7) CASA DEL VALLE

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Entré a la casa. Hice un inventario rápido de lo que allí abía y de lo que faltaria, ya que aquel lugar abia estado sin usar.  Varias almohadas, ropa de gente del servicio, utencilios de cocina, latas de soda con variantes de jugos, una que otra chatarra.  Nada sospechoso, nada fuera de lugar. 

-Cayetano? -dijeron a mi espalda.

Miré,,

-Cuánto tiempo nos quedaremos aqui?

-Ya le dije Señorita Aurora, hasta que su padre me indique lo contrario. - Tengo que ir por comida.  El lugar tiene mantenimiento pero no hay de comer. -dije señalándo la nevera.

-Me dejarás sola? -dijo asustada.

-Tranquila mi niña, aqui no pasará nada. -dije tocando levemente su rostro.

El cosquilleo que me produjo su piel no tenia nada que ver con los deseos de protegela.  Sacudí la cabeza y caminé hasta el interior de la casa.

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Al llegar la noche cenamos con lo que abia podido comprar.  No era mucho pero era lo suficiente para no morirnos de hambre.

-Te gusta Cayetano?, -dijo ella saboreando una copa de licor.

-No bebas más, mañana te va a doler la cabeza. Se supone que no bebas, -dije quitándole la copa.

-Tengo dieciocho años, ya no soy una niña, -dijo molesta.

-Si, si lo eres, -dije mirándola a la cara.

-Te apuesto a que no lo soy Ruiz, -volvió a decirme con cierta picardía.

Sentí una especie de nerviosismo, no sabia si era un sentimiento de peligro o de atracción hacia ella.  Con el rabillo del ojo la miré.  Nuestros rostros estaban a centímetros de distancia.  Podia sentir mi piel ardiendo y me incomodé.

-Antes de que te bese, -dijo ella de pronto

La miré, sus labios estaban húmedos, no sé si del licor. 

-No te atreverías, -dije abriendo bien los ojos.

-Nunca he sido una cobarde. -dijo acercándose.

Entreabrí los labios sin querer hacerlo, recibiendo el beso de Aurora.  Ella levantó la boca solo para tomar aliento, luego se separó.

-Y eso?, que has hecho muchacha? -dije sorprendido de mí mismo.

Ella se tocaba la boca con  los dedos y sonrió.

-Ese beso no tiene nada que ver con mi trabajo, y lo sabes  -dije nervioso.

Ella volvió a darle un sorbo a su copa. 

-La moralidad siempre está clara Cayetano.  El bien esta bien, el mal está mal. -dijo levantándose de la mesa, perdiéndose en segundos ante mis ojos.

Me quedé frio.  Tardé en asimilar lo que abía sucedido.  Esa noche no pude dormir.

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Salí a los alrededores a dar una ronda.  Tenía el arma en mano.  Nunca se sabía, pensé.  Escuché una música dentro de la casa y miré por una de las ventanas.  Aurora estaba bailando, al lado de la chimenea.  Estaba totalmente abstraída de la realidad.  Su estilo era único, lograba adueñarse totalmente de mi atención.  Ni siquiera se abía percatado de mi presencia.  Aquella chica no dejaba de sorprenderme.  La música dejo de sonar y se hizo el silencio.  Dio la vuelta y sus ojos se encontraron con los mios. 

-Lo, lo siento -dije avergonzado

La ví acercarse a la ventana, entonces sus movimientos empezaron mucho mas lentos, más provocativos. 

EL GUARDAESPALDASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora