Termine de desayunar con mi amiga y Tzuyu, salimos juntas del departamento, todo muy tranquila hasta que cierta persona hablo.
- Ese auto que esta allá se parece al tuyo, esta igual de viejo, otra trampa mortal..- señalo Tzuyu el auto de Nayeon que sonrió.
- Es el de Sana...- ella me miro como si estuviera totalmente loca.
- ¿Cómo pueden subirse a eso? - pregunto con el ceño fruncido.
- Abriendo la puerta y sentándonos en el asiento ¿no? - contestó mi amiga haciendo que Tzuyu le lanzara una mirada asesina que no vio por estar revisando el celular.
- Llegaré tarde podemos irnos.- en verdad iba a llegar tarde si seguíamos hablando.
- Si me prometes no volver a subir a ese auto.
- Tzuyu vamos...- agarre su mano para que caminara pero no hacía caso mientras Nayeon nos miraba con una sonrisa apoyada en su auto.
- No, prometelo.
- Y como se supone que me trasladaré de un lado a otra.
- Usa mi chofer, te daré el número de él.
- No, no lo quiero.- ni siquiera lo conocía pero no quería tener un chofer, ni dejar el auto que mi padre me regalo con todo su esfuerzo y lo seguiría teniendo hasta que ya no pueda ser arreglado.
- ¿Pregunta el chofer es en una limusina o un auto como el tuyo? — pregunto mi amiga haciendo que le lancé una mala mirada y ella solo alzo los hombros.
- Como quieran mientras Sana no se suba en esa trampa mortal.
- Genial Sana acepta.
- Dios no seas exagerada...— ignore a mi amiga.
- ¿Qué no sea exagerada? Una accidente y directo a la morgue.— parecía que en cualquier momento le daría un ataque al corazón solo de pensar.
- No me a pasado nada durante los años que he conducido mi auto.
- Por suerte, pero nadie sabe que puede pasar más adelante, así que anota el número.
- Si no me dejas tranquila te juro que me subo a mi auto o el de Nayeon, ¿tú decides? — nuestras mirada se encontraban en una batalla.
- Bueno ya me voy tortolitas...- escuché como el auto de mi amiga se alejaba.
- No tienes opción Sana, Nayeon se fue.
- Tengo mi auto.
- Sana basta de juegos y sube al auto ahora.
- Es una petición o orden?
- La segunda, ahora sube y anota el número.
- No...
Ella soltó un suspiró, se acercó a mi pero yo retrocedí hasta que me envolvió un brazo en la cintura apegandome a su cuerpo y su mano agarraba mi barbilla con delicadeza, miré aquellos ojos cafés.
- Señorita Minatozaki podemos volver a su habitación y hacérselo hasta que obedezca, no tengo ningún problema pero usted llegará tarde al trabajo.— ya debería acostumbrarme a sus amenazas de sexo que claramente me gustaba pero tenía cosas que hacer como para seguir el juego y tenía que tener mucho pero mucho autocontrol porque era difícil resistirse a la Diosa que esta delante mío.
- No puedes, esta cerrada con llave...— Sonreí con victoriosa.
- Yo no estaría tan segura señorita Minatozaki...- su pulgar acarició mi labio inferior.— Alguien me dijo que tienen una llave bajo el macetero a lado de la puerta.