Siren 52

31 5 1
                                    

Cuando todos han terminado de aplaudir mi acto de presencia, muevo los hombros hacia atrás ocultando de nuevo mis poderes. Bajo al piso del salón y recorro lentamente el lugar pausando de vez en cuando para recibir las felicitaciones de los Dioses presentes.

—Pandora, muchas felicidades por tu cumpleaños número 18. Definitivamente es un gran número en el mundo que tu padre creó. Espero estar presente cuando cumplas los 180 años, querida mía—me abraza con un solo brazo mientras que en el otro sostiene una copa de champán. Le sonrío asintiendo y continúo caminando.

—Felices 18 Pandora—me dice otra invitada al verme. Asiento también sonriendo con la boca cerrada procurando que el labial rojo no se corra.

—Eres muy hermosa pequeña, felices 18 años. Aún recuerdo cuando apenas Oliva te enseñaba a caminar con tus pequeñas piernitas y mírate ahora bajando esos escalones de mármol blanco con tus zapatillas.

—Simplemente una perfección. Se me erizó la piel al verte bajar de esa forma tan limpia y seductora. Definitivamente eres lo que tus padres siempre quisieron que seas. Felicidades.

—Felicidades Pandora, espero el día en el que te conviertas en alguien poderosa capaz de vencer a quien imagines. Te lo mereces cariño.

El sonido de una campana interrumpe mi caminata a las felicitaciones. Todos los presentes miramos hacia donde proviene el sonido, al ver a Oliva inclinarse en una reverencia, sé de quién se trata.

Sonriendo me dirijo hacia él.

—¡Padre! —lo abrazo con todas mis fuerzas sintiendo su aroma. Zeus me recibe con la misma emoción acariciando mi cabello con cuidado de que mi corona no se caiga.

—Pandora, hija mía—me llama cuando ya nos hemos separado—No sé cómo empezar...—toma mis manos apretándolas con cariño—Felicidades, es lo único que te puedo decir.

—Esfuérzate un poco más hermano—se escucha una voz burlona. Sonrío ampliamente mostrando mis dientes al reconocer la voz.

—¡Padre! —corro hacia él también abrazándolo. Él me levanta levemente dándome una vuelta.

—Mi pequeña Pandora—soba mi espalda mientras caminamos hacia Zeus—Feliz cumpleaños 18, es un número pequeño, pero aún así es especial. Me alegra verte feliz rodeada de gente que te aprecia mucho y también me pone feliz verte lucir de nuevo tan exquisitas joyas.

—Son tu regalo especial, claro que tendría que ponérmelas. Además, estas siempre me protegen—digo sonriendo.

—No te lleves todo el crédito Poseidón, yo creé la gran corona que trae sobre su cabeza. La joya más representativa—dice Zeus con aires de grandeza y una media sonrisa de felicidad—Pero esa se quedará atrás, entre todos nosotros, los Dioses del olimpo, te regalaremos un obsequio especial.

—¿En serio? —miro a todos los de mi alrededor realmente emocionada. Oliva aparece desde el arco izquierdo cargando con ayuda de un carrito de llantitas, algo que está cubierto con una gran sábana dorada—¿Qué es? ¿Qué es? —pregunto saltando lado a lado. Mi compostura tranquila y alineada se ha ido y mi gran sonrisa ha aparecido.

—Siéntate—me señala Poseidón el centro de mi mesa representativa. Con intriga y emoción hago lo que me pide esperando que la gran sorpresa se revele.

Oliva trae el carrito lo más cerca posible de la mesa, toma el obsequio aun cubierto y lo coloca en frente de mí dedicándome su linda sonrisa. Se aleja y se coloca al lado de los demás Dioses que se encuentran en frente mío también emocionados porque yo descubra que hay debajo de la tela fina.

SirenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora