Amanecio el dia super frio, ya que habia llovido toda la noche sin cesar. No estaba en mi casa, ni siquiera en mi cama y habia dormido tan plácidamente que no queria salir de entre aquellas sábanas. Pero mis deseos se esfumaron rápidamente.
-Levántate, ven vamos, -dijo entrando de mala gana.
Al parecer era su costumbre.
La puerta dio tumbos de lado a lado mientras el se acercaba.-Oye, que pasa?, no tienes modales, algo de educación al menos?, -dije molesta tapándome con la sábana.
-Al diablo con los modales, -sal de la cama, vamos chiquilla, muévete.
-Quien te crees que eres para darme órdenes?
Lo ví reir y salí de mala gana de la cama olvidando que la noche antes me había metido a dormir solo en ropa interior. Vi como su sonrisa se desdibujaba y volvia la seriedad a su rostro.
-Que quieres Moncada?, dije avergonzada y bastante nerviosa.
-Bonita chica, -dijo mirándome de pies a cabeza.
-Que quieres?, volvi a decir buscando rápidamente mi ropa.
-No estás en tu castillo Oneca, estas en el mio, que te quede bien claro, -dijo agarrando la camisa antes que yo.
-Devuélveme la blusa Moncada. -dije poniéndome rápidamente el pantalón.
-Lindos senos, -dijo con la camisa en la mano.
Su sarcasmo me enfermaba, pero lo que realmente me molestaba era que lograba ponerme nerviosa.
-Que me des la blusa porfavor, -dije tapándome con mis manos.
-Todavia no entiendo una cosa Oneca, -dijo acercándose.
No abia distancia entre nosotros, ya que yo estaba arrinconada entre la pared y el.
-Dame la camisa, -dije tratando de quitarsela, pero el esquivó mis movimientos.
Lo vi reir otra vez y trague con dificultad.
-No entiendo porque demonios sigues pensando, tal vez sintiendo por el hombre que te arrebató a tu madre. -decia mirándome detenidamente a los ojos. -Necesitas un hombre de verdad, que te haga sentir como te mereces, -dijo riendo tocándome el fleco.
Me sentía super incómoda, super nerviosa. No sabía exactamente las intenciones que el tenia y sentia mucho miedo. Pero si el queria jugar al sárcasmo, yo le seguiría aquel juego.
-Lo único que quiero es que entiendas que yo aqui no tuve culpa de nada, -dije con un taco en la garganta.
-Aurora, -dijo pasando su mano por mi cara, -eres tan ingenua. -Tal vez si me miraras de otra manera, si me dieras una oportunidad -dijo riendo.
Sabía que queria fastidiarme, jugaba con mi paz mental, pero le devolvería el juego.
-Porque a tí?, es que aún no te has visto bien al espejo?, Eres una copia exacta de Cayetano. -dije riendo para mortificarlo.
-Porque me comparas con ese asesino?, -dijo furioso cambiándole el semblante.
-Porque te pareces, -seguí riendo ingenuamente.
-Pues vas a ver que tan diferente somos, -dijo molesto acercándose tan cerca que podia sentir su respiración.
Trate de salir de la esquina pero el se interpuso.
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EL GUARDAESPALDAS
RomanceOneca Aurora, una chica de dieciocho años, engreída, caprichosa, arriesgada, hija única del empresario millonario, Corrado Luca. Al morir su madre en un accidente de tráfico, su padre la empezó a concentir en todo. Cayetano Ruiz, trabajador fiel...