Capítulo 14

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Muchas gracias si estás leyendo esto. Los personajes, salvo los Ocs que aparecerán, no me pertenecen.

Capítulo 14

Ezio escaló con toda la agilidad que pudo el muro de uno de los palacios de la ciudad, perteneciente a una noble familia aliada con los enemigos, tratando de huir mientras varios guardias le seguían al haberle detectado en el lugar sin ser invitado.

El hombre saltó de tejado en tejado, alertando a otros lacayos al servicio de los templarios, que corrían o le trataban de disparar flechas desde sus posiciones, haciendo que el asesino optara por bajar al suelo, e intentar pasar desapercibido al no hallar enemigo cerca.

-¡Está ahí! ¡Tras él! –Gritó un guardia que le descubrió a unos metros, haciendo que Ezio comenzara a correr de nuevo calle arriba, acercándose cada vez más a la gran catedral de la ciudad.

Tras correr varios minutos a toda prisa para escapar de las calles más transitadas, el asesino optó por dirigirse a los callejones que conocía y solían estar desiertos, o habitados por ladrones y prostitutas a los que la muerte de un guardia no les importaría, siempre y cuando no les salpicase el crimen.

Ezio se paró, sacando su espada para enfrentarse a los guardias, comenzando un combate más que desigual donde debía batirse con cuatro a la vez, cosa que solía ocurrir de vez en cuando.

No pasó mucho tiempo cuando logró derrotar a dos de ellos, pasando segundos después a herir al tercero, dejándolo fuera de combate. No obstante, cuando el hombre sintió alivio al verse ya casi victorioso, tuvo que alejar aquella idea al vislumbrar una nueva oleada más numerosa, acercarse corriendo por ambos lados de la calle, acorralándolo.

-Mierda... –Murmuró por lo bajó Ezio mientras se deshacía del último contrincante, intentando pensar con rapidez un plan.

Pero no hizo falta que huyera cuando observó mientras peleaba como los guardias iban cayendo o gritando al ser heridos por cuchillos arrojadizos que se clavaban en sus cuerpos.

Ezio intentó encontrar a su salvador, no hallando nadie en las alturas, cuando unos instantes después pudo ver una figura lanzarse desde una cornisa directa a dos guardias que pretendían matarlo por su espalda.

Aquella persona era un asesino, pero sus ropas oscuras no le permitían vislumbrar su rostro, ni la velocidad con la que luchaba por matar a los seguidores templarios, que fueron cayendo con rapidez hasta no quedar ni uno.

El asesino entonces, aún de espaldas a Ezio, guardó las hojas ocultas de sus brazales para girarse mientras se desencapuchaba y mostraba su rostro al hombre. Al instante quedó embriagado por la sorpresa, mientras su corazón comenzaba a latir rápidamente, como volviendo a la vida.

-Hola, extranjero. –Saludó Nuray con una enigmática sonrisa. –Es cierto eso de que Florencia es una ciudad muy hermosa, pero sigue gustándome más Estambul; No se puede comparar.

Ezio no pudo reaccionar ante la broma tan siquiera, quedándose pasmado al tenerla allí de forma real.

-¿Qué haces aquí? Creía que tú no... –El hombre calló al no saber cómo seguir.

-He venido con Yusuf para ayudarte a matar al hijo del español. ¿Acaso querías quedarte con toda la diversión?

El moreno no dijo nada, dejándose llevar por la alegría y emoción que lo envolvían, dirigiéndose hacia ella para tomarla de la cintura y besarla con pasión, recordando lo dulce que eran sus labios una vez más.

-Creía que no volvería a verte. Hace casi dos meses desde que me fui de tu ciudad, y ahora estás aquí. Pareces incluso más bella que antes.

Nuray sacó fuerzas de flaqueza mientras empujaba al hombre con suavidad para despegarlo de su cuerpo, mirándolo seria.

Si nunca te hubiera conocidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora