Abrazo

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Llegué al departamento de Rose al día siguiente con una invitación en la mano. La semana próxima tenía lugar la premier de mi nueva película en colaboración con James, pero en realidad iba por otro asunto. Esta película duró un buen rato en su elaboración y creo que hicimos un estupendo trabajo. La historia giraba en torno a una chica que va caminando por las calles que la vieron crecer en su juventud, como quien sigue sus propios pasos hasta el origen del todo. De pronto ve a un chico muy atractivo que se acaba de mudar en el vecindario. Vive con sus padres y al parecer todos ellos son buenas personas. Es muy guapo y ella cae rendidamente a sus pies, pero se da cuenta que por más intentos que hace por llamar su atención, éste nunca le hace caso realmente. Esta labor dura unos cuantos días en que la chica se empieza a sentir desanimada. Era la primera vez que hacía algo de esta magnitud por un hombre y ahora que lo hacía, no estaba funcionando muy bien. El joven está tan absorto en su mundo que ignora lo que hay más allá. Un día recibe una carta en donde la chica le escribe confesando el gran amor que sentía. Intrigado el chico por la sensible y tierna carta, decide buscar el origen de tan amorosa pluma. La carta no tenía dirección y no había más pista que la firma. Sabía que debía ser alguien del vecindario porque acababa de llegar con su familia y estaba muy lejos de su casa anterior. Al preguntar a los vecinos sobre la chica, le mandaron hasta la casa de una anciana en la misma calle porque era la única con ese apellido. Al entrevistarse con ella, el chico dejó que leyera la carta y ella rompió en llanto. La misma firma, letra, adornos florales en las esquinas y la forma de expresarse. Era un mensaje de amor al chico proveniente de una joven adolescente que murió hace 60 años. Posiblemente era bastante cliché la sorpresa de que la protagonista siempre estuvo muerta y sin embargo, le teníamos mucha fe. Estábamos bastante optimistas no solo con el guion de James, sino que logramos reunir a profesionales para su elaboración. Incluso trajeron a un fotógrafo de Vietnam a quien yo admiraba por su trabajo.

Se mostró muy contenta por la sorpresa de mi llegada y me invitó a pasar. Yo me mantenía serio y algo apenado, pero intenté ser lo más normal hasta donde podía. Ella me besó y fue rápidamente a cambiarse la blusa. Estaba tan despreocupada y linda como siempre había sido. Comencé a mirar todos los puntos de la sala y cualquier rincón en el que se encontrara un ojo observador. La razón de que fuera a su departamento era un tema delicado que no podía ser fácilmente expresado.

–¿Por qué no me avisaste que venías? Ya casi estoy de salida –Me decía desde su recamara con voz alta para que le escuchara desde la sala. Yo rápidamente apagué todos los aparatos que tuvieran cámaras, micrófonos y con acceso a la red. Debía estar seguro hasta el mínimo detalle, porque pronunciar esas palabras era motivo de investigación. Por suerte, ella casi no usaba muchos en su departamento y me fue fácil encontrarlos porque ya conocía la sala en su mayoría: muebles de madera, adornos de plástico y vidrio. Solo me debía ocupar de desconectar la fuente donde se alimentaba su ordenador y proyector.

–Solo venía a traerte la invitación. Va a hacer el próximo martes la premier. –Alcé la voz para que escuchara desde donde estaba, mientras me aseguraba de cumplir mi objetivo.

–¿A qué hora es?

–A las nueve de la noche.

Regresó con una blusa de rayas y mientras se hacía una cola de caballo.

– Vale, me iré bien arreglada entonces ese día. Sirve que te doy una sorpresa.

Agaché la cabeza y me puse serio.

–¿Pasa algo? ¿Estás bien?

– Quiero que me respondas algo. Te agradecería que fueras sincera.

– Claro, dime.

– ¿Estás relacionada con Eleuteria?

Se sobresaltó como nunca la había visto, abriendo los ojos como platos y llevando su mano a la boca. Inmediatamente después, volteó a ver los aparatos con preocupación de que se escuchara esa palabra.

Amor artificialDonde viven las historias. Descúbrelo ahora