Michael y Rose regresaron a casa con Jorge después de hacer unas compras. La situación se había regularizado por la gran ventaja que aun conservaban tecnología y androides que lograron agilizar la restauración. Los medios informativos se concentraban en dar avances de cada estado o país y cada día se sentían más tranquilos. Jorge ya había cumplido los 20 años y sus hermanas adoptivas Charlotte y Anne, 15 y 17 respectivamente. La muerte del ex esposo de Rose, Gilbert, había marcado un inicio entre ellos aunque con reservas. Era más un interés de Rose en el bien de sus hijos y por parte de Michael por recuperar lo que en ese entonces idealizaba. Solamente le confesó a Rose sobre la naturaleza de su relación con Martín y decidió mantenerlo en secreto para sus hijos. Sabía que eso suscitaría un escándalo entre los estudiosos y a esas alturas solo quería estar en paz. Lo único que en ese tiempo no se reservaba Michael, era de hacer referencias de su Marilyn. Eso empezaba a molestarle a Rose en exceso. Fue hasta esa tarde regresando de sus compras y sentándose en la mesa para comer juntos que decidió también enterrarla en las grietas de sus recuerdos.
– En la escuela dicen que los meta–humanos continúan entre nosotros –dijo Jorge mientras comía su fruta, se había vuelto un joven risueño y crítico–. La verdad, es que también lo creo aunque sería difícil comprobarlo.
– Ya les dije que no hablamos de ellos y menos en la mesa –apuntó Rose con severidad.
– Se hablará de todos modos durante mucho tiempo –dijo Michael–. Marilyn decía que entre más hondo...
– Aquí vamos de nuevo –interrumpió Rose.
– ¿Te pasa algo?
– Come, por favor.
La tensión en la mesa se sintió de principio a fin. No se dirigieron la palabra hasta que en la noche Michael se desvestía en su cuarto. Ella leía una novela de Michel Houellebecq, pero sabía que en cualquier momento las cosas explotarían. Ya sospechaba Michael que fue por el tema de Marilyn.
– Solo decía algo acorde al tema.
– Como las otras 3 mil veces.
– Solo estoy rescatando cosas buenas.
– Supongo que nosotros no fuimos tan protagonistas en tu historia.
– No dije eso.
– No te preocupes cariño, has dejado bastante claro que Marilyn es la única relevante.
– Ustedes lo fueron siempre y no quiero discutir ¿Qué te pasa? Desde Gilbert has cambiado mucho.
– ¿Entonces debo ser alguien que tú quieres que sea? ¿es eso?
– Ahora estás a la defensiva.
– No quiero hablar ahora.
– ¿Qué fue eso? Solo menciono lo que creo puede aportar algo.
– Como si por ti mismo no tuvieras nada que aportar.
– Siempre le tuviste manía. No creí que estás alturas lo seguirías haciendo. Seguramente ya está muerta.
– No es la manía hacía Michael, es que tú no la has dejado. Desde que estas con nosotros no solo son las cosas que te dijo, también lo que viviste con ella. Ya solo faltaba que le describieras a tus hijos como te cogías a tu robot.
– Solo fue una vez y deja de hablar así. Yo te respeté cuando estabas con Gilbert.
– ¿Lo hiciste? Te fuiste a vivir junto a nosotros.
– Tú fuiste la que me ofreció ese cuarto.
– Porque de verdad me daba gusto verte. Después de años que estuviste en la cárcel y Jorge preguntando por su padre fue lo primero que me nació, pero debí dejar que te quedaras en ese mercado. Le estaba faltando al respeto a mi esposo al tenerte a un lado de nosotros ¿puedes imaginar lo incomodo que es tener a tu ex y padre de tu hijo conviviendo a un costado de ti? Debía darle su lugar a Gilbert y me equivoqué. Muchas veces me reprochó por eso y yo solo podía justificarme en la necesidad de Jorge por ver a su padre. Tenía razón y solo se quedó en eso. Era obvio que te tuviera resentimiento. Una amenaza constante y latente viviendo junto a ti.
– ¿Y crees que para mí fue fácil? Debía esperar como cualquier padre divorciado a que estuvieran los dos en casa para que me dejaran verlo. Por más difícil que era afrontar la realidad de que amabas a ese hombre yo estaba sujeto a sus condiciones.
– ¿Querías que te invitáramos a comer en nuestra mesa, que vieran futbol juntos o beber una cerveza? No entiendes que no está bien. Eras parte de mi pasado y eso no te daba el derecho a nada.
– A mi hijo sí.
– Por eso debías alejarte.
– ¿Hubieras preferido que desapareciera?
– En algunos momentos lo pensé. Jorge ya estaba creciendo mucho y Gilbert fue mi segunda oportunidad. Además como hasta la facha lo he confirmado, te enamoraste de tu puto robot más de lo que yo fui para ti.
– No digas eso. Siempre fuiste primero, pero me sacaste de tu vida por preferir una lucha que no te correspondía.
– Lo hice por mi hijo y para que ambos estuviéramos seguros.
– Me lo pregunté constantemente ¿Por qué no me lo dijiste en ese momento? Hubiéramos corrido el riesgo juntos y dejado a un lado a Martin. Pero preferiste callarte. Por seguridad de los dos, por querer asumir el papel de la mamá soltera fuerte, porque realmente no me amabas, no estoy seguro. Lo que sí es que hasta la fecha y lo que más me duele, es que no me querías como a él.
– Entendí que nuestros intereses no se alinearon. No podía exponerte a una lucha y a un riesgo que no te tocaba. Lo hice por ti. Era preferible que siguieras con tu Marilyn, dado que no eras muy bueno lidiando con emociones reales. Tan ensimismado en la autocompasión y el autosabotaje. Desde que regresamos, recurres y recurres en revivir su recuerdo. En darle vida a un androide que te decía lo que querías oír. Por muy humana que le hacía parecer esa falla en su sistema, seguía respondiendo con resultados a base de estudiarte. Tu mismo lo sabes. Cuando haces una búsqueda en internet te ponen cosas que te pueden interesar. Acepté regresar contigo porque creí que formaríamos una familia, pero te sigues aferrando a un recuerdo fabricado por tu desesperación. No niego que hayas pasado un infierno al igual que yo. Ahora estamos aquí y solo te pido que estés aquí.
– Perdóname. Lo siento mucho.
– Lo sé y tampoco es fácil para mí.
– ¿Entonces no somos el uno para el otro?
– Somos padres de tres jóvenes increíbles. Para serte sincera nuestra unión es más por ellos que por nosotros. Si alguna vez amamos, lo dejamos atrás en esa guerra tan horrible. Estamos en proceso y no por eso significa que no te quiero, solo que ahora es más como amigos. Ya tenemos más de 50 años. Ya esas cosas se quedan en nuestros corazones y memoria.
– Entiendo –Michael se quedó mirando a la nada, sentado en la orilla de la cama. Era difícil reconocer que amó más a Marilyn que a Rose, pero debía aceptarlo.
Se recostó justo a Rose y ambos permanecieron mirando a lados opuestos de la cama. Apagaron la luz y se quedaron despiertos varios minutos en silencio, cuestionándose si debían permanecer juntos después de reconocer que lo único que los unía era la familia y un amor de amistad. En ese entonces Marilyn seguía bajo el océano con un gran bloque de metal encima de ella. Apagada, con los ojos cerrados y sin batería para reiniciar en caso de estar fuera de peligro.
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Amor artificial
Science FictionMichael Dujardin, director de cine, le molesta su presente lleno de superficialidades y pérdida del romanticismo. Cuestiona los vacíos de la vida con la tecnología y la era digital. Todos sus pensamientos, todas sus inquietudes y toda una vida, dará...