Tony

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Antes de la revolución en Memphis, la ciudad era de las más tranquilas y menos avanzadas de país en términos de tecnología. La gente todavía iba al súper- mercado y tomaba el autobús al trabajo o la escuela. No era el monstruo urbano que representaba Nueva York, Washington DC, San Francisco u otras grandes ciudades. Principalmente la zona sureña era apegada a costumbres un poco más sencillas y no tanto por elección, pero al final del día representaban una parte de aquella línea del tiempo en el que se derrumbaba en el pasado. Los citadinos visitaban en verano estas ciudades para vislumbrar un cielo más estrellado en las noches o figuras más blancas en las nubes. Los jóvenes cruzaban la frontera a México, visitaban las playas y otros se aventuraban más allá de los países latinos. Memphis tiene un atractivo relacionado al Blues y a Elvis Presley, pero también en los tiempos del Sistema representaba también paz entre la gente. Sin tantos drones rodando el cielo, sin tantos androides caminando por la calle o exagerados anuncios presionando a la gente a consumir. Se valoraba ese estado de tranquilidad en las personas, pero realmente las cosas estaban hechas para que el sueño no durara por mucho. La incesante rueda capitalista obligaba a las personas retomar sus vidas en las urbes empresariales porque si no, la gente se rezagaba rápidamente. Por eso Memphis no era viable económicamente. Todos sabían que los pequeños negocios servían para sobrevivir casi al día y que tampoco le esperaba un buen futuro. Tony era un joven de 21 años que se sentía tranquilo viviendo ahí, pero conforme iba conociendo los atractivos que ofrecía el Sistema en las otras ciudades le pareció increíble. No solo se trataba de mejores escuelas, también entretenimiento, lugares para bailar, museos, conciertos y al voltear a su hogar, no había casi nada de eso. Su entretenimiento más amado era escuchar por horas a los Rolling Stones. Le llamaban la atención las androides sexuales. Una mujer creada a tu gusto y que además sería tu servidora. No le interesaba el tema sexual, sino el tema de programación. Sabía que a diferencia de otras inteligencias artificiales como la de su reloj, computadora o móvil, la de estos robots tenía ciertas cualidades que hacían sentirlos más naturales o por lo menos con respecto a lo que juzgaba viendo videos. Él tenía el sueño de crear una inteligencia artificial lo más parecida al humano porque implicaría que estaría más cerca del pensamiento humano. Amor-perfecto era la empresa por excelencia en ese rubro y cada año sacaban alguna nueva actualización, desde aspecto físico, lenguaje, tono de voz, aplicaciones u optimización de procesadores. Tony no tenía dinero para adquirir un androide sexual, pero conocía a alguien que sí. Vanessa Wasilewska, era su amiga de la escuela quien tenía una familia con buena posición económica. Escaparon de Polonia durante la segunda guerra mundial rodeando hasta llegar a Dinamarca y posteriormente a 20 kilómetros de Norwich, en Inglaterra. Su abuelo fue quien terminó viniendo a América en busca de oportunidades y logró posicionarse gracias a la venta de muebles. Actualmente posee su familia la más grande mueblería de Tennessee, obviamente no tan grande como las grandes cadenas pero lo suficiente para vivir bien. Vanessa era muy directa y un poco golpeada en su forma de hablar, pero nunca le faltaba al respeto a nadie o lo hacía menos. Se llevó bien desde el principio con Tony porque él siempre la veía como a los demás y a él le gustaba que no fuese tan delicada. Regularmente no era un tema fácil para las familias que sus hijas pidieran un androide sexual, pero sabían que su interés era meramente científico y de paso tenía la familia un sirviente agradable. En secreto su madre a veces lo ocupaba y solo en una ocasión Vanessa también lo ocupó para lo que fue creado, pero no volvió usarlo para esos fines hasta que se divorció muchos años después. Su androide se llamaba Justin, un aparente hombre joven, atlético, rubio y alto. En ocasiones Tony iba a casa de Vanessa para estudiar las respuestas que daba Justin y las anotaban llevando un registro.

— ¿Consideras que la raza humana es superior? —Preguntó Vanessa.

— Es superior en muchos sentidos, claro —Respondía Justin siempre tranquilo y de buen humor—. Aunque es también evidente que tienen sus defectos como todo.

Amor artificialDonde viven las historias. Descúbrelo ahora