Capítulo 57

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Capítulo 57

Yusuf cerró despacio la puerta del cuarto donde yacía Ezio, suspirando con tristeza como las anteriores mañana, al comprobar que el italiano seguía en el mismo estado.

Tratando de no dejarse invadir por el pesimismo, el turco caminó hacia el salón dispuesto a ponerse a trabajar. No podían dejar que los templarios se adelantasen más, menos aún cuando sabían que César seguía vivo y había atado bien sus cabos para que la organización no quedase sin rumbo ni dirección.

El salón de la casa se hallaba iluminado muy tenuemente por el cielo encapotado del exterior, con lo que Yusuf encendió una de las pequeñas lucernas, y sacó la copia del texto sobre los fragmentos del Edén para volver a releerla.

Tras haber vuelto sobre el texto varias veces,  quedó anclado en aquella posibilidad de nuevas tierras inexploradas, viéndolo cada vez como la única opción para entender la última parte, aunque aquel pensamiento le diera vértigo. Pronto cesó de cavilar sobre el asunto, cuando Nuray entró en la casa.

El turco la contempló quitarse la gruesa capa que la cubría por completo, encontrando un rostro cansado y compungido en una mueca de insatisfacción, lo cual ya anunciaba que la tarea de aquella noche no había ido muy bien.

-¿No ha vuelto Arístides contigo? –Preguntó él, mientras se sentaba a la mesa de la estancia sin dejar de vislumbrar a su amiga.

-Debe estar trabajando en el campo. Regresó antes que yo por sus tareas de la mañana.

-Entiendo. ¿Y hay algo nuevo?

-Nada –respondió ella con frustración, sentándose junto a su amigo mientras depositaba las manos con enfado sobre la mesa-. Es como si el fragmento hubiera desaparecido de la tierra. Nadie vio nada ni nadie desde que ocurrió. Está claro que ya no está aquí, y han sabido cubrirse las espaldas con muertes y sobornos. Al menos mi tía ya está en contacto con ese hombre marinero que conoce. Espero que avancemos en algún maldito tema.

-Pronto tendremos noticias del fragmento. Todos los asesinos están siendo avisados, y seguro que César deja escapar algún detalle. De todas formas no podrá tenerlo completo, y eso es lo que de veras tenemos que evitar. Llevamos ventaja, hay que animarse.

Nuray no respondió, simplemente continuó con la vista fija en la madera de la mesa, sintiendo que la impotencia y la pena hacían arder sus ojos, sobre todo porque lo que ocupaba sus pensamientos casi por completo era Ezio y aquella horrible situación peligrosamente estancada.

El silencio se hizo sumamente incómodo en un segundo. Yusuf vaciló varias veces en hablar, pero se detenía cada vez que sentía que las palabras iban a ser insignificantes y estúpidas, pero tampoco quería dejar aquella situación así. Nuray necesitaba contar lo que rondaba su mente, vaciarse de dolor para que aquel sentimiento no la devorara.

-Nuray –consiguió pronunciar, haciendo un esfuerzo por mirarla a los ojos para hablar sobre aquello-. Puedes hablarme de lo que necesites.

-No hay nada de lo que hablar. –Susurró ella de forma fría, apartando de forma cansada los ojos de los de él. Tras un silencio, la voz vacilante de Yusuf volvió a alzarse.

-Anoche te escuché llorar antes de irte. No tienes por qué tratar de esconderte. Leoquieres, es normal.

-Te lo agradezco, Yusuf –respondió con templanza, limpiando las lágrimas que lograron escapar de sus ojos oscuros-. Pero prefiero estar sola con mi dolor.

Acto seguido, la joven se levanto y abandonó la estancia con calma, mientras el castaño suspiraba bajando la vista hasta sus manos, apretándolas con resignación a la vez que rogaba porque la suerte volviera a sonreírles una vez más.

Si nunca te hubiera conocidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora