26) LA HUIDA

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-Que hicistes?, -dijo ella sorprendida al verme salir del baño.

-Vamos Oneca, no tengo tiempo para tonterias, recoge lo poco que tenemos y nos vamos.

-Dios ahora si que te volvistes loco -dijo riendo sin dejar de mirame

-Te digo que basta Aurora, no es para que te guste, ni a ti ni a nadie.  Vamos muévete.

Esperé a que se vistiera con la ropa oscura que le había dado.  Se recogio su cabello escondiéndolo bajo una gorra de chico y cojiendo yo la mochila, salimos a toda prisa.
Por el camino solo estaba concentrado en mi plan de escape.  En como pasaría la frontera desapercibido.  Al momento nadie había hablado de mí.  La desaparecida eran ella y Cayetano, yo era su secuestrador.

-Mierdaaaaa, -dije deteniéndome de golpe a la orilla de la carretera ya que se había ponchado un neumático.

-Sabes arreglarlo?, -dijo ella asustada.

La miré con la expresión fruncida y me reí sin tener ganas.

-Se disparar un arma pero no se arreglar un neumático.  -dije bajando del auto a toda prisa.

-Eres un necio arrogante, -dijo ella mirándome mal.

-Tu una ingenua engreida, fastidiosa y niñata.  -dije desde el otro lado buscando en el baúl la respuesta del neumático.

Me apresuré a cambiarlo ya que estabamos expuestos a la orilla de la carretera.  Solo pasaban uno que otro auto, nada raro hasta ahora, nada fuera de lo normal.  Entré al auto encendiéndo el motor  alejándome de allí a toda velocidad.  Respiré hondamente tratando de relajarme.  Por fin mas tranquilo pensé en el próximo paso. 

-Bien, escúchame bien niña.  Pasaremos la frontera.  Vas a esconderte en la parte trasera del auto y pondré esto sobre ti.  -dije enseñando mi mochila y un par de cosas mas.

Ella me miró asustada.

-Te juro Oneca que si el oficial me detiene no me importará nada, me entendistes?, -dije concentrado en mi plan.

-Eres capaz de matarme?, -dijo con la voz quebrada.

-Soy capaz de cualquier cosa.  -la miré sin pestañear.

Ella no dijo nada.  Solo esperó mi orden y faltando unos minutos para llegar a la línea fronteriza, se escondió.  Tragué con dificultad.  La verdad era que estaba algo nervioso.  A la expectativa de cualquier cosa.  Llegó mi turno y el oficial me detuvo.

-Buenas noches joven, -dijo mirando el auto con una linterna.  -Lo salude solo con un gesto. 

-A donde te diriges?, -dijo él mirando curioso exactamente donde estaba Oneca.

-Voy a Canada Sr., al Distrito de Toronto. 

-Tu pasaporte?

-Aqui lo tengo. -dije enseñando mi identificación.

El oficial miró detenidamente la tarjeta, luego me miró a mi.
Frunció algo las cejas.  El corazón se me aceleró.

-Quitaté la gorra. -dijo alumbrándome la cara con la linterna

-Pasa algo?, -dije poniendo mi mano sobre mi cintura tocando el arma.

-Nada, solo te ví algo diferente. -dijo mirándome bastante serio. -Puedes pasar. -dijo el abriendo el gancho.

-Gracias oficial, buenas noches. -dije pasando la raya que encaminaba a un nuevo comienzo.

Al alejarme lo suficiente le dije a Oneca que saliera, respirando ya con bastante tranquilidad.

EL GUARDAESPALDASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora