-Que hicistes?, -dijo ella sorprendida al verme salir del baño.
-Vamos Oneca, no tengo tiempo para tonterias, recoge lo poco que tenemos y nos vamos.
-Dios ahora si que te volvistes loco -dijo riendo sin dejar de mirame
-Te digo que basta Aurora, no es para que te guste, ni a ti ni a nadie. Vamos muévete.
Esperé a que se vistiera con la ropa oscura que le había dado. Se recogio su cabello escondiéndolo bajo una gorra de chico y cojiendo yo la mochila, salimos a toda prisa.
Por el camino solo estaba concentrado en mi plan de escape. En como pasaría la frontera desapercibido. Al momento nadie había hablado de mí. La desaparecida eran ella y Cayetano, yo era su secuestrador.-Mierdaaaaa, -dije deteniéndome de golpe a la orilla de la carretera ya que se había ponchado un neumático.
-Sabes arreglarlo?, -dijo ella asustada.
La miré con la expresión fruncida y me reí sin tener ganas.
-Se disparar un arma pero no se arreglar un neumático. -dije bajando del auto a toda prisa.
-Eres un necio arrogante, -dijo ella mirándome mal.
-Tu una ingenua engreida, fastidiosa y niñata. -dije desde el otro lado buscando en el baúl la respuesta del neumático.
Me apresuré a cambiarlo ya que estabamos expuestos a la orilla de la carretera. Solo pasaban uno que otro auto, nada raro hasta ahora, nada fuera de lo normal. Entré al auto encendiéndo el motor alejándome de allí a toda velocidad. Respiré hondamente tratando de relajarme. Por fin mas tranquilo pensé en el próximo paso.
-Bien, escúchame bien niña. Pasaremos la frontera. Vas a esconderte en la parte trasera del auto y pondré esto sobre ti. -dije enseñando mi mochila y un par de cosas mas.
Ella me miró asustada.
-Te juro Oneca que si el oficial me detiene no me importará nada, me entendistes?, -dije concentrado en mi plan.
-Eres capaz de matarme?, -dijo con la voz quebrada.
-Soy capaz de cualquier cosa. -la miré sin pestañear.
Ella no dijo nada. Solo esperó mi orden y faltando unos minutos para llegar a la línea fronteriza, se escondió. Tragué con dificultad. La verdad era que estaba algo nervioso. A la expectativa de cualquier cosa. Llegó mi turno y el oficial me detuvo.
-Buenas noches joven, -dijo mirando el auto con una linterna. -Lo salude solo con un gesto.
-A donde te diriges?, -dijo él mirando curioso exactamente donde estaba Oneca.
-Voy a Canada Sr., al Distrito de Toronto.
-Tu pasaporte?
-Aqui lo tengo. -dije enseñando mi identificación.
El oficial miró detenidamente la tarjeta, luego me miró a mi.
Frunció algo las cejas. El corazón se me aceleró.-Quitaté la gorra. -dijo alumbrándome la cara con la linterna
-Pasa algo?, -dije poniendo mi mano sobre mi cintura tocando el arma.
-Nada, solo te ví algo diferente. -dijo mirándome bastante serio. -Puedes pasar. -dijo el abriendo el gancho.
-Gracias oficial, buenas noches. -dije pasando la raya que encaminaba a un nuevo comienzo.
Al alejarme lo suficiente le dije a Oneca que saliera, respirando ya con bastante tranquilidad.
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EL GUARDAESPALDAS
RomanceOneca Aurora, una chica de dieciocho años, engreída, caprichosa, arriesgada, hija única del empresario millonario, Corrado Luca. Al morir su madre en un accidente de tráfico, su padre la empezó a concentir en todo. Cayetano Ruiz, trabajador fiel...