t r e i n t a y c u a t r o

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"¿Que se supone que debería decir o hacer ahora?"

– Miren, ahí viene el niño rarito.

Ni siquiera llevaba un minuto de haber pisado el suelo del instituto, y los insultos ya le estaban cayendo como agua.

– Ugh, se cree tanto por provenir de una familia rica y ser inteligente, pero no es más que un bicho raro y asqueroso.

– Es taaan feo, como un gusano.

– Ese nerd no debería de estar aquí. Nadie lo quiere en este lugar.

Cada comentario que escuchaba a través vez de los pasillos era tan hiriente como una daga atravesando su pecho. Era consciente de que solo eran niños envidiando la suerte que el tenía y solo se desquitaban con el sin siquiera saber el real significado de lo que decían, pero después de todo, el también era un niño y era el, el que recibía tanto odio y crueldad.

Desearía saber el porqué de tanto odio hacia su persona, considerando que el nunca intento algo contra los demás. El solo quería, no, deseaba estar tranquilo y estudiar como le gustaba.

Los pasos del pequeño Tae pararon una vez que estos llegaron a su salón de clases, el cual ya se veía ocupado por algunos otros niños platicando y jugando.

Sin hacerle caso a las demás presencias, entró cabizbajo hasta tomar su lugar, en una de las filas pegadas a la ventana. De vez en cuando le gustan distraerse con la vista que se le brindaba a travez de la ventana, aveces así podía ignorar todo el mal que le hacían, y todo el dolor que sentía diario en ese lugar. Tan solo metido en sus pensamientos imaginando un lugar donde el pudiera ser feliz, sin ser despreciado.

No se dio cuenta cuando el profesor ya había ingresado al salón, cuando todos los demás niños ya estaban sentados en sus asientos guardando silencio, fingiendo como si fuesen los pequeños más inocentes del mundo y no son capaces de ahogar a otro niño en un inodoro o aventarlo por los balcones o las escaleras del instituto.

Taehyung se exaltó por un momento cuando sintió como su asiento era pateado constantemente desde abajo, los ligeros y molestos pellizcos en su cuello desde atrás. Todos los días era lo mismo, y era realmente irritante el tener que soportar esos abusos, pero no podía hacer nada si no quería que los profesores regañaran al chico, por ende recibiría una muy buena paliza cuando lo liberaran.

Pues así, tuvo que aguantar las siguientes tres horas clase con los molestos jalones de pelo, los fastidiosos golpes en su silla y los arrebatos de sus libretas y todo para copiar sus trabajos.

A la hora de la comida no fue muy diferente a lo usual. El pequeño Tae solía salir a un lugar apartado del instituto a comer su almuerzo, el que su madre le preparaba con tanto esmero y cariño. Más precisamente, atrás de la cancha donde practicaban deportes, puesto que nadie le interesaba caminar por esos rumbos. Siempre que se sentaba sobre el tibio césped y proseguia a comer, podía hacerlo a gusto. Sin ninguna molestia de por medio, lo cual lo disfrutaba y valoraba muchísimo. Después de todo no es como que los tenga siempre.

– Pero miren nada más a quien tenemos aquí.

No, no aquí por favor.

Jae, su principal bully había descubierto su pequeño escondite, el único lugar donde podía pasar horas sin la preocupación encima de lo que se atentaría una vez que saliera, del único lugar donde podía pensar con tranquilidad y respirar por un solo segundo con serenidad.

– Con razón nunca te veíamos en los descansos – soltaba Jae mientras su mirada barría con lentitud el espacio que los rodeaba, hasta que su mirada cayó sobre el pequeño Tae – porque tu, pequeño bicho asqueroso venias a esconderte como la rata que eres.

OBSTINACY | t.s ✔️ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora