21) ¡CAYETANO!

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-Mi vida como estás?, -dije llegando rápidamente a el.  -Dios mio que te han hecho? - dije tocando su rostro todo golpeado.

-Simón, -escuché a Moncada llamar a su tio y fue cuando reaccioné.

-Maldito animal que le haz hecho?, -dije llegando hasta Moncada mientras le golpeaba el pecho. 

El me sostuvo de las manos y su tio de la cintura.

-Oneca, Oneca, -gritaba Cayetano.

-Ahy lo tienes, -decia furioso Moncada apretándome las manos.  Si te vuelves a ir, no lo veras mas nunca.

-Maldito cobarde, desátame y te juro que te partire la cara. -gritaba Cayetano.

-Mi amor, -quise llegar a el y abrazarlo pero Moncada me llevó arrastras hacia la salida, dándole órdenes a Simón a que cerrara la puerta.

-Vamos, -me gritaba para que caminara.

-Por favor no le hagas nada, déjalo ir, por favor Moncada te lo suplico. -lloraba mientras el me empujaba para que caminara.

-Caminaaaa, -seguía diciendo obligándome a caminar.

Ya no podía mas, el dolor en mi pecho era enorme.  Me sentía débil, cansada, queria agua y comida.  Las piernas me dolian y estaba muy acalorada.  Empezé a sentirme mal y mi cabeza daba mil vueltas.  Solo escuché un golpe sobre mi cuerpo.

****************

Abri los ojos lentamente dándome cuenta que estaba de día.  Me sentia mareada.  Iba a levantarme cuando lo vi llegar, sentándose a mi lado.

-Como te sientes? -dijo tocándome la frente.

-No me toques, solo quiero salir de este lugar, asesino, -le grite tratando de levantarme

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-No me toques, solo quiero salir de este lugar, asesino, -le grite tratando de levantarme.

-Cuida tus palabras Oneca, no resistirias otra cachetada. -dijo obligándome a sentar.

-Que le hicistes a Cayetano?

-Todavía nada, -dijo tranquilamente.

-Que es lo quieres?, déjanos ya en paz.

-Oneca estás pálida, me has dado un susto, si tardabas mas en reaccionar me hubieras obligado a llamar a mi médico. -dijo cambiando el tema.

-Que, que me paso?, -trate de recordar el momento.

-Te desmayastes, al parecer tuvistes un desgaste físico.

-Un desmayo?, -dije asustada.

-Eres una niñita de casa, no te olvides, -dijo riendo sarcástico.
-No estás acostumbrada a caminar tanto.

-Tus palabras no me afectan Moncada, lo que si me molesta es tener que mirarte a la cara. -dije rabiosa.

-Pués que mala onda, vas a tener que acostumbrarte, porque aqui te quedas niña. -dijo tranquilamente.

EL GUARDAESPALDASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora