20) SORPRESA

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Llovía a cántaros y el sonido de los truenos me tenían los nervios de punta. No había dormido nada en toda la noche, gracias a la lluvia y al mal rato que había tenido con Moncada. Me extrañaba ya su llegada, así que decidí salir del cuarto. Tenía muchísima hambre y mi estómago crujia.

-Hola, -dije empujando la puerta ya que estaba semi abierta.
-Holaaaa, Moncada, Moncada, -dije saliendo por el corredor.

El silencio hubiera sido total a no ser por los truenos, pero a leguas se veía que no había nadie en la casa.
Recordé sus palabras al decir que allí solo estabamos el y yo, pero lo cierto era que en una casa tan enorme eso era muy dificil de entender. Lo sabía por experiencia propia. Quien cocinaba en aquella casa?, quien limpiaba?, quien lavaba ropa?, quien atendía el lugar. El solo no podría hacerlo todo, pensé. La curiosidad fue tanta que fui a indagar.

Al salir del corredor bajé unas escaleras y al final noté una puerta, la misma que reconocí inmediatamente ya que era allí donde Moncada me había cargado en hombros. Así que entré sigilosamente. Miré todo a mi alrededor y ví que todo seguia como la noche anterior. La camisa en el suelo y las marcas de la sábana al yo caer en ella seguían iguales. Por lo visto Moncada no había dormido allí. Tragué saliva con dificultad ya que empezaba a sentirme nerviosa pero no me detuve. Seguí curiosiando y llegué hasta el tocador. Nada fuera de lo normal. Abrí las gavetas y me percaté de algo que llamó mi atención. Lo tomé en mis manos y el corazón se me desbocó. Era una foto de mi madre con su papá.

-Que haces en mi cuarto?, -escuché fuerte decir.

Me giré sobresaltada y quise morirme en ese instante.

-Yo, yoooo, -decía nerviosa sin poder siquiera hablar.

-Por lo visto humeas mis cosas, -dijo furioso acercándose.

-No, no, no es lo que piensas, -dije asustada al verlo acercar.

-Entonces?, acaso quieres terminar lo que paso anoche?, -dijo con sarcasmo.

-Ya me iba, solo, solo baje y no supe como llegar a mi cuarto, -dije caminando hacia la salida.

-Y me crees tan idiota?, -dijo interponiéndose.

-Ya déjame pasar, me traes a tu casa y crees que vas a tenerme encerrada?, Que te quede bien claro que si estoy aqui es por el trato que hicimos, por nada mas Moncada. -dije furiosa tratando de escurrirme por su lado.

-Si estas aqui es porque a mi se me pega la gana, en cualquier momento puedo hacer contigo lo que quiera, no se te olvide Oneca, tu papá tiene una deuda conmigo y aún no se la he cobrado. -dijo furioso sin dejarme pasar.

-Quitate de mi camino, no te tengo miedo, -dije mirándolo con altanería.

-Ayer no me decias asi, ayer tu cuerpo temblaba Oneca y vas a temblar mas si sigues provocándome.

No le conteste y quise pasar por el lado de la puerta, pero el no se movía.

-Moncada este juego no me está gustando, voy a recordarte una cosa, mi padre es sumamente poderoso y si piensas que se quedará tranquilo por tu tenerme aqui, te dire algo, -dije mirándolo enojada,
-te equivocas idiota.

-Maldita altaneria, como tienes la facilidad de enojarme, pero te voy a domar niña estúpida, a mi tu me respetas, -dijo furioso pegándome en la cara.

El dolor fue inmenso y el mareo me hizo tambalear. Lo miré incrédula y empecé a llorar. Lo empujé de lado y salí del cuarto a toda prisa.

-Quitate animal, -dije pasando por su lado como una flecha.

EL GUARDAESPALDASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora