La miré incrédulo, no podía creer lo que acababa de pasar. Me había dejado engatusar por una mocosa. Como me había pasado tal cosa?, Siempre había pensado que era una niña, a decir verdad ni siquiera me detuve a pensar en su virginidad.
Me sentí avergonzado de mi mismo. Cogí mi ropa que seguía tirada al suelo y pasé por su lado sin mirarla.-Cayetano espera, -caminó tras de mi.
-Vístete Oneca, hace frío.
Hizo caso omiso de su desnudez, logrando alcanzarme.
-Lo siento, lo siento, no quise enojarte, pensé que no era tema importante. -dijo inocentemente.
Sus palabras hirvieron mi sangre. La sostuve por sus delicadas manos, ejerciéndo fuerza para que me mirara. Estaba muy molesto.
-Lo que pasó, no debió pasar jamás, jamás, eres una chiquilla, puedo ser tu padre. Quieres saber mi edad?, quieres saberla?, tengo cuarenta años, veintidos más que tú. -dije furioso soltándole las manos.
Se detuvo en seco y empezó a llorar.
-Te entregué mi virginidad y así la valoras?, -dijo llorando
-Ni siquiera pudimos terminar nuestra noche. -lloraba mas fuerteLa miré incrédulo.
-Soy muy grande para ti, de acuerdo?, ya basta. Quiero estar solo, -dije caminando hasta la casa.
-Cayetanoooo, -gritó para que me detuviera
La miré bastante avergonzado
-Cuando llegue el momento, no habrá ningún error. Abrirás la boca y las palabras acertadas saldrán de tu corazón. -dijo llorando
-Eso lo sé seguro, pero espero que cuando ese día llegue, yo esté muy lejos de aqui. Buenas noches Oneca. -dije caminando hasta llegar a mi cuarto.
***********
El dolor que sentía dentro era tan intenso que no podía soportarlo. La angustia no me dejaba tranquilo. Como había podido fallarle así a Corrado. No quise pensar mas. Me dirigí al baño y me miré al espejo.
Estaba barbudo y algo descuidado, pero no tenía ganas de nada, solo de dormir para no pensar mas.Esa noche tampoco dormí, estuve mirando el techo y pensando una que otra vez que estaba totalmente arrepentido.
*************
Amaneció
Le dí un sorbo de café a la última taza de la mañana. Llevaba cuatro en total y ya anhelaba una mas. Me levanté a buscarla cuando ví algo que me llamó la atención. Era el auto blindado, tenía las gomas ponchadas. El corazón se me aceleró y cojiendo el arma en mano salí afuera de la casa. Caminé por los alrededores, por el rancho y por último fui al auto.
-Maldicion, -dije tocando las gomas.
Las cuatro estaban vacias, totalmente descompuestas. Tenía un respuesto o quizas dos, pero ya cuatro eran muchos.
-Maditasea!, -dije dándole patadas a una de las gomas.
Esto era doble problema. Alguien había hecho aquello y yo tenía que averiguar quien. Y en segundo lugar estábamos a pie.
-Malditasea!, -grité furioso volviéndo a patear otra de las gomas.
Estaba pensando que hacer, si llamar a Moncada o a Corrado cuando algo volvió a captar mi atención.
Era un dije. Si era un dije. Me acerqué tomándolo en la mano mirándolo con detenimiento.
-Auroraaa, -grité desesperado corriendo hacia la casa.
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EL GUARDAESPALDAS
RomanceOneca Aurora, una chica de dieciocho años, engreída, caprichosa, arriesgada, hija única del empresario millonario, Corrado Luca. Al morir su madre en un accidente de tráfico, su padre la empezó a concentir en todo. Cayetano Ruiz, trabajador fiel...