Desde el encarcelamiento de mi abuelo, yo tenía en mi mente como sombra aquella duda sobre el señor Tom. Su vida como el magnate director de acción había desaparecido en extrañas circunstancias. Nunca se había aclarado su paradero después de la revolución y se presumía que había fallecido por resultado del fuego cruzado. Ahora tenía de primera mano el testimonio de Marilyn y no podía estar más impaciente por conocer la historia.
–¿Vivía bien?
Ella me miraba con un poco más de seriedad pero modulaba la voz como si se lo contara a un niño.
–En aquellos tiempos, las cosas no podían ser peor. Las comunidades humanas que no tenían la fortuna de tener su propia ciudad custodiada por ellos mismos tenían que vivir en refugios controlados por androides. Lo que prometieron al principio como suburbios. Nadie podía salir, parecía un campo de concentración. Los de mayor jerarquía, gozaban de su placida mansión en otros lugares alejados.
"Cuando llegué a Vallejo, lo primero que debía hacer, era usar otro tipo de ropa que lograra cubrirme las quemaduras y disparos. De la casa de Michael, no había nada que me sirviera. Su hogar estaba completamente arruinado y tuve que buscar en otro lado. Obtuve unos zapatos rotos, pantalones de hombre pero con talla muy grande y un abrigo con capucha. Usé las vías del tren para guiarme hasta San Francisco. Caminé con cuidado por las calles desoladas hasta llegar a la casa de Tom, pero estaba completamente vacía y sabía que seguramente lo llevaron al refugio. Estaba como a treinta minutos a pie. Sabía la dirección, porque seguí a los aerodinos enormes que iban a una dirección del centro. Casi al llegar, me posicioné en el quinto piso de un edificio para ver el lugar desde una ventana.
Habían concentrado a un gran número de humanos en un área de cuatro kilómetros cuadrados. Desde lejos miraba que ingresaban autobuses con más gente esposada y con bolsas en la cabeza. No dejaban que nadie estuviera afuera del refugio y capturaban a los que estuvieran en la ciudad. Decían que era por su propia seguridad. A los que se resistían, los golpeaban hasta obligarlos a tirarse al piso boca abajo y luego someterlos. Era fácil localizar humanos por el calor de sus cuerpos. No importaba que vinieran con sus hijos, siempre trataban igual a todos. Había muchos que lloraban y gritaban. Era de noche y eso podría beneficiarme con humanos, pero no con ellos. Bajé de nuevo a la calle y valoré las opciones que tenía. La única viable para lograrlo, era usar las tuberías.
Nadé entre el agua sucia por tres manzanas y conductos estrechos para no ser detectada. Había una reja que me impedía el paso, pero pude doblar los barrotes con mi fuerza para meterme y al final llegué por debajo de un edificio. Quité la coladera y al salir, vi que me encontraba entre los escombros del estacionamiento."
–¿Cómo eran esos lugares?
–Bueno, la verdad es que eran peor de lo que te imaginas y de lo que te pueden contar las páginas de consulta. Miles de personas sucias caminando de un lado a otro para intercambiar productos por comida. Tecnología barata para alimentar su electricidad, patrullas que sobrevolaban el refugio y grandes linternas que iluminaban pequeños sectores para mantenerlos vigilados. Cuando subí, veía que ocupaban los departamentos de forma compartida. Al menos había como veinte humanos viviendo en un departamento, de los ciento cuarenta del edificio entero. Al principio eran casas de dos pisos y después edificios con cuartos pequeños. Ellos tenían suerte de compartir un edificio y no un restaurante, hospital o taller donde era el doble de personas. Al no tener electricidad, muchos tenían que hacer fogatas dentro de contenedores o velas improvisadas. Me mantuve con la apariencia oculta hasta llegar a la azotea para ver el refugio completo y buscar a Tom. Por suerte nadie quería la azotea por el frío y las lluvias.
–¿Era muy peligroso preguntar a los humanos?
–En ese entonces toda la inteligencia artificial que existiera, era el enemigo. Para cuando llegué al refugio, ya había entendido las cosas. Los humanos empezaron con la guerra atacando a las corporaciones importantes y asesinando a miembros de ellas. Coordinaron un simultáneo ataqué a los muros que separaban a los marginados de la sociedad y esto permitió la llegada de un ejército que ganaba en número, pero el sistema respondió con ataques efectivos de androides y armas químicas. Eleuteria, también respondió con miles de explosivos de pulso electromagnético. En la primera semana, millones de personas habían muerto por enfermedades, intoxicaciones o por proyectiles, mientras que muchos centros del sistema fueron inhabilitados por los fallos causados por los ataques.
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Amor artificial
Science FictionMichael Dujardin, director de cine, le molesta su presente lleno de superficialidades y pérdida del romanticismo. Cuestiona los vacíos de la vida con la tecnología y la era digital. Todos sus pensamientos, todas sus inquietudes y toda una vida, dará...