v e i n t i d ó s

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"Una cortesía aterradoramente linda"

Con toda la tranquilidad que se tomó, ingresó la llave en la cerradura y instantáneamente está abrió. La pelirroja entró sin poder observar absolutamente nada dentro del hogar, estaba completamente oscuro y si acaso lo único que se podía ver con claridad eran los lugares por donde la luz de la luna se colaba por las ventanas.

Suspiro. Al menos ya sabía que Seokjin no se encontraba en casa, y la verdad no quería verlo ahora por qué no sabría como lidiar con él y la... ligeramente fuerte pelea que tuvieron. Su celular estuvo apagado casi todo el tiempo, no sabía quién quiso tratar de contactarse con ella, probablemente y Seokjin lo hizo y ella no se enteró, era tan probable porque después de no pasar casi dos días en casa, conocía tan bien a su mejor amigo qué tal vez y le saturó el teléfono de llamadas.

Después de todo, no es como que alguien estuviera al tanto de ella, preocupándose todo el tiempo por su bien, velando por ella...

Si, aún que soñara hipócrita, aún que le doliera admitirlo, aún extrañaba mucho a sus padres, y recordarlos ahora que le hacían tanta falta, dolía tanto que las ganas de llorar no faltaron. Y pese aquello, no lo haría. Ellos nunca la apoyaron, aún cuando ella se enamoro, aun cuando ella no quiso seguir el camino que sus padres le prepararon, ellos siempre vieron por el bien de su reputación y nunca el de su hija. Dejándola abandonada a su suerte apenas y les comentó el diferente camino que planeaba seguro y no el de ellos.

Pero aún así, ella siempre los amo tanto.

No quería volver a recordar momentos dolorosos de nuevo, no otra vez si pensaba seguir adelante de una buena manera. Era hora de dejar todo en el pasado, superar todo aquello que alguna vez le lastimó hasta su inquebrantable y débil alma.

Apenas entendió el interruptor de la Luz, iluminó toda la estancia en segundos. Todo estaba en orden, ningún objeto fuera de su lugar que cualquiera pensaría que aquella casa estuvo deshabitada por tanto tiempo. Y ni hablar del abundante silencio que albergaba en toda la estancia.

Se adentró de una vez, cerrando la puerta tras de sí. Y claro que estaba fatigada. No había momento donde el cansancio no se apoderara de su pobre cuerpo.

Caminó con tranquilidad por todo el espacioso lugar, confirmado que no había nadie. Y es ahora cuando vuelve a preguntarse, ¿qué tanto hace Kim Seokjin para que la mayor parte del tiempo la pase en quien sabe dónde? Ya sería demasiado extraño que su trabajo lo ocupara las 24/7, ¿que clase de trabajo nunca te deja descansar? Tampoco es como que trabaje de guardia para el presiden-

Esperen... ¿acaso eso había sido su imaginación, o un gigante ramo de flores reposaba en la mesa de centro?

Nunca se había percatado de él, iba tan distraída caminando por un pasillo que la imagen de aquellas flores pasó tan rapido por el rabillo de sus ojos.

Estaba desconcertada, ¿que hacía aquel ramo de distintas, exóticas y más que nada, preciosas flores en la mesa de centro de aquella casa. Estaba dudando mucho que llegaran a ser para ella. O sea, ¿quien rayos se tomaría el tiempo de enviarle aquel ramo? probablemente y el que se encargó de entregarlas se equivocó de destinatario.

No dudo más y caminó hacia aquel ramo que parecía llamarla con la intensidad de la belleza de cada flor. Titubeo al querer tocarlas, aún que al final lo hizo y sintió el suave roce de aquellas florecillas, tan suaves y delicadas como el dulce olor que desprendían. Y hubo algo que la conmovió, cuando las observó detenidamente y se percató que todas aquellas flores era una hermosa combinación de Amarilis, dalias de distintos colores, girasoles y peonys.

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