Tu abuela, Rose

122 13 13
                                    

Antes de darte a conocer la historia de cómo conocí a tu abuela, debes tener en claro el contexto en el que nos encontrábamos. La sociedad que había llegado al punto en que los mejores tiempos solo serían en el paraíso. Ciudades llenas de coloridas luces que opacaban los monumentos históricos y que se dejaban a las estrellas como débiles intentos de inmensidad. Trataba de hacer las cosas por mí mismo para no tener que ser demasiado inútil y mantener el espíritu que levantó a nuestras primeras civilizaciones. Encontré el punto medio para vivir con tranquilidad. La diferencia es que conforme pasa el tiempo, dependemos más de nuestro cerebro que de los músculos. Yo no pertenecía a los cerebros ni a los músculos, sino a esa minoría de artistas que solo contribuyen a la imitación de las muchas formas de la vida. Siempre íbamos en paralelo.

Caminaba con Marilyn al centro para conseguir una batería, recorriendo las calles llenas de pantallas con publicidad, cámaras, gente apurada y androides que vigilaban las calles. Nuestro cielo era lo suficientemente gris, que la falta de claridad me produjo un estado de incomodidad. Vi en ese momento una cafetería con decoración algo rústica. La tomé de la mano y la dirigí de camino a la cafetería. Cuando entramos, no había mucha gente y Marilyn se adelantó a conseguir una mesa para los dos. Tenían como nueve mesas y el gran mostrador enseñaba una gran variedad de postres y galletas. Había una señorita joven en la caja y le pedí un doble expreso. Otro joven me entregó mi café en cuestión de segundos y me senté. Le di un sorbo a mi café y fue en aquel momento en el que volteé la mirada para ver a los clientes y mis ojos se clavaron en una mujer que me llamó la atención enormemente: tu abuela, Rose.

Era una joven muy elegante y bonita, pero su mirada poseía una ternura y sobriedad que era de lo más tranquilizador. Leía un libro de papel y era bastante inusual como ahora. La cuestión es que su postura, belleza y la forma en que vestía, me llamó mucho la atención. La estuve observando unos minutos, mientras ella seguía absorta y tranquilamente leyendo. Marilyn se había dado cuenta de mi aparente interés, y al voltear solo entrecerró los ojos con una sonrisa juguetona.

–¡Wuuu! –Con una pequeña risa silenciosa, me empezó a hacer burla– Alguien aquí no está perdiendo el tiempo.

Solo apreté los labios y la miré amenazante para que no realizara escándalo y no se diera cuenta la mujer lectora.

–¡No molestes! –le dije en volumen bajo pero frenético.

–No te preocupes, además creo que es linda.

–¿Qué estará leyendo?

–No logro ver por la repisa que se interpone. Levántate al baño y la espías un poco.

La miré y me reí al percatarme que podían ser inmorales a veces los androides. Sin embargo, tenía mucha curiosidad y me levanté en dirección al baño. Ella volteó a verme discretamente para ver a la persona que se acercaba, pero solo fue una mirada indiferente y rápida porque retomó su lectura de inmediato. Al pasar a su lado, solo veía las páginas y no lograba ver ningún título. En el baño me miré un poco al espejo para tratar de perfeccionar mi imagen y pensar un pretexto que serviría para poder saludarla. Esa era una de las cosas que siempre les dije: siempre fui pésimo para cortejar con mujeres. Cuando estaba seguro de estar listo, o al menos ya no podía hacer más, salí de nuevo. Esta vez había dejado su libro cerrado, dejando al descubierto el lomo sobre la mesa para tomar de su café cappuccino. Ella leía "Relatos de misterio y terror" de Charles Dickens. Al volver a sentarme, Marilyn se dio cuenta de mi sorpresa.

–¿Qué lee? ¿Acaso al Marqués de Sade?

–Estaba leyendo a Dickens.

–¿Entonces?

–¿Qué?

–¿Te vas a acercar a hablarle o solo venimos a ver qué lee?

–Tú no entiendes. El hombre es cobarde a veces pero no es un miedo como los demás, sino algo inocente. Acercarte a una persona que te gusta, es estar pensando en las palabras correctas para agradarle, darle una buena impresión y siempre con el temor del resultado. Es decir, nosotros no somos como ustedes, que saben cómo reaccionar a ciertas situaciones. Aunque sea bueno el evento, a veces nos quedamos petrificados porque no tenemos la experiencia para ello.

Amor artificialDonde viven las historias. Descúbrelo ahora