Siren 4

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¿He escuchado bien? ¿Ha dicho Joy? Mis ojos lo observan, fijos, tratando de descifrar lo que sea. Trato de volver a canalizarme, aunque sea un mínimo de energía, pero mi cuerpo no responde; después de unos segundos él rompe el contacto visual y se aleja, eso hace que vuelva a respirar, lo que me sorprende, no sabía que lo estaba reteniendo.

Pasan varias horas que se sienten como días enteros, pesados; sólo puedo sentir como el agua dentro de la gran pecera, como ellos la llaman, se tambalea de lado a lado provocando que mi cuerpo haga esta misma acción mareándome hasta dejarme sin energía. Aunque aún soy capaz de usar mi olfato, puedo sentir que aún seguimos en el océano, lo que no logro entender es cómo estamos en la superficie sin irnos al fondo, mis memorias viajan a aquellos cuentos que narraban ¿Barcos es cómo se les llama?

El olor a pescado, a comida fresca logra sacarme de mis pensamientos y mis ojos rápidamente identifican dónde se encuentra, o mejor dicho, quién lo tiene: Un externo empieza a mostrármelos de lado a lado tentándome, y casi funciona sino supiera de sus malas intenciones, de su lujuria y del daño que puede hacerme si devoro aunque sea un pedacito de ese jugoso pargo. Muero de hambre, pero no comeré.

Alejo mi vista de él y del alimento, enrollando mi cola en una esquina cerrando mis ojos en un intento de dormir, lo que logro fácilmente, quedo completamente dormida en segundos.

—Sooyoung así no, para—ríe Wendy a carcajadas.

Me detengo sin entender, un tanto ofendida.

—Tienes que cerrar tus ojos relajada, flotar libremente sobre tu coral y dejarte llevar. Así soñarás.

—...No entiendo—gruño volviendo a fallar.

—Tienes que confiar en ti misma, relajarte y dejarte llevar, como si estuvieras lista para morir sin restricciones.

Vuelvo a intentarlo, haciendo lo que me dice, pero no puedo, mi cuerpo sube hacia la superficie.

—¡Por Atlás! —exclamo cansada—No puedo mantenerme.

—No te obligues, pronto lo lograrás. Un día estaba así y de pronto soñé—comenta, su cara viajando a ese momento reflejando tristeza, añoranza.

—¿Con qué soñaste? —pregunto curiosa.

—Con nadie, olvídalo—se pone seria.

—Entonces no es un qué, en un quién—me asombro ante mi pequeño descubrimiento. ¿Acaso las historias serán ciertas? Antes de que pueda seguir preguntando, Wendy se va.

Ahora la entiendo por completo, lo que siempre quiso decir con "estar lista para morir" y me duele que ella desde años atrás se haya sentido como me estoy sintiendo ahora. Había escuchado sobre su pasado, sobre el gran amor que se vivió en el océano rompiendo todo estereotipo, pero no lo creí, era demasiado perfecto para ser real... Wendy cada vez me aseguraba que sólo eran tonterías que el cardumen inventaba para pasar el rato, pero lo entiendo ahora, ella siempre soñó con él.

¿Por qué a las historias siempre les tiene que faltar lo más importante? ¿Quién era él? Nunca nadie mencionó un nombre, siquiera un apellido, simplemente era "Él". ¿Él será la razón por la que Wendy sueña? Sueños... ¿Qué son exactamente? ¿Por qué los tenemos? La respuesta era simple: Anhelación...

—Joy, despierta —escucho lejano a mí, a los golpes chocando con el cristal.

Mis ojos se abren en automático trayéndome a mi realidad, pero después vuelvo a cerrarlos por la luz. Es magnifico... la luz de sol, nunca lo había visto tan claro y calmo. Observo con la cabeza estirada el gran azul arriba mío, a aquellas formas blancas descansando sobre aquel fino lienzo de un color hermoso: el cielo, algo realmente inalcanzable.

SirenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora