Conocí su casa y al señor Mehmed. La actitud del personal de seguridad ya no fue tan beligerante pero me seguían siendo muy intimidantes. Pude probar el logaymat, saber un poco de historia y situación política. Sin embargo, el momento de que Marilyn se sentara conmigo para hablarme de lo sucedido llegaba pronto. El señor Mehmed se fue y me dejó con ella en su hermosa casa para platicar a gusto. Tenía una agenda apretada y debía resolver sus asuntos. No solo le competían cosas religiosas, sino que trabajaba con políticos. Me sorprendía todas las atenciones que me daban sin siquiera conocerme. Nos sentamos en la mesa del jardín. Una señora me llevó un café y ella le dio las gracias.
–Es curioso ¿no crees? –Le preguntaba cuando se alejó la señora.
– ¿A qué te refieres?
–Una humana al servicio de un androide.
– Disparatado, pero realmente trabaja para mi esposo.
Me pareció curioso la manera en que se refería a su dueño. Sonaba como si de verdad se lo creyera.
–Hay muchos androides y meta–humanos que tienen mayor jerarquía pero seguimos en desventaja. –Miró al cielo y su cara de comodidad daba la impresión de que disfrutaba de la vida– No necesito de esto y todos lo saben.
Regresó su mirada en mí y me observaba mientras yo le daba un sorbo al café. Parecía estar ausente pero continuaba externando su actitud risueña.
–¿Tu misma te encendiste después de que mi abuelo te apagó? –No tenía prisa pero pregunté para que el objetivo de la conversación retomara su curso.
–No, unos hombres del movimiento fueron los que me encendieron.
– ¿Soldados?
– De hecho eran guerrilleros. No llevaban uniforme pero iban armados.
–¿Cómo fue?
– Te advierto que será un poco fuerte. Cuando me volví a activar, me encontraba en un almacén. Había siete hombres y un pequeño suministro de armas. Todo era oscuro a excepción de una luz que me iluminaba directamente. Un técnico fue quien activó mi sistema de encendido y de inmediato realicé un examen del lugar. No lograba acceder a la red y no existía ninguna forma de comunicación para que lograra actualizar mi información.
–¿Para qué necesitabas actualizarte?
–No solo soy una sexi autómata. Es supervivencia como le conocen ustedes. Si no estoy con mi amo y tampoco en su casa, debo averiguar mi situación.
–Ya veo.
–Al no encontrar información, contenía cinco posibilidades en las que pudo estar mi status. Las referencias medioambientales me indicaban presencia de hidrocarburos, azufre...
–Lo siento, pero ¿Me podrías explicar un poco más al estilo de mortal?
Ella se reía con descaro y después movió los labios a la izquierda con los ojos mirando arriba como si pensara.
–Vale, Ian. Cuando desperté, no estaba segura de donde y por qué me encontraba ahí. La cosa es que de inmediato por el olor a combustión, armas y sujetos sucios, pensé que no era muy esperanzadora mi situación. Y realmente no lo fue. Esos hombres eran despreciables y la cosa apenas iba a iniciar.
Ahora estaba seria y trataba de hablar con cuidado como si me afectara su relato.
–Estaba recostada en una especie de sillón médico hecha de acero con el foco iluminándome. El técnico al ver que de nuevo estaba en funcionamiento, llamó a los demás para que vinieran a verme. Les solicité que me brindaran información pero estaban callados y solo me miraban de pies a cabeza. Supe sus intenciones con solo ver sus expresiones faciales. El hombre es absurdamente indiscreto para ocultar sus deseos. Decidí levantarme con tranquilidad y poco a poco salir de ahí, pero un hombre rubio, corpulento y alto me dio la orden de volverme a sentar. Todavía poseía la programación de servir a Michael, así que me rehusé a obedecerlo. Me apuntaron con sus armas y yo me quedé quieta. Aunque tuvieran rifles, yo podía lograr neutralizarlos con facilidad, pero sufriría daños en la piel. De cualquier manera no me iba a quedar quieta aunque me amenazaran. El hombre rubio que me había ordenado sentarme y con mucha tranquilidad sacó de su mochila un arma desconocida para mí. Arma larga pero en vez de cañón, tenía un dispositivo cuadrado. No disparaba proyectiles, sino emanaba un pulso electromagnético potente. Cuando la accionó, mi sistema falló al igual que mi campo visual. En su lenguaje, sería como una pérdida de la conciencia. Al restablecer mi operatividad, estaba en el suelo con una mano apoyando mi cuerpo. No estaba debilitada pero mi funcionamiento era errático y tuve que esperar a que se restableciera todo mi sistema. Su arma provocaba, por decirlo de alguna manera, ligeros apagones. Al incorporarme nuevamente con lentitud, me volvió a ordenar que me sentara. Volví a negarme y accionó su arma de nuevo. Otra vez estaba en el suelo cuando restablecí mi sistema y debía planificar alguna forma de escape que no involucrara arriesgarme otra vez a ese rifle. Se reían todos a mí alrededor pero aquel sujeto se veía muy tranquilo por dañarme sin hacer mucho esfuerzo. Se sentía poderoso al hacerme daño con su arma. Me volvió a ordenar que me sentara y esta vez cumplí su orden, con la finalidad de rehabilitar las funciones que dañó y buscar una forma de solucionar las cosas.
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Amor artificial
Science FictionMichael Dujardin, director de cine, le molesta su presente lleno de superficialidades y pérdida del romanticismo. Cuestiona los vacíos de la vida con la tecnología y la era digital. Todos sus pensamientos, todas sus inquietudes y toda una vida, dará...