8) LA LLAMADA

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Había pasado una semana desde que habíamos llegado a la Casa del Valle. Me habia mantenido a distancia con Oneca y ella abia buscado todos los medios para llamar mi atención, sin lograrlo. Lo cierto era que me habia sentido mal de lo que habia hecho, pero no queria darle más vueltas al asunto. Ese día me encontraba cortando leña. Amenazaba otra vez el mal tiempo.

-Piensas algún día en tener una familia?, -dijo ella mirándome.

-Cómo? -dije sorprendiéndome su pregunta.

-Ya eres bastante adulto, a tu edad deberias tener esposa y muchos hijos no?, -dijo haciéndome reir.

-No los necesito tener Señorita Aurora, aveces ya siento como si los tuviera. -dije tirando una indirecta.

-Ya vuelves al paternalismo de siempre?, -dijo molesta.

-He dedicado mi vida a eso, a cuidar de otros, cuando ni siquiera he sabido hacerlo conmigo mismo.

-No me hace falta que me organizes la vida, ni que dirijas mis pasos, o que le demuestres al mundo de lo mucho que te ocupas de la seguridad. -dijo molesta levantándose para irse.

La miré alejarse y no pude dejar de reir.

-Niña consentida, caprichosa malcriada. -dije molesto tirando de una leña al suelo.

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Esa tarde reinó el silencio y la tensión en la casa. Oneca cenó sola en su cuarto y yo lo hice en el comedor. Estaba bebiendo una copa cuando sonó mi celular.

-Cayetano, -dijo del otro lado Corrado.

-Hola Señor Luca, ya extrañaba su llamada.

-Ya Moncada me a puesto al tanto de lo que está pasando. Dime como está mi hija.

-Está muy bien Señor, solo un poco reacia a estar aqui, tal vez se sienta incómoda.

-Escucha Cayetano, no se iran de ahi hasta que les de el visto bueno. He tenido una alarma de amenaza. Porfavor nada confirmado. Estamos colaborando información, pero no le digas nada a Oneca. Por lo pronto no quiero que por ningún concepto se vayan de ahi, me entendistes Cayetano? -dijo el viejo del otro lado.

-Lo entendí muy bien Señor, no se preocupe.

-Cuida bien de mi hija, sé que está donde tiene que estar, sé que está en buenas manos. -dijo Corrado despidiéndose provocándome un nudo en el pecho con sus palabras.

-Lo haré, Señor, lo haré, -dije en un murmullo con el celular puesto en mi pecho.
Ya el viejo había cortado la llamada, sin escuchar mis últimas palabras.

Sentí un ruido en los alrededores de la casa y mis sentidos se pusieron alertas. Saqué el arma de mi cintura, y salí a toda velocidad a rondar.
Después de quince minutos mirando los alrededores pude quedarme tranquilo ya que los ruidos venían del rancho. Se había pillado una comadreja en los alambres y daba golpes contra el metal blando. Pude sacarla y liberarla.

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Llegó la noche y con ella el silencio. La lluvia que había amenazado con caer, no lo había hecho. Me encontraba en las afueras de la casa con una copa de vino en mano. Había bebido algo y me sentía relajado. No había visto a Oneca en todo el día, pero sabía que estaba en su cuarto. La chica tenía corage conmigo, así que decidí mantener distancia. Era lo mejor que podía hacer.

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NARRA AURORA

Estaba en el cuarto. Me sentia impaciente. No estaba acostumbrada a esperar. No podia quedarme quieta esperando, como una niña buena. Estaba acostumbrada a enfrentar mis problemas, no a esperar que un Guardaespaldas lo hiciera. Sabia que necesitaba algo mas en la vida, que necesitaba responsabilidad y deber. Necesitaba excitación, chispas, pasión, no queria consuelo, queria alegría y libertad.

EL GUARDAESPALDASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora