Parecia un día cualquiera, eso creía hasta que pude notar como mi padre y Cayetano hablaban sin cesar. Iba a caminar hacia el establo cuando escuché que mi papá me llamaba.
-Quiero que Cayetano te lleve a la Ciudad. Es hora de que cambiemos la rutina no crees hija? -dijo mi padre en presencia de Cayetano.
-No quiero salir papá, quiero permanecer en casa.
-Esta tarde viene gente importante Oneca, sabes a lo que me refiero, así que he dado el día libre a mis empleados y no quiero que mi hija este aquí.
Miré a Cayetano quien parecía bastante complacido y tragué saliva con dificultad. No había vuelto a verlo desde la última vez ya que había pasado casi una semana.
-Esta bien, como digas papá, como siempre a disposición de tus órdenes. Que no puedo tener libertad en mi propia casaaaaa?, -dije molesta mirando a Cayetano que podía haber jurado que sonreía maliciosamente.
-Las cosas se harán como yo diga y punto, quiero que te alistes, sube a tu dormitorio, arregláte y bajarás lo más rápido posible. Tu Guardaespaldas aqui te esperará.
Miré furiosa a mi padre no sin pasar como una flecha por el lado de Cayetano, dándole con el hombro.
-Maldito padre, maldito,,,,, estoy tan cansada de todo, -dije llorando entrando a mi dormitorio.
Bajé luego de una hora y él seguia allí, en el mismo lugar.
-Al fin te dignas en aparecer, -dijo abrumado.
No dije nada y entré al auto ya que el me esperaba con la puerta abierta. Puse mi cinturón y me concentré solo en mirar hacia el ventanal.
-Relájate niña, no pasa nada, -dijo el con una sonrisa encendiéndo el motor.
En el transcurso del viaje reinaba el silencio. Llevábamos varias horas de camino y ya oscurecía. Iba a cerrar los ojos cuando me dí cuenta que ya habíamos pasado la Ciudad.
-Esperaaa, -dije nerviosa.
El miró con el rabillo del ojo sin dejar de concentrarse en el volante.
-Porque hemos seguido?, creí que mi papá te dijo que me llevaras a la Ciudad. -dije confusa
El no dijo nada, solo siguió la marcha.
-Oye te hice una pregunta, detén el auto Cayetano, que te detengaaaasss maldito sea.
Escuché un frenar de golpe que hizo que mi cuerpo se echará hacia delante, dándole gracias a Dios que llevaba el cinturón puesto.
-Estás loco?, que demonios te pasa?, -dije quitándome el cinto.
-Dijistes que me detuviera no?, púes eso hice.
-No de esta manera, -dije incrédula en busca del cerrojo.
-A donde piensas que vas?, -dijo halándome por el brazo.
-Quita tus manos y no me toques, -decía tratando de abrir la puerta.
-No vas a ningun lado, el Señor Corrado me dió órdenes, y pienso llevarlas a cabo. -dijo el sosteníendome muy fuerte por el brazo.
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EL GUARDAESPALDAS
Roman d'amourOneca Aurora, una chica de dieciocho años, engreída, caprichosa, arriesgada, hija única del empresario millonario, Corrado Luca. Al morir su madre en un accidente de tráfico, su padre la empezó a concentir en todo. Cayetano Ruiz, trabajador fiel...