Final

121 11 15
                                    


El sol comenzaba a manifestarse por los horizontes de Alejandría

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

El sol comenzaba a manifestarse por los horizontes de Alejandría. Mi fatiga no dio cuenta de su aparición hasta que viera finalizada la conclusión de su relato. Aquel relato que había cambiado mis ojos acerca de un robot desdichado por la suerte y maldad del mismo humano, pero que también mostraba un lado oscuro. Compadecer a un androide carece de sentido y lógica. Sin darme cuenta, ya me encontraba en ese ambiguo escenario de percepciones. Veía en ella a una actriz que nunca se alejaba de su papel. Siempre será la que interpreta a otros, menos a ella misma. La señora que se encargaba de las tareas domésticas, llegó a la sala cuando eran las siete de la mañana. Entre su relato, las pinturas y los silencios que nacían entre Marilyn y yo, habían consumido más tiempo del que esperé en un inicio. Me ofreció un desayuno y suspendimos un rato nuestra entrevista. Al fijarme por el ventanal que daba al hermoso jardín, veía a lo lejos al personal de seguridad en la caseta de vigilancia, a dos hombres en un extremo y cámaras en cada esquina. Durante la noche no los había visto y sacudí la cabeza para despejar mi mente. Marilyn me dijo que descansara después del desayuno, pero no tenía sueño realmente. Quería terminar con el asunto. Ya la mayoría de las dudas que nacieron a raíz del relato de mi abuelo, estaban resultas del todo. Solo debía llegar al curioso dato de su transformación física y su nueva vida. Me dieron un pan dulce con forma extraña y café en la mesa del jardín. Marilyn insistió que fuera a mi habitación para dormir un rato más. De cualquier modo, ella seguiría ahí. Subí las escaleras y desde la lejanía, vi a la bella androide que seguía sentada en la gran sala en donde estábamos. Miraba una tableta holográfica con una concentración que me había dejado desconcertado nuevamente. Al cerrar la puerta detrás de mí, contemplé con más detenimiento la habitación que me asignaron. Era sencilla, de color blanco, cama individual, un ropero de madera y un espejo que estaba cubierto con una sábana. Hablé con mis padres y les dije que mis vacaciones estaban de maravilla, aunque hasta el momento no lo eran realmente. Descansé la cabeza unos minutos, suficientes para que me dejara sumergir entre el sueño. Recordé lo que dijo sobre los sueños. Mientras nosotros viajamos a otra realidad, ella solo era ausencia de todo.

Desperté exaltado. Eran las dos de la tarde.

Bajé y vi que el señor Mehmed salía acompañado de dos guardaespaldas. Me dio una sonrisa cordial y una pequeña reverencia antes de salir. Le correspondí de la misma forma y se fue. Marilyn estaba en el gran comedor. Continuaba revisando su tableta y escribiendo cosas.

–Buenas tardes.

–¡Hola! Acompáñame. Salió de nuevo mi esposo.

–Lo vi antes de que saliera.

–Es un buen hombre. Pide algo de comer.

–Gracias.

Marilyn dijo algo en otro idioma y la señora asintió la cabeza con una sonrisa. Me parecía curioso que estuviera feliz con su trabajo de atender a una androide. Se notaba que llevaban una buena relación.

Amor artificialDonde viven las historias. Descúbrelo ahora