Qué has dicho?
-Que quiero acostarme contigo.
-Pensaba que no abía oido bien,,,,
-dijo sonrojándose.-Quiero, quiero sentirte, quiero ser tuya Moncada.
-Ahora sí que no entiendo, -dijo cojiéndo la taza del suelo
-Necesito aclarar esto que me pasa contigo, me estoy volviendo loca,,,, no puedo dejar de pensar en otra cosa que no sea esto.
-Que pena -sonrió él algo nervioso
-Es que no lo entiendes?, no dejo de pensar en tí!
-Y crees que acostándote conmigo, lo harás?, -rió sin tener ganas
-Si lo hiciera, quizás me olvidaría despúes de ti, y tu de mí, estoy segura.
-Qué? -dijo confuso
-Qué te olvidarías de mi.
Llevaba días soñando con aquello, imaginándomelo dentro de mi. Mis pensamientos me sacaban de control y queria ponerlos en acto.
-Yo no quiero olvidarme de tí Moncada, me gustas demasiado, -dije en voz baja muy cerca de él.
Me miró solo unos segundos que para mí parecieron toda una eternidad y se dio la vuelta sin decir nada. Me quedé haciendo un esfuerzo por no salir corriendo tras él, ya que los nervios me consumían por dentro.
-Maldita sea! -dije tragando con dificultad.
Me sentía el corazón helado, paralizado. Tenía un nudo en la garganta y mis ojos se llenaban de lágrimas.
-Mala idea,,, -dije en voz baja dejando escapar una lágrima
Me sentía humillada, despreciada, le había ofrecido un postre que quizás el no quería en aquel momento. Que tonta había sido.
****************
Seguían pasando los días sin acontecimiento alguno. El se veía distante y pensativo, a decir verdad me preocupaba su actitud. Daba la impresión que tramaba alguna cosa. No se había ido a buscar a su Oneca porque yo lo había impedido. Las cosas no estaban en la ciudad del todo bien. Se escuchaban noticias y rumores de que el seguía fugitivo y esa tarde fue que al final supe el porqué.
-Porque nunca me dijistes que tu mujer es la hija del famoso Empresario de la Ciudad?, -dije molesta alcanzándolo a la orilla del muelle
-Porque no tenía caso, vamos a ver, que diferencia tiene.
-Mucha Señor Moncada, tiene muchísima diferencia. Ya veo porque no lo hablastes entonces, tienes miedo, lo tienes porque sabes lo que te espera.
Me miró enarcando las cejas y se acercó molesto.
-Miedo?, por favor, si fuera el caso nunca la hubiera secuestrado.
-Ahora entiendo perfectamente, te casastes con ella para que quede impune tu secuestro, no es asi?, -le grite furiosa
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EL GUARDAESPALDAS
RomanceOneca Aurora, una chica de dieciocho años, engreída, caprichosa, arriesgada, hija única del empresario millonario, Corrado Luca. Al morir su madre en un accidente de tráfico, su padre la empezó a concentir en todo. Cayetano Ruiz, trabajador fiel...