Ahora es el mes de febrero del 2090, donde la noche no podía ser más idónea para una cita romántica, ya que no solo la luna presumía toda su luz sobre las sombras caminantes y numerosas, sino contrastaba completamente las luces de los hologramas publicitarios que inundaban toda la ciudad. Esa noche en particular, tenía un gran significado para mí porque tenía mi primera cita con Rose después de insistencias de invitarla a salir durante varios meses. Ella misma me había comentado que había terminado con su novia a quien jamás conocí en persona, pero que al ver una de sus fotos me sorprendí bastante porque era una modelo guapísima. Ya anteriormente habíamos conversado un poco con mensajería cortante y cordial, hasta ganar terreno en la confianza y lo voluble. Nuestros temas siempre iban referente a variados temas sobre películas y libros, pero era bello que también compartiéramos algunos puntos de vista a la música y pintura. Para ser sincero, no era tan conocedor, pero ella me recomendaba tantas que me impresioné de lo mucho que sabía. Las calles a pesar de molestar con la constante y lastimosa contaminación auditiva de anuncios, vendedores, gente, Aerodinos y música proveniente de negocios, habíamos tenido la oportunidad de separarnos de todo el tumulto para buscarnos espacios solitarios y tranquilos. Me di cuenta que la compañía de ella era algo que me aliviaba enormemente porque después de tanto tiempo de convivir con Marilyn, me iba distanciando de la realidad de cómo interactuar con otras personas o al menos en una cita. Las cosas con Marilyn eran muy satisfactorias en el sentido de que lograba estar de acuerdo con ella y muchas veces ella conmigo, pero siempre quedaba esa sensación de que en realidad no existe una conversación natural o por lo menos quería que no fuera tan insatisfactoriamente sintético. Llegamos hasta un café donde ponían jazz y tenían un excelente chocolate proveniente de Dinamarca. No era bastante concurrido porque tenía una fachada muy descuidada por fuera, pero dentro era bastante acogedor. El jazz era interpretado por unos jóvenes que llevaban sus tabletas y que se conectaban en pequeñas bocinas. Cada uno en su propia tableta interpretaba un instrumento en específico. Le dije a Rose que me sorprendía que el sonido era muy bueno a comparación de los músicos que tocaban un instrumento real.
–Van más acordes con el tiempo, la intensidad y la armonía. Son buenos.
– Respeto tu opinión, solo que no me lo parece. –Dijo tranquilamente Rose. – La perfección es aburrida. La imperfección es poesía. Sé que tiene un sonido más equilibrado, pero antes se desbordaban pasiones al interpretar.
Los dos bebíamos nuestros chocolates mientras platicábamos hasta llegar a hablar de las arañas. No sé cómo habíamos llegado a eso, pero definitivamente fluían las cosas. Hubo temáticas en las que no estábamos tan de acuerdo, pero algo en lo que me llamó mucho la atención de su pensamiento, fue su lucidez. Realmente tu abuela siempre fue increíble. Mientras yo seguía siendo muy tonto emocional. Marilyn me había comentado que "él hubiera, es la consolación del necio". Rose se mostraba locuaz y agradable, pero su mirada a veces me daba la impresión de ser algo impaciente o demasiado analítica. Toda la noche iba mejor de lo que esperaba y no me cansaba de conversar con ella, pero de repente recibí una llamada de un NIC privado. Todos sabíamos que recibir una llamada así implicaba que fuera por parte del sistema o por parte de grupos clandestinos con actividades ilícitas. Estaba tentado a no contestar la llamada cuando miraba fijamente a mi reloj, observando "Privado" en la pantalla y escuchando el incesante timbre que no paraba, pero sabía que si se trataba del sistema no me dejarían de molestar hasta que les contestara. Saqué un intrauricular, lo coloqué en mi oído y contesté con cierto temor al asunto.
–¿Hola? –Pregunté con inseguridad
–Hola, soy Tom.
En ese momento solté un respiro que me alivió y Rose solo me miraba con atención. Le hice señas para que no se preocupara y continuó tomando su chocolate. Seguramente gracias a su fortuna es que se dio el lujo de poner en privado su NIC.
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Amor artificial
Science FictionMichael Dujardin, director de cine, le molesta su presente lleno de superficialidades y pérdida del romanticismo. Cuestiona los vacíos de la vida con la tecnología y la era digital. Todos sus pensamientos, todas sus inquietudes y toda una vida, dará...