La tableta

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Fue dolorosa su pérdida. Pasamos momentos increíbles, inclusive más de los que podía recordar con mis propios padres que no tuve tiempo de decirle "gracias". Tal vez la química entre nosotros se debía a que nos parecíamos bastante en nuestro carácter y temperamento, que me sentía mejor a su lado que con mis propios padres. Me enseñó muchas cosas durante mi niñez y adolescencia, pero sabía que también había otras que no me contaba y eran los secretos que más me interesaba conocer de él. Resultó ser un hombre misterioso para tocar el tema de la "revolución" y sus antiguos noviazgos antes de la llegada de mi abuela Rose a su vida, así como hablarnos sobre el personaje más importante en la historia norteamericana moderna, a quien no solo yo idolatraba, sino que fue cercano a mi abuelo: el señor Martin White. Todos sabíamos que arriesgó su vida muchas veces por los más necesitados y por la libertad a favor de una sociedad más justa. Cuando mi abuela falleció, él se había convertido en un ser muy triste y poco sociable. A veces íbamos todos juntos para visitarlo, pero incluso con nosotros parecía estar incómodo y optamos por darle su espacio. Es curioso porque vivía a cuatro calles de nuestra casa y aun así se sentía tan lejano. En mi juventud, sabía que mi abuelo no buscaba el respeto de su espacio personal, sino que era un hartazgo social. Había llegado al punto en que hablar con otras personas ya no era una necesidad para su vida. Aunque si yo iba solo, se mostraba más abierto y amable justamente porque nos parecíamos bastante. Al momento de ir a su casa, nos sentábamos a ver algún programa en silencio y al final solo conversábamos un poco sobre cualquier cosa sin relevancia. Éramos como dos deambulantes de la misma realidad.

Siendo un joven de veintitrés años, mi curiosidad por saber de la revolución era algo normal, a sabiendas que ni siquiera mis padres conocían su testimonio. Descubrí que mi abuelo había sido su amigo porque hay fotos en donde el señor Martin posa siempre a lado de su esposa Natalia y en algunas con él. No es que me gustara presumir su relación con un personaje históricamente importante, pero no son cosas que suelen ocurrir con frecuencia en la vida cotidiana. Recuerdo que mis amigos de la infancia se quedaban sorprendidos cuando les presumía que mi abuelo peleó junto con Martin. Sus respuestas siempre fueron escasas y ambiguas a propósito, ignorando el tema como si tratara de enterrarlo en el olvido. Era algo imposible ya que era el suceso más importante desde la implementación de "el sistema" en el mundo. En términos prácticos, era más fácil aprender de la revolución en un anuncio de videojuegos que de la boca de mi abuelo, y sin embargo al igual que mis padres en su momento respeté su decisión y nunca más habíamos insistido. La revolución se había convertido en una especie de "tabú". De lo que sí estaba seguro, es que vivió más cosas que muchos rebeldes y prisioneros. Para cualquier sobreviviente de guerra, sus recuerdos son mucho más que malas experiencias y para mi abuelo parecían ser años con fibras más íntimas.

Fue una semana antes cuando lo vi por última vez. Pasé enfrente de su casa porque iba en dirección a ver a una amiga con quien había acordado estudiar un tema de la universidad, y quien resultaba ser la chica que me gustaba. Sin embargo, tenía miedo a decirle lo que sentía. Sophie, tenía un carácter muy tranquilo y poco enérgico. En las clases casi no participaba, pero era muy amable con las personas, como buscando imponer una barrera de cortesía para proteger su identidad. En el tiempo que habíamos congeniado con más calma, me había dado cuenta de que existía cierto miedo de abrirse con los demás por sus malas experiencias con amistades y un novio anterior. Descubrió que era más fácil tratar con respeto a la gente para que ellos mismos marcaran sus límites y no caer en un agravio. Su belleza no se comparaba con el gran ingenio y bondad que poseía. En fin, eso es otra historia pero justamente por mi entusiasmo por ir a verla, recuerdo que al ver a mi abuelo en su pequeño jardín, me sentía indiferente con él. Estaba afuera sentado y leyendo su Booklet, y yo pasé sin saludarlo y él sin percatarse de mi presencia. En ese momento era solo un vecino que pasaba en dirección a otra casa.

Amor artificialDonde viven las historias. Descúbrelo ahora