Siren 42

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[Sungjae]

¿Cómo podría describir la sensación de volver a respirar dentro del agua?

¿Satisfactoria, placentera, refrescante?

No, todo lo contrario.

Intento respirar con la nariz, pero esto solo provoca que el agua entre en mi interior; es cuando me doy cuenta de que soy incapaz de hacer el proceso de respiración de los humanos. Sufro un ataque de pánico, lo cual me conduce a luchar por subir a la superficie agitando mis brazos rápidamente, extrañamente los siento débiles, ahora me encuentro subiendo una escalera inexistente en el océano.

Noto como me alejo cada vez de la superficie hundiéndome a lo profundo. Pasan aproximadamente 20 segundos en los que aguanto la respiración, no lo soporto más e inhalo algo de agua, empiezo a balbucear, toso repetidas veces y continúo inhalando más agua.

Mi cola se vuelve demasiado pesada y soy incapaz de coordinar simples movimientos.

Mientras más agua inhalo, siento una especie de ardor y quemazón bajando por toda mi garganta extendiéndose en todo mi pecho hacia mis vías aéreas. Un dolor horrible.

Siento a la arena fría y fina tocar mi espalda desnuda, con mis manos toco el fondo torpemente, noto como estas tiemblan sin poder controlarlo. Sentir la arena escurrir entre mis dedos me trae felicidad en este tormentoso sufrimiento, anhelaba tanto volver a sentir los cimientos de mi antiguo hogar.

Cierro mis ojos dejándome llevar por el momento, lo disfruto a pesar del ardor que siente mi cuerpo tembloroso.

Después de varios segundos siento una sensación de calma y tranquilidad...

—Cierra los ojos Jae. Respira profundo, siente como tus branquias se extienden cuando dejas entrar el agua, siente como se cierran de nuevo para volver a hacer el mismo proceso. Quiero que tu mente esté en blanco, respira controladamente. Ahora empieza a sentir tu magia recorrer tu cuerpo, siéntela en todos lados, en la punta de tus dedos lista para ser usada.

Me mantengo con los ojos cerrados, se sienten tan pesados que no tengo ni la más mínima fuerza para abrirlos. Percibo las branquias en cada lado de mi cuello gritándome, casi obligándome a que las use, me hablan, me dicen que funcionan, que son útiles, que respire de nuevo.

Eso hago.

Inmediatamente siento entrar el agua a través de mi cuello, la transformación del agua en oxígeno. Tomo varias respiraciones rápidas y luego me centro en tomar otras largas. Durante esos minutos me mantengo en la profundidad acariciando con más vida la arena fresca.

Sonrío.

Me deslizo por toda el agua con una gran velocidad y determinación, mi cuerpo vibra energía pura, mis aletas se contraen de tanta velocidad en estos momentos y mi cola se menea de derecha a izquierda emocionada y descontrolada por volver a ser usada después de bastante tiempo.

Al parecer no he permitido el toque, soy capaz de rodear a máxima velocidad todos estos arrecifes. Mis endorfinas se liberan de todas las formas posibles: en mi gran sonrisa; en mis ojos dilatados por volver a ver dentro del océano, agradecidos de poder apreciar todos estos bellos colores de nuevo; en mi cola y aletas, que como dije antes, vibran de energía al volver a ser usadas; en mis dedos, mis brazos extendidos sintiendo como el agua pasa a través de estos, en como la velocidad choca con ellos.

Después de un rato dando vueltas como un niño pequeño, me detengo a observar a mi alrededor, a apreciar este momento. Acaricio mi cola delicadamente percibiendo la textura de las escamas y perlas ensanchadas en ella, observo ese color rojizo tan característico en mí, pero que, sin embargo, no había visto e identificado por más de 15 años.

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