Acompañé a Gilbert a la biblioteca. Había muchos libros de derecho, electrónica, medicina, botánica y pocas novelas. Shakespeare, Antón Chéjov, Marcel Proust, Nabokov y entre otros, pero no estaba Orwell, Huxley, Margaret Atwood o cualquiera que escribiera sobre distopías. Entre la colección favorita de Gilbert estaba Robert Lowell, Kierkegaard, Borges y Byron. Esa ocasión interrumpió mi lectura.
– Lee ahora este –Puso un recopilatorio de cuentos de un concurso de escritores desconocidos sobre mi libro y me señaló uno de los párrafos.
"Pecados sin culpa y caricias imaginarias. Impulsos fatalistas al final. Me acerqué con lentitud, tratando de mostrar temple pero no supe contenerme. Con la misma fuerza con la que me convertí en el más feliz al encontrarte, ahora era la misma dimensión en sufrimiento devoto por abandonarte. No debí pasar esa tarde áspera por la calle y no debí buscar mi perdición al otro lado, pero un vértigo fortuito te alejó de mi mente. Te alejó mi repulsión por el mundo envilecido. Me quebraba la cabeza por lo que ahora sentía y por lo que provocó mi ausencia incidental. Estaba en un laberinto corto que se inmuta en neblina y frío, donde luego busca con desesperación tu rostro ilusorio. Soñaba con tus toques de ternura que oscilan debajo de la respiración inclemente y después te lloraba para pedirte perdón. Cuando pasaba el tiempo, tuve la esperanza de que la abnegación sumisa y la hostilidad disimularan mi leal dolor, pero nunca lo logré. Seguías en mi mente. Seguías buscándome y yo te imploraba que regresaras. Estás arrugas enfáticas llevaban tu nombre y el mío en un hoyo esquivo atrás de tu casa. Antes recordaba tus besos fatídicos y tu risa portentosa, pero ahora solo era tú nombre. No tengo idea de cómo será tu cara ahora, pero te hice un favor al seguir amando una fotografía permisiva. Ahora soy viejo y no espero nada. Solo deseo la muerte. Tal vez sigas conmigo, porque tu lejanía es lo único que siempre tuve. Terminé por ser un hombre que no tuvo grandes cosas en la gélida vida, por ser una persona aferrada a una familia que ya no conoce y a un tiempo que no existe. Sí muero pronto, lo único más importante que alejará mi miedo de la muerte piadosa, serás tú. Será el día que te conocí y el día que te despedí. Lo único en mi mente longeva que tal vez prevalezca hasta ti. Me iré con la esperanza de que sabías lo mucho que te amaba y que a pesar de mi error, tú sabías bien que era mi camino desventurado. Tal vez mi sentido fueron las despedidas y quedarme con un grano de tu orbe. Un grano que llevaré a mi tumba. Hasta mi nada."
– Trata de diferenciar entre lo que ves en Rose y lo que ves en Marilyn.
Me quedé con el libro un tiempo releyendo ese texto, el cual era firmado por Bill Shepard. En ese entonces veía a Rose como el más grande lazo que pudiese tener con alguien, mientras que a Marilyn la veía como el mito o la sensación que te queda al leer un poema que te gusta.
Continuaban los días, meses y años.
Ya empezaba a tener amigos distintos pero jamás sin alejarme de Gilbert. Algo curioso que había notado, es que todos de algún modo eran víctimas del sistema.; intrusión del lado marginal del muro, alteración del orden, filtraciones de información relevante a las corporaciones de interés para el sistema o vídeos de androides asesinando a humanos, preguntar demasiado sobre documentos o archivos que casualmente habían desaparecido, personas sospechosas de pertenecer directamente a Eleuteria, romper el acuerdo de confidencialidad sobre asuntos de estado e incluso personas que tuvieran demasiada afinidad con ideas sobre reintegrar a los marginados a la sociedad.
Cada uno me contaba su historia y me empecé a dar cuenta de que era horrible el mundo en el que vivía. No quería darme cuenta.
– ¿Acaso crees que saldrás de aquí? –Me dijo Bob, quien fue encarcelado 23 años antes que yo por publicar papeles que le entregaron de forma anónima sobre la fusión de grandes empresas en una sola, demostrando creación de un monopolio gigante. Nada de eso se había publicado en ese entonces– Nosotros ponemos en riesgo la gran mentira del sistema. Por eso no estamos en una prisión estatal. Ahora somos peores que los asesinos o violadores. A lo mejor nos sacan dentro unos años, pero será cuando el mundo no cuestione para nada a los de arriba.
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Amor artificial
Science FictionMichael Dujardin, director de cine, le molesta su presente lleno de superficialidades y pérdida del romanticismo. Cuestiona los vacíos de la vida con la tecnología y la era digital. Todos sus pensamientos, todas sus inquietudes y toda una vida, dará...