9) ARREPENTIDO

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La miré incrédulo, no podía creer lo que acababa de pasar.  Me había dejado engatusar por una mocosa.  Como me había pasado tal cosa?, Siempre había pensado que era una niña, a decir verdad ni siquiera me detuve a pensar en su virginidad.
Me sentí avergonzado de mi mismo. Cogí mi ropa que seguía tirada al suelo y pasé por su lado sin mirarla.

-Cayetano espera, -caminó tras de mi.

-Vístete Oneca, hace frío.

Hizo caso omiso de su desnudez, logrando alcanzarme.

-Lo siento, lo siento, no quise enojarte, pensé que no era tema importante. -dijo inocentemente.

Sus palabras hirvieron mi sangre.  La sostuve por sus delicadas manos, ejerciéndo fuerza para que me mirara.  Estaba muy molesto.

-Lo que pasó, no debió pasar jamás, jamás, eres una chiquilla, puedo ser tu padre.  Quieres saber mi edad?, quieres saberla?, tengo cuarenta años, veintidos más que tú. -dije furioso soltándole las manos.

Se detuvo en seco y empezó a llorar.

-Te entregué mi virginidad y así la valoras?, -dijo llorando
-Ni siquiera pudimos terminar nuestra noche. -lloraba mas fuerte

La miré incrédulo.

-Soy muy grande para ti, de acuerdo?, ya basta. Quiero estar solo, -dije caminando hasta la casa.

-Cayetanoooo, -gritó para que me detuviera

La miré bastante avergonzado

-Cuando llegue el momento, no habrá ningún error.  Abrirás la boca y las palabras acertadas saldrán de tu corazón. -dijo llorando

-Eso lo sé seguro, pero espero que cuando ese día llegue, yo esté muy lejos de aqui.  Buenas noches Oneca. -dije caminando hasta llegar a mi cuarto.

***********

El dolor que sentía dentro era tan intenso que no podía soportarlo.  La angustia no me dejaba tranquilo. Como había podido fallarle así a Corrado.  No quise pensar mas.  Me dirigí al baño y me miré al espejo.
Estaba barbudo y algo descuidado, pero no tenía ganas de nada, solo de dormir para no pensar mas. 

Esa noche tampoco dormí, estuve mirando el techo y pensando una que otra vez que estaba totalmente arrepentido.

*************

Amaneció

Le dí un sorbo de café a la última taza de la mañana.  Llevaba cuatro en total y ya anhelaba una mas.  Me levanté a buscarla cuando ví algo que me llamó la atención.  Era el auto blindado, tenía las gomas ponchadas.  El corazón se me aceleró y cojiendo el arma en mano salí afuera de la casa.  Caminé por los alrededores, por el rancho y por último fui al auto. 

-Maldicion, -dije tocando las gomas. 

Las cuatro estaban vacias, totalmente descompuestas.  Tenía un respuesto o quizas dos, pero ya cuatro eran muchos.

-Maditasea!, -dije dándole patadas a una de las gomas.

Esto era doble problema.  Alguien había hecho aquello y yo tenía que averiguar quien. Y en segundo lugar estábamos a pie.

-Malditasea!, -grité furioso volviéndo a patear otra de las gomas.

Estaba pensando que hacer, si llamar a Moncada o a Corrado cuando algo volvió a captar mi atención.

Era un dije.  Si era un dije.  Me acerqué tomándolo en la mano mirándolo con detenimiento. 

-Auroraaa, -grité desesperado corriendo hacia la casa.

EL GUARDAESPALDASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora