Capítulo 39
El sol aún se hallaba lo suficientemente alto como para que no fuera buena idea para los asesinos salir a espiar al exterior, con lo cual, los tres junto con Caterina se encontraban en el despacho de esta, discutiendo sobre el modo de entrar en el campamento enemigo, donde encontrarían la información que necesitaban sobre cuándo se produciría el ataque, y de qué modo. Aquella era la opción más rápida.
El grupo había quedado en silencio tras nuevas discrepancias acerca del plan de incursión, en el que Nuray defendía su antigua propuesta contra la de Ezio, quien era respaldado por Yusuf, aunque este dudaba sobre tal hecho ante la mirada reprobatoria de la turca. Caterina se limitó a guardar un prudente silencio ante el caldeado ambiente.
Nuray rompió el mutismo, hablando con templanza renovada tras profundizar su respiración mientras dirigía la vista hacia Ezio.
-Esto es absurdo. Sabes bien que mi plan es el único que tiene posibilidad de salir bien. ¿Cómo si no pretendes que podamos alguno colarnos en su campamento y obtener información?
-Quizá no sea necesario colarnos allí. Podemos buscar otras alternativas para saber qué planean. O distraerlos, engañarlos para ganar tiempo hasta que vengan Antonio y el resto de ayuda.
-¡Oh, por favor! –susurró la joven crispada, con indignación, casi cortándole al hablar. –Sabes de sobra que no hay tiempo para eso. Además, ¿cómo pretendes sonsacarles la información a los soldados sin llamar su atención? Igualmente yo tendré que hacer lo de siempre. Los hombres funcionáis así.
Ezio mantuvo la calma en su tono de voz, respondiendo mientras la contemplaba, y el resto aguardaba en silencio.
-No tienes por qué hacerlo tú, Nuray. –La turca respondió con una carcajada irónica.
-¿Vas a hacerlo tú? No creo que sus lenguas se suelten tanto ni tan rápido. Ni siquiera si te disfrazas de mujer. No les suelen gustar tan peludas.
-¡Pero no puedes ir sola a su campamento, es un suicidio! –agregó el italiano empezando a perder los nervios–. Si algo ocurriera estarías muerta sin que pudiéramos intervenir.
Antes de que Nuray volviera a rebatirle con el argumento de que su plan no encontraría tan alto riesgo, Caterina intervino con voz firme, pero a la par que sugestiva, para contrarrestar la tensión del ambiente.
-Calmaos, por Dios. Así no resolveremos nada. Lo que está claro es que necesitamos urgentemente disponer de las intenciones templarias sobre el ataque, porque la ayuda no llegará hasta la semana que viene, y si atacasen antes, la buena estrategia sería lo único que podría salvarnos. Yo pienso que el plan de Nuray no es tan descabellado ni tan arriesgado, teniendo en cuenta que no va a pelear allí dentro, ni aunque las cosas se torcieran en algún sentido. Las chicas del burdel se ocuparían de salvarla de las situaciones complejas cuando tuviera que desempeñar su supuesto oficio. No tendrían por qué descubrirla.
-Eso es cierto. –Añadió Yusuf un segundo después. –Pero aún así hay hombres que no se dan por vencidos y son más fuertes. ¿Qué pasaría si no pudiera escapar de alguno? ¿Dejarías que te violara? –Preguntó dirigiéndose a la chica, mientras Ezio se revolvía inquieto en su silla.
-Claro que no. Para eso sé luchar, Yusuf. No sería la primera vez que ocurriera y me las arreglo sola.
-Ni tampoco que no necesitas ayuda.
La morena echó una mirada asesina a su amigo cuando llamaron a la puerta, y un criado se acercó raudo a Caterina.
-Mi señora, Luigi Russolo está aquí.
-Hazlo pasar. Enseguida acabaré con él. –Añadió mientras se levantaba para recibirlo. La tensión en aquel instante podía cortarse ante la inminente llegada del hombre.
Russolo entró con su característico aire enigmático y seductor, saludando cortésmente al grupo, para después besar la mano de Sforza, y dedicarle una sonrisa cargada de intenciones a Nuray, quien le sonrió.
Tras que la condesa le dictara un par de órdenes hablando con él unos segundos, la mujer calló súbitamente mientras a su mente llegaba una gran idea, que no tardó en expresar en voz alta ante el resto.
-¿Por qué no va Luigi con Nuray al campamento? El plan que ella propone podría ser más seguro así. Tendría quién pudiera ayudarla dentro. Él puede moverse libremente allí.
Yusuf y Ezio se miraron un segundo, descubriendo que ante aquella propuesta pocas excusas podían añadir, ya que las lagunas del plan de la turca quedaban disipadas. Luigi habló antes que ninguno de ellos.
-No sé que os traéis entre manos, pero siempre que sea estar junto a mi Flor del desierto, estaré a completa disposición. –Dijo el hombre con cierto aire teatral, pero decidido y serio.
-Estoy de acuerdo. Es perfecto. –Añadió enseguida Nuray. –Él será mi acompañante y así podré acercarme a los soldados hasta que las cosas se pongan serias, entonces me iré con él y podremos explorar el lugar.
La turca buscó aprobación en el rostro de sus dos compañeros. Yusuf fue el primero en rendirse, aceptando ante la evidencia de que era un buen plan, y Ezio tuvo que tragarse su odio hacia el hombre recién llegado, y el hecho de que pudiera estar dándole vía libre para que tonteara con Nuray, cediendo de igual modo.
-Bien, pues movámonos para ponerlo todo en marcha. –Dijo la turca, levantándose veloz. –Los viernes el regimiento suele descansar. Hablemos con las cortesanas.
-Yo iré al burdel, no llamaré la atención.
Yusuf se levantó tras su propuesta, despidiéndose para desaparecer raudo, seguido por Caterina, quien se disculpó ante su imperante y apretada agenda.
Ezio cogió aire resignado al ponerse en pie, hablando a la pareja restante.
-Deberíamos volver al mapa y calcular las distancias por si tuviéramos que intervenir y ayudar. También debemos enterarnos de que hará el capitán ese día, pues su tienda es la más valiosa para registrar.
-Tranquilo, asesino. Ocúpate sólo del capitán, porque no tendrás que intervenir en nuestro auxilio. –Agregó Luigi confiado.
Ezio no le devolvió la sonrisa, hablándole sin chulería, con gesto frío.
-No creo que seas capaz de derrotar a cientos de hombres solo.
-Sé defenderme bien. Soy muy diestro con la espada, al igual que ella. Nos los repartiremos. –Se burló bromeando, haciendo que Nuray sonriera levemente.
La chica intervino acto seguido tras observar la mueca de Ezio. Aborrecía a aquel hombre que se parecía demasiado a él, y eso le hacía gracia.
-Bueno, Luigi. Me quedaría más tranquila si están en las inmediaciones y te desarman como aquella vez cuando te salvé. Esta vez estaré ocupada.
-Eso no sucederá de nuevo. Ahora sólo puedes desarmarme tú. –Agregó mirándola ardientemente, dirigiendo la vista al asesino después. –Os veré más tarde, tengo que irme.
Russolo besó la mano de Nuray y asintió ante Ezio como despedida, girándose de forma elegante para caminar hasta la puerta y desaparecer raudo.
El silencio incómodo volvió a instalarse. Las miradas de ambos se encontraron un instante cargadas de palabras, pero sólo la turca habló, haciéndolo con tono frío.
-Pongámonos a trabajar, Ezio.
Él la observó caminar hasta la puerta, y salir sin tan siquiera dedicarle una mirada.
Estaba molesta por su actitud protectora, y Ezio estaba crispado por su terquedad, y por la mera existencia de aquel maldito italiano que zumbaba constantemente a su alrededor.
¡Muchas gracias por leer!
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Si nunca te hubiera conocido
FanfictionLa lucha de Ezio contra César Borgia parece no tener fin, pero sus misiones para hacerse con el fruto del Edén le conducirán, no sólo a intentar salvar el mundo, sino a conocer a una asesina en Estambul de la que se enamorará. Su vida cambiará compl...