t r e i n t a y u n o

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– No sabes lo angustiado que había estado.

Una Jisoo desconcertada y adolorida escuchaba atenta como el castaño que la arropaba con sus brazos le hablaba al oído, suspirando de alivio.

– Maldita sea Jisoo deja desaparecerte así – comento al separarse sin dejar de envolverla con sus brazos del todo, solo para poder observarla a los ojos y deslizar hacia un lado de su rostro un mechón rebelde – ¿Eres una especie de iman para las desgracias o algo así? ¿Sabes? A este paso tendré que vigilarte a todas horas.

Jisoo río ligeramente incomoda por la expectante mirada del castaño, e intento alejarse un poco del mismo par recuperar un poco de su espacio personal. Aunque después de eso, nadie comento nada y el cuarto volvió a callarse por completo.

Doyoung decidió carraspear al notar lo incómoda que la pelirroja lucia, rompiendo la burbuja del agobiante silencio, obtuvo en seguida la mirada de Jin, el cual estaba de espaldas y es por eso que no notaba su presencia.

Fue peor de lo que espero, aquel chico lo miraba como si de un bicho raro y asquerosos de tratara. Su mirada ceñida y desorientada esperando a que él hablara primero se le hacía tan amargo. Sonrió apenado sin ver a ninguna de las dos figuras, rascó la parte trasera de su cuello.

– ¿Y tú eres?

– ¡Soy Doyoung! El chico que recuperó que encontró a Jisoo y la trajo hasta acá. Soy el de la llamada.

– Ah, por supuesto. Bueno, gracias por ayudarla, no se que habría pasado si alguien como tú no la hubiese encontrado – probablemente su primera impresión sobre el chico no fue buena, pero ahora si estaba siendo sincero con agradecerle. Es Jisoo de quien estamos tratando después de todo.

– Descuida, no es nada. Yo estoy bien con saber que pude ayudarla y ahora está bien.

Jin no replicó a sus palabras ni tampoco radiar expresión alguna, tan solo asintió varias veces de acuerdo para voltear a ver a su mejor amiga de regreso y percatarse de una gruesa venda que portaba sobre su abultada mejilla, ocultando casi toda su longitud con ella.

Su boca se abrió lentamente con asombro al igual que sus ojos con una instantánea preocupación. La tomó del mentón acercándola a rostro para voltear solo un poco cuello y examinar la herida que en realidad era cubierta por la gasa.

– ¿Que demonios te ocurrió...? – inquirió  soltándola lentamente – Kim Jisoo, necesitó que expliques dónde diablos estabas y que te pasó en la mejilla. Esto ya fue el colmo.

– E-es algo complicado de contar – las facciones de la pelirroja se transformaron en una mueca disimulada –, y realmente no quiero recordar nada ahora, me siento bastante faltal.

– Bien, te dejaré descansar por ahora, pero te digo que una vez que lleguemos a casa me tendremos que hablar de muchas cosas que tú y yo tenemos pendientes – sentenció con seriedad para posteriormente levantarse de la cama sin quitar sus ojos de la fémina – Ya no puedes seguir ocultándome cosas Jisoo.

El momento fue interrumpido cuando la puerta de la habitación volvió a resonar indicando a los chicos que alguien más había entrado.

– Kim Jisoo, estás fuera de peligro. Por ahora todo está bien. Sin embargo tienes que ser más cuidadosa con tus estados de alteración – un hombre de avanzada edad recitaba las palabras sin despegar sus Pat de ojos de la las hojas que sostenía entre sus manos – Recuerda qué hay límite y que si llegas a alcanzarlo te puede hacer mucho daño, aún así lo tengas bien controlado.

La susodicha únicamente asentía cabizbaja. Ya sabía todas esas advertencias e indicaciones de memoria. Pero, era algo que simplemente no podía controlar. No al menos cuando dejo de consumir aquellas pastillas desde los quince años que comenzó a odiarlas.

OBSTINACY | t.s ✔️ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora