Capítulo 82
Tras una larga semana de viaje frenético y cuidadoso por parte del trío de asesinos, al fin habían llegado a la ciudad donde César se hallaba, habiéndola alcanzado sólo dos días antes que el grupo.
El Papa se encontraba en el gran castillo de Milán, propiedad del actual duque, apodado el moro.
Desde su llegada, la gente del lugar no había dejado de murmurar con miedo lo que se comentaba que Borgia pretendía, venderlos a todos a los franceses para ganar su apoyo e iniciar una guerra. No obstante, las ceremonias pomposas en honor a la visita del pontífice se habían sucedido con la normal hipocresía y algarabía que acostumbraban, gracias a lo cual los asesinos sabían que el enemigo aún se hallaba en Milán, y el tiempo que le quedaba allí, al igual que habían podido confundirse entre el barullo para entrar en la ciudad sin ser notados.
Aquella era una noche de fuerte lluvia, por lo que las calles estaban vacías y silenciosas, lo que benefició al grupo enormemente para poder encontrar una posada donde hospedarse antes de la batalla contra César, sin que nadie pudiera verlos.
El local estaba medio vacío; tres hombres prácticamente borrachos en una mesa jugaban a los dados, mientras otro retozaba con una prostituta. Los asesinos se acercaron a la barra sin prestar atención al panorama, mientras la tabernera salía de la cocina para atenderlos.
-¿Tienes habitaciones libres? –Preguntó Ezio mientras se desencapuchaba.
La joven tabernera de cabello oscuro y ondulado lo observó con detalle unos instantes, antes de contestar.
-Tengo tres libres.
-Sólo necesitaremos dos para esta noche.
Un pequeño saco lleno de monedas cayó sobre la barra, haciendo que la mujer asintiera e indicara al grupo el camino a seguir, pero antes de que se pusieran en camino, alzó levemente la voz dirigiéndose a Ezio.
-¿Tú eres el maestro?
-¿Quién lo pregunta? –Respondió Ezio, girándose para encararla.
-La hija de un asesino que abandonó este mundo hace algún tiempo. Tengo una carta para ti del que me dijo que llamara maestro al de la cicatriz en la boca. –La mujer le entregó un sobre con discreción antes de despedirse y dejarlos ir. –Mandad a ese cerdo y a toda su estirpe al infierno.
El florentino asintió con solemnidad ocultando el sobre entre sus ropas, pasando a seguir a sus compañeros escaleras arriba para dirigirse hacia las alcobas.
Yusuf se detuvo en la puerta contigua a la última de aquel pasillo en penumbra, dirigiéndose a sus amigos antes de entrar en su cuarto.
-Buenas noches, os veré mañana. Intentad reservar fuerzas para la batalla. –Se burló el castaño antes de desaparecer, dedicándole a la pareja una sonrisa.
Nuray y Ezio entraron en su habitación tras devolverle el gesto al turco, pasando a deshacerse de sus capas mojadas y armas para ponerse cómodos. El hombre se apresuró para leer la carta, narrándole a la joven el contenido.
-Es de Maquiavelo, dice que estarán preparados mañana al atardecer a la salida de la ciudad, en el camino por donde saldrá la comitiva hacia Francia. Es oficial que César partirá mañana.
-Ese cabrón sabe que estaremos esperándolo. Debemos tener cuidado, quién sabe si tiene algo preparado.
-Esta vez no pienso dejar que se escape. Él tiene un ejército, pero ahora nosotros también. –Habló con firmeza, dejando ver un deje de ira.
La turca notó aquel odio, y tras acabar de quitarse toda la ropa mojada, quedando vestida con sus pantalones y camisa, se dirigió con seriedad al florentino.
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Si nunca te hubiera conocido
FanfictionLa lucha de Ezio contra César Borgia parece no tener fin, pero sus misiones para hacerse con el fruto del Edén le conducirán, no sólo a intentar salvar el mundo, sino a conocer a una asesina en Estambul de la que se enamorará. Su vida cambiará compl...